El triunfo tan apabullante de Andrés Manuel López Obrador el año pasado trajo consigo una serie de daños en la “línea de flotación” de los partidos políticos. Más allá de perder las elecciones los institutos políticos prácticamente desparecieron del debate nacional.
Es verdaderamente triste ver cómo la oposición se desintegró y no encuentran ni el camino, ni la forma, ni los liderazgos para hacer frente al nuevo gobierno.
En el PAN aún se pagan facturas de la forma tan estrepitosa que Ricardo Anaya y su grupo perdieron los comicios, este partido político vive su peor crisis aunque algunos no se hayan dado cuenta o simplemente se nieguen a reconocerlo. Su actual dirigente Marko Cortés llegó arropado por sus gobernadores pero repentinamente desapareció. Existen infinidad de temas y yerros por parte del nuevo gobierno y el PAN no encuentra la fórmula adecuada para transmitirle a la población las consecuencias de las decisiones fallidas.
El PAN nacional está sostenido del panismo local, es decir hay trincheras donde verdaderamente se están dando batallas y no es gracias a la participación de sus dirigentes sino a la lucha y el arrojo de ciertas figuras regionales.
Si no sucede algo que cambie la dinámica local el PAN perderá su bastión más simbólico: Baja California, un estado gobernador por el blanquiazul por 30 años. Puebla después de la desgracia por la muerte de Martha Erika Alonso está destinado al fracaso para los intereses panistas. Donde pueden alzarse con la victoria es en el municipio de Aguascalientes y la capital en Durango.
El PRI por su lado vive momentos donde se juegan la sobrevivencia. Si bien hay un importante número de estados donde gobiernan nadie les hace caso, es como si se los hubiera tragado la tierra. En las entidades donde no son autoridad están al borde del exterminio, simplemente en Baja California pueden perder el registro como instituto político lo cual reflejaría perfectamente el problema por el cual atraviesan.
Del PRD ni las cenizas quedan, Morena a través de López Obrador le arrebató la bandera izquierdista como se le quita la paleta a un niño. Cuesta trabajo recordar algún nombre perredista connotado, los pocos que quedan se pelean las sobras como perros y gatos. Su vida está por llegar a su fin.
Los institutos políticos como Movimiento Ciudadano o el Partido Verde se convirtieron en rémoras de todos los partidos, es lo más parecido a la prostitución pero desde el ámbito de la política ya que se acuestan con cualquiera siempre y cuando les ofrezcan posiciones y dinero.
Es increíble que quienes han surgido como opositores “de facto” no son instituciones públicas, sino medios de comunicación como el caso del periódico Reforma que todos los días da cuenta de los atropellos y excesos de la llamada Cuarta Transformación y con quien López Obrador así como sus seguidores han emprendido una campaña de desprestigio. Otros comunicadores como Ciro Gómez Leyva o algunos “influencers” en las redes sociales han sido fuertes críticos, pero hasta ahí.
Tenemos el caso de Gustavo de Hoyos, dirigente nacional de la COPARMEX, quien si bien ha sido muy participativo y puntilloso en los señalamientos contra las malas decisiones de AMLO, tiene en su contra que defiende los intereses de los poderosos del país los cuales poseen una pésima imagen ante la población común y corriente quienes son la base del apoyo incondicional de López Obrador.
Así, pues, estamos ante momentos muy complicados donde la oposición partidista se esfumó y aquella que ha surgido en el camino intenta hacerse escuchar pero de manera aislada y efímera.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro