En Memoria de Lilia Trujillo Reyna, amiga, maestra y sindicalista democrática
Para comprender lo incomprendido y las raíces de la problemática del campo en los altos de Chenaló, Chiapas, vienen de lejos.
La pelea encarnizada por la tierra entre hermanos de sangre, la discriminación y desigualdad aberrante de las hermanas o mujeres en el reparto de los bienes, el machismo como brutal causa de desigualdad y violencia con consecuencias sociales.
Conflictos ancestrales que se explican por la ausencia de derechos humanos y políticas sustentables, respetuosas de las culturas ancestrales y un deformado desarrollo social clientelar, paternalista, corrupto para el campo mexicano.
Se acusa en las zonas rurales de Chiapas y del país la falta de un justiciero e intenso programa de educación indígena que se desarrolle considerando a las comunidades, con sus gobiernos y que se apoye por expertos interdisciplinarios antropólogos y sociólogos que no atropellen las tradiciones y cultura, anclada en su propia lógica de comunidades que postulan valores esencialmente de beneficio colectivo, semilla presente en la sabiduría de los pueblos, sus ancianos y la experiencia propia. Las ciudades no tendrían la migración explosiva si se atendiera al campesino en sus pueblos.
Conocí en 8 días (sinceramente insuficientes para entender las variables de la compleja realidad regional) varias opiniones y visiones de la realidad de esta región espectacular por sus vastos recursos, naturaleza, bosques, belleza, exuberante riqueza natural, rica cultura, artes ancestrales, producción cafetalera, textil y excelente trato humano en San Cristóbal de las Casas y en la comunidad de Las Abejas, San Juan Chamula y Zinacantán.
Las Abejas es una organización social pacífica y mártir, que nace en 1992, de formación no zapatista y con hondos anhelos de paz, justicia y trabajo comunitario. Auspiciada por el ilustre y querido Obispo Samuel Ruiz.
Aquí, desde el 22 de diciembre de 1997, hay una herida abierta porque no se ha hecho justicia de una masacre de 45 indígenas indefensos que oraban, muchos niños, uno de 8 meses, embarazadas, jóvenes y adultos. Todo indica en genocidio, lo planea el Estado ante su ineptitud y barbarie. Incompetencia y corrupción criminal porque no atiende las necesidades integrales de la montaña.
La población dominante es la etnia Tzotzil, con su propio y fluido idioma, cultura y visión del mundo en salud herbolaria, curanderas, trabajo cooperativo, educación, derechos, responsabilidades y valores humanos.
Barbarie y terror extremo porque el Ejército y los retenes policiacos, estando a 200 metros del crimen de lesa humanidad, planeó fríamente, e instigó a los 50 sicarios, protegió a los grupos paramilitares criminales, paradójicamente vecinos indígenas cooptados por el gobierno zedillista y que fueron entrenados, armados por el ejército comandado por el presidente y mando supremo Ernesto Zedillo Ponce de León.
La intención fue paralizar la organización indígena con saña extrema, llevada al horror y al terror de los paramilitares, y los autores intelectuales de esta masacre, entre ellos el general jefe de la región militar, es tal que no contentos con el homicidio a inocentes, a las cuatro mujeres embarazadas, las laceran para acabar con la vida los niños en su vientre. Esto no tiene nombre pero sí responsables y están impunes a 22 años del crimen. Hay una demanda en la CIDH sin resolución aún.
Antonia, Hermilo y María, miembros de la Mesa Directiva de las Abejas, caída la tarde del martes 9 de julio y en medio de la lluvia, narran en la biblioteca y sala de usos múltiples de su comunidad, la historia completa del nacimiento de esta organización pacífica, desarmada y con un sentido fundamentalmente espiritual.
Las Abejas, en su origen remoto de 1992 de un conflicto intrafamiliar donde fallece el padre de una familia de 3 hijos, y como la herencia de tierras debería repartirse por tercios, a dos hermanas y un hermano. Este acapara el total de la finca de 120 hectáreas y las dos hermanas luchan, para que se les reconozca su derecho al reparto justo. De ahí vienen enfrentamientos y abusos avalados por el PRI, que genera violencia, heridos y una pérdida humana.
Pero las “autoridades”, protectoras de asesinos en medio de su abuso, incompetencia y corrupción, con su vocación de injusticia aplican la técnica del “chivo expiatorio” y encarcelan a quienes transportaban a los heridos de una agresión. Así provocan la indignación y movilización de decenas de comunidades, demandando la investigación seria y justicia verdadera. De ahí nace la necesidad de organización y de una identidad; seleccionando primero el nombre de “hormiga”, pero evoluciona finalmente a “Las Abejas” por el significado de esta especie productiva admirable, en el equilibrio ambiental, de intenso trabajo en grupo, y una Reyna que la asocian a un espíritu divino.
Continuará.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com