Las mujeres y las niñas somos más de la mitad de la población del mundo y somos las primeras en sufrir los embates de las crisis mundiales, las primeras en vivir las carencias y las faltas de oportunidades para el desarrollo.
Es innegable que la desigualdad entre los géneros persiste y que combatir la discriminación, profundamente enraizada, que a menudo es consecuencia de actitudes y acciones patriarcales implica grandes esfuerzos, más grandes que los que ya hemos hecho y más cuando se trata de hacer justicia por las que enfrentan mayores amenazas a su vida y sus derechos, como son las mujeres migrantes, las niñas o las mujeres de comunidades indígenas, entre otras.
Bajo esas circunstancias, mujeres en todas las latitudes luchamos por nuestros derechos y por los de otras mujeres y desde diversos frentes empujamos al Estado para que cumpla con sus obligaciones.
Definitivamente reconocemos avances en esas tareas, a pesar de los grandes pendientes, uno es la reciente incorporación del término “sororidad” en el Diccionario de la Real Academia Española, término que cada vez está más presente en nuestro lenguaje y en los medios escritos, a pesar de que tiene ya más de 50 años cuando la escritora Kate Millett, líder del feminismo en los 70´s, propuso esta palabra con el fin de recoger una idea por la que luchaba en su día a día como férrea activista: Conseguir una unión social entre mujeres sin que existieran diferencias de clases, religiones o etnias.
Bajo el lema “Women of the world, unite!”, Millet acuñó la palabra “sisterhood”, la cual se tradujo a nuestro idioma añadiendo el término latino “soror” (hermana). Es sin duda una idea que inspira, porque lejos de quedarse en la mera etiqueta, busca alentarnos, fortalecernos como colectivo y visualizarnos en nuestros contextos cotidianos para conseguir cambios.
Sororidad es un término utilizado para referirse a la hermandad entre mujeres con respecto a las cuestiones sociales de género, habla de la lucha de las mujeres unidas con objetivos comunes a pesar de sus diferencias y busca la incidencia en la política y la legislación. La sororidad va mucho más allá de la solidaridad, la sororidad plantea objetivos específicos que nacen de la necesidad de salir de las opresiones.
A nivel lingüístico, la palabra sigue el mismo patrón que fraternidad, cuya raíz latina es frater (hermano), pero en este caso la raíz sería soror (hermana), aludiendo así a la relación entre iguales de las personas de sexo femenino.
La Real Academia Española (RAE) -institución dedicada a la regularización lingüística mediante la promulgación de normativas dirigidas a fomentar la unidad idiomática entre o dentro de los diversos territorios que componen el mundo hispanohablante- dispone estas dos acepciones de la palabra sororidad: “amistad o afecto entre mujeres” y “relación de solidaridad entre las mujeres, especialmente en la lucha por su empoderamiento”.
El término sororidad es una de las 2 mil 451 modificaciones realizadas al Diccionario de la Lengua Española en su edición de 2018.
La sororidad es un pacto social, ético y emocional construido entre mujeres. Es saber, ante todo, que juntas somos más fuertes que por separado, que el empoderamiento solo es posible si creamos fuertes alianzas entre nosotras, tratándonos como hermanas y no como enemigas. Una relación fundamentada en nuestra valía como colectivo con la intención de generar un auténtico cambio en nuestra sociedad.
Imaginar la ciudadanía de las mujeres e ir construyendo lo que hoy llamamos derechos humanos de las mujeres ha requerido el encuentro político entre mujeres dueñas del lenguaje, el pensamiento y el análisis político sobre la situación y la condición de las mujeres, ha requerido sororidad.
Melba Adriana Olvera es Presidenta de la Comisión Estatal de Derechos Humanos en Baja California
Correo: melbaadriana@hotmail.com