En memoria del maestro y amigo Sergio Quiroz Miranda.
Aquella mañana, la primera intención fue conocer San Andrés Larrainzar, ahí en esa comunidad, en 1995 se habían firmado los acuerdos de paz y reconciliación del EZLN con los representantes del gobierno genocida de Ernesto Zedillo. Pero en estrecha calle General Miguel Utrilla, ahí se atravesó Acteal y Chenalhó y me ganó la memoria y la curiosidad, y ante tal oportunidad, pospuse todo, de conocer Rancho Nuevo, el Cañón del Sumidero. Lo moví para después, cosa que nunca paso, los días son brevísimos cuando estás buscando cosas nuevas.
Subí al taxi colectivo. Cinco personas y sale a su destino. Bromee a los choferes para que me mostraran la licencia de conducir y pedirles que le bajes dos rayitas a la velocidad, y no se acercan demasiado al siguiente auto. El taxi cobra 65 pesos hasta El Monumento a Acteal donde se rinde un homenaje a las 45 víctimas de la matanza del 22 de diciembre del 1997.
Por la ruta Mitontic y Pantelho la carretera serpentea con curvas forzadas cuesta arriba, son casi 55 kilómetros de cañadas, bosques de pinos, milpas, comercios, talleres, venta de gasolina, escuelas, por cuesta, descenso y mil topes. Así regulan la velocidad en las zonas habitadas que están rozando la orilla de la carretera pavimentada. Caminos en buenas condiciones, salvo tres derrumbes. En las crestas de las montañas junto a los pinares, trabajan maderas, bancos de arena, piedra y grava. No vi policía, ejército, el 5 y 9 de julio 2019. Sólo ceremonias de fin de ciclo escolar.
Al llegar a Acteal, comunidad de Las Abejas, junto a humildes viviendas de madera, encontré dos imágenes que explican los hechos del Lugar. En forma de estela con 45 rostros de la tragedia, de recibir los disparos del AK-47 y R-15 de aquella tarde de oración y ayuno en Las Abejas, y la placa, además de una pared de lámina, que alude a los hechos de la tragedia histórica decidida por Zedillo.
A 200 metros está la fachada de un centro operativo del EZLN (zapatista): escuela primaria autónoma, una tienda cooperativa, un almacén de construcción, un trascabo y un pesado camión de transporte de materiales. Ahí en las paredes de las casas se escriben consignas contra la siembra de mariguana y amapola, el consumo de alcohol, los abusos, drogas, y consignas que informan de que estas pisando territorio autónomo zapatista y “aquí se manda obedeciendo”.
Hablé con el encargado de la cooperativa. ¿Quiénes son responsables de esta comunidad? Mientras pasaban por la calle dos familias campesinas, con sendos machetes al cinto como una esencial herramienta de trabajo.
Hubo respuesta inmediata, a la distancia apareció Julio, saludos, presentación, y le solicité una charla sobre las comunidades zapatistas, le mostré en mi teléfono que aún recibía señal de satélite, los temas de esta columna sobre los temas de derechos humanos de 50 mil jornaleros indígenas en BC, en el Valle de San Quintín el imparable cáncer de los pesticidas que aun aplican las transnacionales, el atropello de Derechos Laborales, de salud, de educación, la impune violación de las mujeres y de DDHH.
De nada sirvió para una apertura franca y romper el hielo. Había que picar piedra para ganar credibilidad de los campesinos, que por muchas razones, tienen todo el derecho de dudar y cuestionar y ver con ojos de desconfianza a extraños. Me oriento a Pueblo Nuevo a solicitar autorización de los comandantes zapatistas y conversar sobre de la Guardia Nacional, el Tren Maya, el Transístmico, hidroeléctricas a lo que se oponen, el proyecto de gobierno de la 4T, y el quehacer de ocho meses que tiene a Andrés Manuel montado en el elefante reumático del Estado.
Los zapatistas tienen una postura claramente crítica anti Morena, ¿por qué? “El Estado y los empresarios son los que siempre ganan, y a los pueblos solo les llega la carga del trabajo duro y las migajas del centralismo”. Prosiguió: “Hasta hoy nada ha cambiado para nosotros. La construcción del Tren Maya, la hidroeléctrica tienen total resistencia de las comunidades zapatistas, nos oponemos a la Guardia Nacional como método de ‘control’ de la violencia. Es el mismito Ejército que mandan a reprimir, nosotros conocemos el hueso del ejército en Chiapas y son torturadores y se extienden con paramilitares genocidas entrenados para paralizar las libertades, la crítica y nuestra reconstrucción, sembrando terrorismo de Estado con las desapariciones forzadas”.
Paradójicamente las fuerzas armadas mexicanas son 95% pueblos indígenas.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com