El hombre y la mujer son libres por naturaleza, pero esa libertad tiene limitantes. La libertad llega hasta donde llega el derecho de otro, el Estado está creado para tutelar valores de orden superior sin los cuales la sociedad se convierte en anarquía, haciendo inaplicables las normas tituladas como derechos humanos y que son el medio para conseguir la tranquilidad y paz social.
No hay libertad absoluta, se es libre porque se establece jurídicamente.
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En la época actual, decimos que la nuestra es una sociedad democrática, que decimos tutela la facultad que tienen los individuos de hacer o dejar de hacer algo.
El instrumento limitante de la libertad es un conjunto de normas constitucionales legales y convenciones internacionales, derivado de un orden jurídico que el hombre se ha dado a sí mismo para evitar la anarquía y la violencia que esto puede entrañar.
Actualmente se está presentando un fenómeno interesante desde el punto de vista jurídico, sociológico, económico y político, por las consecuencias que puede acarrear al desarrollo cultural de las sociedades modernas, y esto es, el surgimiento de gobiernos de facto, haciendo de la autoridad legítima una falacia y que dan origen a gobiernos inoperantes o llamados también fallidos.
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La aspiración de la sociedad moderna debe de regirse por una filosofía humanista que favorezca a los estratos marginados de la sociedad.
En conclusión, debemos de entender que los cárteles, bandas, mafias, pandillas, etc., que operan fuera de la ley, no solo se convierten en facilitadores de conductas delictuosas, sino que realizan comportamientos contrarios a la protección de bienes que se sustentan en los valores más importantes para el ser humano que dan al traste con la paz y el humanismo al que deberíamos de aspirar todos, pero además, el crimen organizado impulsa la adicción a las drogas y se hermana con el consumismo, el pragmatismo, la corrupción y la impunidad.
Arnoldo Castilla es abogado y catedrático de la UABC.
