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martes, febrero 20, 2024
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“Kiko El Villano”

En los cuentos viejos para niños, esos que tienen estructuras simples y narrativas menos complejas, usualmente había un protagonista, un héroe que representaba todo lo bueno, y un antagonista, un villano que representaba todo lo malo. En ocasiones, cuando la trama era un poco más rebuscadas, esa fuerza que genera el conflicto en la historia, era protagonizada por varios personajes, no solo uno.

Comparada con aquellos cuentos, la derrota que los panistas encabezaron el 2 de junio en Baja California ha tenido varios antihéroes como protagonistas a lo largo de los 30 años que el partido se instaló y se desgató en el poder. Por recordar, su héroe Ernesto Ruffo Appel, convertido en el primer gobernador de oposición en 1989, quien a principios de la década de 2000 promovió la aplicación e imposición de un irregular Crédito Japonés en temas de aguas, y vale decir que los panistas que se opusieron a aquellos actos de corrupción, fueron corridos del gobierno y prácticamente exiliados.


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Cada uno de los cinco sexenios panistas tuvo sus temas de corrupción, de irregularidades,  abusaron el recurso, engrosaron la nómina, asignaron proyectos a sus compadres, incluso solicitaron comisiones por asignar proyectos de gobierno. Hechos que fueron consignados por la prensa y enterrados en la limitada memoria social, no sin antes generar el bipartidismo, con el regreso de los priistas a algunas alcaldías y diputaciones.

La razón por la que las antipatías de los panistas por un lado, y de la ciudadanía apartidista por otro, se concentran en la persona del gobernador saliente Francisco Vega de Lamadrid radica en dos puntos: por un lado, los excesos en cobro de comisiones en la entrega de proyectos, de apoyos rurales, los recursos para organizaciones sociales y la imposición de Asociaciones Público Privadas a través de contratos abusivos que comprometen las finanzas estatales por los siguientes 30 años, que en seis años llevó la poca credibilidad en el gobierno panista a un trampolín de caída libre.

Pero todavía más frustrante para los gobernados y los propios panistas, es la indolencia  del mandatario en funciones, quien así como ha negado los actos de corrupción evidenciados por la prensa y la sociedad organizada en su gobierno, entrevistado por la prensa local tras conocerse los resultados electorales en los que Movimiento Regeneración Nacional con su 42 por ciento superó el 22% de la votación obtenida por los panistas, al momento de hacer números recordó que en su sexenio, el Partido Acción Nacional recuperó algunos puestos públicos, y relacionó la derrota con la ola morenista de Andrés Manuel López Obrador.


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Días después, con las finanzas estatales en crisis, “Kiko” anunció como en años anteriores que se va de vacaciones a Europa. El boletín oficial reporta una gira de trabajo por Irlanda,  Alemania, Francia y España. El señor gobernador se lleva a su esposa y al secretario de Desarrollo Económico, Carlo Bonfante, quien también lleva a su esposa.

De esta manera, “Kiko” deja plantado al gobernador electo Jaime Bonilla Valdez y a su equipo, con quienes había establecido un compromiso para iniciar personalmente la transición. Se va y los deja acordando con un funcionario de segundo nivel.

Todavía más, lo hace con actividades en las que un mandatario saliente, al que le quedan cinco meses y ni siquiera participará en el próximo presupuesto, tienen poco que ofrecer: visitas diplomáticas, captación de nuevas compañías en la industria aeroespacial -la cual por cierto ya funciona sola- y visitar empresas que ya están establecidas en Baja California, para conocer sus planes de expansión. Seguramente la justificación será que ya estaba planeado.

También frente a la prensa, el gobernador hizo otras declaraciones aparentemente evasivas, pero bastante razonables: “Como persona, ser humano y panista que he sido por muchos años, claro que me siento triste y preocupado, en el tema de la responsabilidad, creo que llevo una parte, pero muchos llevamos parte”,  y nunca más sincero, porque más allá del desgaste o la corrupción histórica del partido, los actos ilegales o abusivos ejercidos en su gobierno, esos que estaban frescos en la mente de los residentes bajacalifornianos que fueron a  ejercer su voto,  no los cometió solo.

Hubo un Partido Acción Nacional, unas bases panistas, una dirigencias, unos diputados blanquiazules, secretarios de Gobierno, secretarios particulares, oficial mayor, otros funcionarios menores, algunos de base otros de confianza, que por acción u omisión permitieron las irregularidades, ilegalidades o inmoralidades de las que hoy empiezan a pagar consecuencias. Así que esos panistas que hoy levantan el dedo acusador, tampoco están libres de culpa y muchos de ellos también deberán ser investigados como el titular del Ejecutivo del Estado, esto si Jaime Bonilla consuma el compromiso de pugnar por el procesamiento de quienes provocaron la crisis financiera estatal.

Será cuestión de ver  hasta dónde puede llegar con panistas que se convirtieron en especialistas de la extorsión disfrazada de comisión, así como la manipulación e interpretación de la Ley para auto favorecerse.

De hecho, si esas indagatorias se realizan de manera exhaustiva, la justicia debería alcanzar a los representantes de partidos que desde una falsa oposición, le sirvieron de comparsas en votaciones del Congreso. Pero de nuevo, todo depende de que otro político cumpla sus promesas.

Entonces, si los panistas que perdieron el poder,  los que se quedarán sin trabajo o la ciudadanía afectada por los abusos y desaseos del gobierno estatal quieren encontrar un culpable como cabeza de sector, el villano favorito de este sexenio será el aún gobernador Francisco Arturo Vega de la Madrid, quien incluso perdiendo ganó, porque pese a ser un mal administrador público y un político perdedor, es ahora un empresario más exitoso, o por lo menos más adinerado.

Pero como él mismo lo expresó, “muchos llevan parte”. Ninguna de sus acciones, decisiones o determinaciones como gobernador, positivas o negativas, buenas o malas, las concretó solo.

Autor(a)

Rosario Mosso Castro
Rosario Mosso Castro
Editora de Semanario ZETA.
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