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viernes, febrero 16, 2024
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La peor crisis

El diputado federal, ex secretario general del PRI y además ex gobernador de Coahuila, Rubén Moreira, lo dijo claramente: “El PRI vive el momento más difícil de su historia en 90 años… y la única manera de enfrentarlo es con una elección abierta donde participe todo aquel que se sienta priista y se haya registrado alguna vez en nuestro padrón”.

En medio de la derrota de 2018, cuando pasaron a ser la tercera fuerza política del país con poco más de 7 millones y medio de votos a su favor, con una reducida bancada en el Senado de la República compuesta por 13 legisladores y tan solo 47 diputados en la Cámara Baja, el Partido Revolucionario Institucional ciertamente vive su peor momento, su peor crisis.


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De ser el partido todopoderoso, hoy día solo tiene representación gubernamental en doce estados de la República: Campeche, Colima, Coahuila, Estado de México, Guerrero, Hidalgo, San Luis Potosí, Sonora, Sinaloa, Oaxaca, Tlaxcala y Zacatecas, y está a punto de perder dos elecciones a gobernador, en Puebla y en Baja California.

Aun en esa debacle política, auspiciada en mucho por el tufo de corrupción en el sexenio que fue encabezado en la Presidencia de la República por Enrique Peña Nieto, la candidatura presidencial otorgada a un “independiente” como José Antonio Meade y los ex gobernadores en prisión: Javier Duarte, de Veracruz; Tomás Yarrington, de Tamaulipas;  Roberto Borge, de Yucatán; Mario Villanueva, de Quintana Roo; Jesús Reyna, de Michoacán (Flavino Ríos, de Veracruz, y Andrés Granier, de Tabasco, fueron liberados), así como otro tanto en calidad de prófugos, como el Duarte de Chihuahua y el Marín de Puebla, efectivamente el PRI vive su peor crisis, pero aun así, están divididos, y ahora mismo pelean el poder partidario.

Hace unos días el también diputado federal, Héctor Yunes, sugirió a la presidenta del PRI nacional, Claudia Ruiz Massieu, renunciar a la dirigencia de una buena vez porque nada está aportando ni para la armonización del proceso interno, ni para la postura de oposición que frente al gobierno de Andrés Manuel López Obrador, debía enfrentar. Un día después, la senadora solicitó licencia a la Cámara Alta para dedicarse de lleno a la política partidista, por lo menos de aquí a septiembre, cuando elijan a un dirigente nacional (la sobrina del ex presidente Carlos Salinas de Gortari entró por prelación a la salida de Manlio Fabio Beltrones Rivera).


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Hace unos días, en medio de una discusión en el Consejo Político Nacional del PRI, luego que ante el Instituto Nacional Electoral únicamente pudiesen documentar un millón 159 mil 320 de militantes sobre un padrón de 6 millones 787 mil 761, acordaron dos temas. Primero, que la elección la harían los propios priistas y no la autoridad nacional electoral; y dos, que se elegiría al próximo presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PRI por medio de voto directo de la base… de los 6.7 millones, con todo e inflados, e incluidos los poco más de un millón documentados.

Catalogados como una oposición negociadora, los priistas no se ponen de acuerdo en su dirigencia. Lo que sí pueden acordar con Movimiento Regeneración Nacional, el PAN o con el partido que les toque acordar y sacar provecho, al interior del tricolor no lo pueden hacer. De tal forma, son seis quienes aspiran a dirigir los vestigios del Revolucionario Institucional.

El ex rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, José Narro; la ex gobernadora de Yucatán, Ivonne Ortega; el todavía gobernador de Campeche, Alejandro Moreno; el ex gobernador de Oaxaca, Ulises Ruiz; un ex diputado federal, Ramón Martel; y una ex delegada de la Secretaría de Relaciones Exteriores, Lorena Piñón.

Aun cuando hay quienes dicen que la verdadera lucha será entre Ivonne Ortega y Alejandro “Alito” Moreno, es conocido que Narro es apoyado por una ala tricolor que durante los doce años del Partido Acción Nacional en la Presidencia de la República, mantuvo el poder del PRI a costa de negociaciones políticas con el poder.

La realidad es que en el PRI se están peleando por levantar los pedazos y empezar a unir las grietas que ha dejado el triunfo de Morena en el país. Cada vez más priistas (aunque no es exclusivo de ese partido) se pasan a las filas del partido fundado por el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, encontrando en ese instituto lo que antes tenía el partido tricolor: poder, una estructura clientelar, una política populista, entre otros atractivos para los priistas.

Claudia Ruiz Massieu dejará el PRI en su peor crisis, con la mínima representación legislativa, acotado en las cúpulas de la toma de decisiones, minimizado en los estados y encaminados a una derrota segura en las elecciones 2019, en las cuales en muchas entidades federativas harán los posible por no perder el registro tras haber perdido la credibilidad, la confianza y la presencia política.

El PRI que sobreviva a la elección interna de septiembre, deberá renacer para ser una oposición real… o condenarse a la negociación política, apostándoles a gobiernos de coalición cuando los votos no les favorecen.

En la peor crisis de su historia, el PRI va derechito a otra división interna.

Autor(a)

Adela Navarro Bello
Adela Navarro Bello
Directora general del semanario ZETA, Consejero de Artículo 19 y del CPJ para las Américas, entre otros reconocimientos, tiene el Maria Moors Cabot 2021 de la Universidad de Columbia.
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