El escritor mexicano Francisco Martín Moreno emprendió una trilogía con Antonio M. Lugo Olea (AMLO) como protagonista, como una caricatura de Andrés Manuel López Obrador. Para empezar la saga, este año entregó a Alfaguara la novela “Ladrón de esperanzas”. “Yo creo que está claro que este estatismo suicida de Luis Echeverría -que ya vimos que no funcionó- es el que más se puede parecer a lo que está haciendo hoy en día López Obrador”, expresó el autor a ZETA
Apasionado y crítico de Andrés Manuel López Obrador, el escritor Francisco Martín Moreno entregó este año al sello Alfaguara de Penguin Random House la obra de ficción “Ladrón de esperanzas”. Este título es la primera parte de una trilogía en torno a la figura presidencial que en la narrativa se refiere como Antonio M. Lugo Olea (AMLO).
Advirtiendo en entrevista con ZETA que se trata de una novela y no de un ensayo, Francisco Martín Moreno detalló que la primera parte de la saga, “Ladrón de esperanzas”, comienza el 1 de julio de 2018, día en que AMLO ganó la elección presidencial, hasta las dos primeras semanas de gobierno en Palacio Nacional, al 15 de diciembre del mismo año.
Adelantó, además, que para 2021 entregará la segunda parte y la tercera en 2023, un año antes de la elección presidencial de 2024.
“Parto del supuesto de que lo peor que puede pasarles a los mexicanos en este momento es que alguien nos robe la esperanza cuando es lo último que nos queda, eso era mi gran angustia, mi gran preocupación, porque eso es exactamente lo que está sucediendo”, refirió para empezar Francisco Martín Moreno en torno a su reciente obra.
LA CARICATURA DEL MANDATARIO
En “Ladrón de esperanzas”, el autor propone una novela coral donde entrelaza diversos personajes y puntos de vista.
“La novela tiene voces para todos, todo mundo participa, no es una novela donde nada más hablen los empresarios o los chairos o los pirrurris o los fifís, aquí habla todo mundo, eso significó para mí uno de los desafíos de la novela, que todo mundo participara, que todo mundo opinara, que todo mundo contradijera al otro y que estas contradicciones llegaran finalmente a un resumen ideológico que tuviera contacto con la realidad”, refirió Francisco Martín Moreno a este Semanario.
Una de las voces que mantiene expectante al lector es el monólogo que protagoniza AMLO, como una suerte de caricatura del Presidente: “Al acabar mi mandato, el campo producirá como nunca, reforestaremos todo el territorio nacional, creceremos a una tasa del 4% anual, tendremos una sociedad mejor mediante la revolución de las conciencias en el contexto obligatorio de una Constitución Moral. Mi sola presencia en la Presidencia de la República contagiará con un espíritu ético a la nación”, se lee en alguna parte de la novela.
En cuanto al recurso de la primera persona del singular para dar voz al mandatario, Francisco Martín Moreno refirió a ZETA:
“En la primera parte de la novela, AMLO, Antonio M. Lugo Olea, está ahí reflexionando el primer día en que está en Palacio Nacional, él está recordando sus tiempos cuando vivía en la pobreza o en la miseria allá en Tabasco, es una especie como de autobiografía a título personal; preferí, en lugar de ponerlo en voz de una voz omnipresente, pues ponerlo así como si él estuviera recordando el gusto que le daría que su madre, padre y su abuelo vieran que ya era Presidente de la República, que lo hubieran visto con la banda tricolor cruzada en el pecho.
“Dice: ‘qué tal si entrego este país peor de lo que lo recibí, qué tal que no acabo con el narcotráfico, ni siquiera disminuirlo; qué tal que no solo no reduzco el número de pobres sino los aumento; qué tal si no creo los empleos que se necesitan sino se pierden millones en este país; qué tal que todo lo que yo he querido no funciona’. Entonces mi pregunta es: ¿qué tipo de país va a quedar en el 2024 si AMLO fracasa? Todo parece indicar que va a fracasar escandalosamente, por eso es que le puse ‘Ladrón de esperanzas’, no se le puede robar a la gente la esperanza cuando es lo último que le queda”, reflexionó el autor de “Ladrón de esperanzas”.
