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martes, febrero 20, 2024
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Problema espinozo

Hace una semana, Armando Vega Gil, músico de 64 años del grupo “Botellita de Jerez” de rock en español, fue acusado anónimamente por supuestamente haber acosado a una niña de 13 años, hace 14 años. El señalamiento se sumó a una ola de acusaciones contra músicos, académicos, escritores y periodistas mexicanos que había inundado las redes desde marzo. Vega negó haber cometido abuso alguno y anunció en Twitter la decisión de quitarse la vida tras señalar que en las redes sociales no tenía forma de defenderse.

El movimiento #MeToo para denunciar actitudes de acoso y violaciones sexuales no tuvo mucha fuerza en México cuando surgió en 2017 a raíz de una serie de acusaciones contra el productor estadounidense Harvey Weinstein. Pero en el último mes ha tenido un enérgico impacto en nuestra sociedad. En México las mujeres están en riesgo constante de sufrir acoso o algún tipo de violencia psicológica, física o sexual y los casos de feminicidio se cuentan a razón de 7.5 por día, según ONU Mujeres.


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El ámbito hospitalario, no se encuentra exento de estos abusos, basta con teclear las palabras “enfermera” o “enfermeras” en Facebook para que su buscador envíe sugerencias de la imagen sexualizada de esta profesión. “Hot en minifalda”, teniendo relaciones sexuales, en minifalda, ardientes videos, en tanga, es lo que la red social considera que se busca respecto a las mujeres profesionales de la salud. Facebook no es el único; en google sugiere hot, sexy o disfraz y la búsqueda, aun cuando no incluya estos términos, arroja varias imágenes de mujeres con prendas que cubren muy poco.

Los comentarios sexuales sobre las partes del cuerpo o la anatomía, las miradas y el indeseado tocamiento, los abrazos y las palmaditas se encuentran entre los tipos más comunes de acoso en el trabajo reportados por enfermeras, sobre el acoso sexual de los médicos. Otras conductas de acoso incluyen repetidamente que se le pidiera una cita o se le brindara atención romántica indeseada continua; infracción en el espacio corporal estando demasiado cerca; recibir mensajes de texto o correos electrónicos no deseados de alguien en el trabajo; y proposiciones explícitas o implícitas para participar en la actividad sexual. Hay estudios que dicen que el 14% de las enfermeras que sufrieron acoso sexual abandonaron sus trabajos como resultado.

En menos del 25% de los incidentes reportados resultan en una investigación, y se toman medidas, por ejemplo, reprimir, despedir o hacer que el acosador se disculpe, en el 38% de esos casos. Los responsables también incluyeron administradores, personal no médico y pacientes.


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La medicina no se diferencia de otras industrias. Predominancia sistémica y culturas de larga data que protegen a las ‘superestrellas’. El movimiento “Me Too” ha puesto estos temas en primer plano… La profesión médica, al igual que otras, debe garantizar la tolerancia cero para las ofensas e investigarlas por completo, independientemente de cuán poderoso o profesional sea el individuo.

Los protocolos son importantes, pero muchas organizaciones los tienen y, sin embargo, las víctimas aún no denuncian el acoso. Eso habla de la cultura de una organización. Se puede tener un protocolo, pero también se necesita cultivar un ambiente donde las víctimas sientan que pueden hablar sin temor por sus trabajos, sus carreras o su reputación profesional. De acuerdo con Ley de Acceso a las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, el acoso sexual es una forma de violencia que consiste en molestias con connotación sexual y donde el agresor se vale de tener una posición jerárquica mayor en el trabajo escuela. Por otro lado, a las ofendidas no se les garantiza que sus derechos laborales y humanos les serán respetado, además temen a quedarse sin empleo cuando el acoso viene de algún superior.

Ante el acoso constante, las estudiantes de enfermería reciben algunas recomendaciones por parte de sus maestras. Usar filipinas largas, ropa sin escote, no acercarse aun cuando toman los signos, son algunos de los “tips” que, aunque no son oficiales se vuelven parte de los conocimientos que se transmiten de una generación a otra.

De veras que este asunto está lleno de claroscuros, por un lado estoy del lado de todas las mujeres que luchan por tener una vida libre del abuso, la violencia, las ofensas, los agravios y cadenas del machismo, el patriarcado y la misoginia; pero por otro lado, movimientos reivindicativos, cómo el #Metoo, se pueden salir de control, denunciando a inocentes, convertidos en villanos y violadores. Y ya se presentan terribles consecuencias: despidos, heridas incurables, desprestigio, carreras truncadas, familias enteras lastimadas. Solo hubo una rectificación de #MeToo: días después de lastimar el buen nombre de un defensor de derechos humanos, que terminó suicidándose… el mecanismo reconoció que la acusación era falsa.

 

Dr. Álvaro de Lachica y Bonilla

Comisión Ciudadana de Derechos Humanos del Noroerste, A.C

Correo: andale941@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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