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sábado, febrero 17, 2024
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¿Quién es cristiano?

“El cristiano mira en torno, desconcertado: se le ha desprendido algo

que lo envolvía como un manto cálido y protector, y se siente


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desnudo. Se siente un fósil de edades pretéritas”. Hans Urs Von Baltasar

 

Cuando encontraron muerto a don Héctor Terán Terán, ex gobernador de Baja California, un 4 de octubre de 1998, en la Casa de Gobierno en Mexicali, “El caballero de la política”, como todos los días acostumbraba, había hecho su media hora de meditación. Así, la muerte lo sorprendió en oración.


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Antes del estresante trabajo diario, la meditación le daba a don Héctor una paz que todos admirábamos, incluso sus oponentes políticos. A su funeral llegaron personajes como el Arzobispo Ulises Macías, para expresar en la predicación y compararlo a San Francisco de Asís, un caballero de la vida pública al servicio de la comunidad.

El sepelio fue un mar de gente y de llanto y lamentaciones. En un gesto sorprendente de gratitud el pueblo salió a despedirlo desde la Catedral hasta el cementerio. Su muerte, fue gloriosa a los ojos de la mayoría. Una personalidad entre la paciencia y el pragmatismo dinámico de la modernidad.

A la pregunta de ¿quién es cristiano? O los que se denominan cristianos, ¿en qué se basan para autocalificarse así? ¿Tal vez en la costumbre, en la tradición, en lo que aprendieron de memoria durante los años de instrucción religiosa? ¿Cuál es el fundamento de todo esto? ¿Qué criterio justifica la tradición, el catecismo, la práctica sacramental? ¿El evangelio? El evangelio que ve las cosas de una forma distinta.

¿Quién es capaz de responder a todos esos jóvenes que a menudo hoy se siguen haciendo preguntas?

Estas preguntas planteadas por Von Baltasar, un teólogo suizo muerto en 1988, la víspera de ser consagrada Cardenal en Roma, son cuestiones esenciales para todos.

Expone Von Baltasar que hay quienes admiran honestamente la perene “capacidad de rejuvenecimiento” de la Iglesia; mientras otros lamentan en privado que unas doctrinas defendidas tenazmente durante tanto tiempo sean abandonadas, arrumbadas, desmanteladas como elementos superfluos o bastiones anticuados. ¿Cómo responder inequívocamente la pregunta “quién es cristiano?

Y tú, cristiano, ¿dudas aún en adoptar el nuevo ritmo de una humanidad que dispone de sí misma? No es que te lances bajo sus ruedas, es que las ruedas ya han pasado por encima de ti.

Von Baltasar explica que hoy necesitamos todos, también tú, que has mirado durante tanto tiempo, demasiado tiempo, en dirección a Dios, un giro inverso, una vuelta radical: conversión al mundo. ¿No entra esto dentro de tu propia lógica cristiana? ¿No fueron enviados los primeros discípulos de vuestro Fundador al mundo entero? Te contradices al pretender quedar parado cuando todos avanzan.

Al desaparecer la religión, desaparece automáticamente la forma de ética basada en ella. También tú, colega cristiano, eres material de estadística. Un determinado porcentaje de la humanidad es supuestamente cristiano. Y una fracción de él es (más supuestamente aún) católica.

Los muertos tuvieron su responsabilidad, nosotros tenemos la nuestra. Cuentan que Goethe dijo a Riemer: “Los humanos son productivos en poesía y en arte mientras son religiosos: después, se vuelven imitadores y repetidores –como nuestra generación del siglo XXI–, como nos pasa a nosotros con la Antigüedad, cuyos monumentos fueron productos de la fe y nosotros nos limitamos a copiar desde el ensueño y la fantasía”.

El cristiano se avergüenza de su pasado cuando lo contempla con ojos de “hombre moderno” (las hordas que recorren Europa presurosas y ciegas, de monumento en monumento, no entran ya en la cuenta: son termitas de la decadencia). Pero el cristiano no debería avergonzarse. Tendría que saber distinguir entre la fe y su expresión. La fe puede ser infinita, si ama: la obra finita. La fe puede ser intemporal, la obra es temporal.

No te hagas cristiano, un descreído que ya nada ve, pues en dádiva has recibido los ojos de la fe. No te dejes dominar de extrañas ideologías sin fundamento. No te dejes convencer de que la cristiandad antigua viviera de espaldas al mundo. El cristiano tiene que saber contemplar ocasos a su alrededor sin que por eso se le ponga el sol. Y los ocasos le sumirán sin duda en las sombras, en eso que se suele llamar noche del mundo y eclipse de Dios. Pero le está vedado ponerse sombrío por supuestos motivos de compasión. “Hijos de Dios sin tacha en medio de una gente torcida y depravada, entre la cual brilláis como lumbreras del mundo” (Flp. 2, 15). (Quién es cristiano? Hans Urs Von Baltasar).

 

Germán Orozco Mora reside en Mexicali.

Correo: saeta87@gmail.com

 

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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