EL CUESTIONAMIENTO AL “PUEBLO SABIO”
No solo arremete contra AMLO, sino que en “Ladrón de esperanzas”, Francisco Martín Moreno cuestiona al “pueblo sabio”.
— “Los mexicanos vivimos en el mundo de la impunidad. Nos quejamos de las pandillas de gobernantes rateros, ¿pero la sociedad mexicana sí es honorable y tiene la autoridad moral para acusar al gobierno?”. Expresa a su pareja el periodista Gerardo González Gálvez, un personaje en “Ladrón de esperanzas” que cuestiona a los mexicanos. ¿Podría hablarnos de esta corresponsabilidad entre gobierno y gobernados?
“Esa escena es muy interesante. Esta novela también tiene muchos pasajes eróticos y cuando esa pareja está discutiendo en la cama, ella le dice: ‘es que todo el gobierno está podrido’. Y él le contesta: ‘A ver, espérame un momentito, vamos a hacer un análisis de la sociedad, porque yo no creo en las culpas absolutas; para que veas que la sociedad es igual que el gobierno, te voy a dar un ejemplo. A ver, ¿quién es el abogado que se vende a la contraparte?, aquí no tiene nada que ver el gobierno, el abogado se vende a la contraparte; el sacerdote que se roba las limosnas, el sacerdote que viola niños, los arzobispos que perdonan a los violadores de los niños, los médicos que operan a sabiendas que pueden curar al paciente con medicamento, pero si van a la cirugía pues pueden sacar los anticipos para su coche; o pensemos en el agricultor que siembra con fertilizantes cancerígenos más baratos y altamente tóxicos y no le importa; como tampoco le importa al ganadero que inyecta a las reses o a las gallinas con hormonas para tener más leche o para que produzcan más huevos; o el laboratorio que vende medicamentos prohibidos por la Organización Mundial de la Salud. O sea, por todos lados está podrido esto y no tiene que ver con el gobierno, la propia sociedad está podrida’; y ése es el argumento de él.
“Claro, también está el periodista chayotero que recibe dinero o el intelectual mercenario que también vende su inteligencia y conocimientos a cambio de dinero o de una posición encubierta en el gobierno; o sea, todos están podridos”.
— Entonces el personaje de Gerardo González Gálvez, es más autobiográfico…
“Gerardo González es como yo, por ello es que me apasiona tanto porque él dice la verdad, él es un guerrero, no le teme a las consecuencias; dice lo que tiene que decir cuando lo debe decir, porque además no hay nadie que lo pueda señalar con un dedo; o sea, él no ha recibido sobornos de nadie, ni del gobierno, ni de los diputados o senadores, ni de los gobiernos estatales, ni del clero ni del ejército, de nadie.
“Por eso él compró su derecho a decir, porque fue incorruptible, por eso tiene una posición tan crítica en el gobierno y el gobierno no sabe cómo tratar a un periodista porque hay muchos periodistas honorables como él que no están en el mercado y dicen lo que tienen que decir sin miramientos; él significa una presencia digna dentro del periodismo mexicano”.
“COMO EN LOS AÑOS DORADOS DE LA DICTADURA PERFECTA”
Una diversidad de personajes que el lector habrá de reconocer en la política o vida real, desfila por “Ladrón de esperanzas”; por ejemplo, además de Antonio M. Lugo Olea, que evidentemente emula a AMLO, pululan otros políticos como Ernesto Pasos Narro (EPN), Villagaray…
— ¿Por qué no usó los nombres reales de la política?
“Porque es una novela, si yo hubiera hecho un ensayo político no hubiera podido jugar con los nombres, era imperativo que yo pusiera otros nombres que los lectores pudieran identificar de quién se trataba.
