Olivia Wilde es una gran promesa en el cine y eso queda muy claro después de esta estupenda comedia que ella dirige y parte de un lugar común: el incierto fin de la educación escolar para dos adolescentes que están a un pie de la universidad y la vida adulta.
A diferencia de otras películas que han abordado el tema -pensemos, claro, en “American Pie” y “Footloose”-, esta vez las protagonistas son dos chicas que no han hecho otra cosa más que estudiar para poder ingresar a colegios tan prestigiosos como Yale y Columbia, sin embargo, en la recta final hacia la graduación, concluyen que han dejado la diversión de lado, por lo que buscan hacer todo de golpe.
Más al estilo “Ladybird”, pero con un acertado matiz cómico, el guion escrito por la tropa de Susanna Fogel, Emily Halpern, Sarah Haskins y Katie Silberman es una verdadera joya, bien explorada por Kaitlyn Dever y Beanie Feldstein, dos jóvenes actrices para recordar.
Dever interpreta a Amy, la más retraída del par -que además es gay-, mientras que Feldstein da vida a Molly, la extrovertida, la ocurrente.
Por supuesto que están los clichés, pero funcionan. Particularmente la fiesta, el amor no declarado, los excesos, los enredos de una noche de desenfreno, todo con la frescura de este par de personajes atípicos pero convincentes.
Otra razón indudable por la que el filme funciona es la química entre las dos talentosas artistas que hacen creíble la entrañable amistad cimentada en la inteligencia no solo para la academia, sino para la vida, mientras uno se muere de risa desde la butaca. Bien por este largometraje, ya era hora que algo así apareciera en cartelera. ****
Punto final.- “Godzilla” el fin de semana, ¿deja vu?