Voló hacia las alturas
con alas transparentes,
y alcanzó su mirada
cielo, estrellas y luna.
Un duende conducía
su carruaje de hadas,
y ella tan impecable
con rojo “manicure”.
Su mente siempre inquieta
en pos de nuevos sueños,
como un ángel rebelde
que busca hacer el bien.
A muchos dio consuelo
con firmeza y ternura,
su mano cual paloma
tranquila en su regazo.
Su espíritu incansable
tocaba con los ojos,
el arpa que en su alcoba
lucía embelesada.
Como estrella brillante
se fue por el espacio,
dejando a sus amigos
sumidos en dolor.
Ella se fue sonriente
volando cual paloma,
sobre el inmenso mar
que alegrara su vida.
Hoy desde las alturas
recuerda su niñez,
su juventud divina
cual dalia en un jardín.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California