“Recurrí por primera vez en mi vida al periodismo de ficción, nunca había recurrido al periodismo de ficción, y tuve que hacerlo porque hay varios elementos que no se pueden demostrar, que no se pueden probar, por ejemplo, el pacto de la impunidad famoso entre EPN y AMLO; no hay ningún pacto por escrito, es más, ni siquiera quienes participaron pudieran rendir un testimonio porque no se atreverían, ni tampoco el propio Villagaray, por eso le puse Villagaray, porque era secretario de Relaciones Exteriores.
“Y como no tengo las pruebas, nadie las tiene, pues tuve que recurrir a la política ficción para poder escribir esta escena donde el Presidente de la República le ofrece a AMLO: ‘yo te voy a pavimentar el camino a la presidencia de la república, te voy a quitar todos los obstáculos, siempre y cuando tú te comprometas a tu vez a no meterme a la cárcel, ni a mí ni a mis secretarios de estado, ni tampoco a mis gobernadores, tienes que renunciar a encarcelar a los integrantes de la Mafia del Poder’.
“Claro, se puede decir que López Obrador no necesitaba de ninguna manera la ayuda de nadie porque iba arriba -pero con mucho en las encuestas-, pero tenía mucho miedo de que los tricolores (PRI), que son tan experimentados en el fraude electoral -y que lo saben hacer con maestría-, pues de repente votaran (el 1 de julio de 2018) de la noche a la mañana siete millones de muertos y se armara un relajo en este país, un conflicto político social tremendo.
“Entonces, como AMLO no se quiso exponer a un fraude electoral como se supone se le había cometido en su contra, bueno, simple y sencillamente pactó con ellos. Desde la época de Santa Anna, yo -que ya tengo una treintena de libros escritos- no he visto una traición de semejantes dimensiones, de las dos partes; por eso recurrí al periodismo de ficción, porque yo no podía probar nada de lo que yo estaba sosteniendo”.
— A propósito de la política ficción, ¿se está cumpliendo el pacto entre AMLO y el PRI?
“Claro, se está cumpliendo todos los días. Decía AMLO: ‘van a faltar cárceles para encerrar a los integrantes de la Mafia del Poder’, y de repente dice ‘perdón a la Mafia del Poder, están perdonados todos, no voy a encarcelar a nadie, no voy a perseguir a nadie’; entonces, es una traición al electorado que votó por él porque estaba harto de la corrupción, estaba harto de la putrefacción política de este país y, sin embargo, a pesar de que se traiciona al electorado, a pesar de que él no cumple su promesa de campaña se dispara la popularidad del Presidente; entonces, son partes del pueblo sabio que nadie entiende”.
— “Qué poder judicial ni qué poder judicial, aquí todos beben y comen de mi mano a la antigüita, como en los años dorados de la Dictadura Perfecta”, refiere Antonio M. Lugo Olea en su locura en “Ladrón de esperanzas”. ¿A qué sexenio del PRI del Siglo XX se parece más la incipiente administración de Andrés Manuel López Obrador?
“Yo diría que al que más se parece es al sexenio de Luis Echeverría (1970-1976). Todos vimos cómo los precios fijos de garantía fueron un auténtico desastre económico, ¿y ahora qué hace este gobierno? Vuelve a los precios de garantía; por dar un caso, dijo Echeverría: ‘a partir de hoy la leche va a costar tres pesos, ya estamos hartos de los hambreadores del pueblo que la venden a cinco pesos’. Lo fueron a ver los hambreadores del pueblo y le dijeron: ‘señor Presidente, el costo de un litro de leche son cuatro pesos, no podemos venderla en tres porque vamos a quebrar’; les contestó: ‘son ustedes unos embusteros, son ustedes unos ingratos’.
“¿Qué pasó en los siguientes cuatro meses? Se vendieron las vacas en canal en los rastros porque no había dinero ni siquiera para alimentarlas, tuvimos que empezar a importar leche holandesa en polvo”.
Hacia el final de la entrevista con ZETA, Francisco Martín Moreno sentenció: “O sea, no se aprende de la experiencia, ahora volvemos a lo mismo. Entonces, yo creo que está claro que este estatismo suicida de Luis Echeverría -que ya vimos que no funcionó- es el que más se puede parecer a lo que está haciendo hoy en día López Obrador”.