De donde los tecolotes duermen de día,
de donde los tecolotes cantan de noche,
¡de allá vengo, de allá voy!
Soy náhuatl que a diario se convierte en tecolote
y vuela por las noches observando al mundo y a su gente.
Vuelo alto y bajo, saludando a las blancas lunas
y a las centellantes mariposas.
Mis ojos me hacen ver las distancias, miro mis presas,
alisto las garras y me lanzo en picada con garras de pico
las tomo y bendigo al Dador de la Vida.
Como soy ave mexicana, muy mexicaa,
el señor del Lejos del Junto me dio una triste cualidad:
que mis cantos sean funestos para el mexicano.
Por eso mi cantar quiero, pero mi misión es:
volar, observar y cantar sobre los cielos,
a cientos de chozas y palacios
y al “indio” que le toca ese día en suerte
visitar, quiéralo o no al Dador de la Vida.
¡Un solo canto y el indio muere!
De donde los tecolotes duermen de día,
de donde los tecolotes cantan de noche,
¡de allá vengo, de allá soy!
Y al son de los cantos de chirimías y del teponaxtle
¡los indios mueren como cañas rotas!
Atentamente,
Dr. J. Fernando Jaramillo C.
Tijuana, B.C.