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lunes, septiembre 30, 2024
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Goyo Cárdenas: el estrangulador de Tacuba(Primera parte)

 “Los animales feroces no matan nunca por placer. Únicamente

al hombre le divierte la tortura y la muerte de sus semejantes”

James Anthony Froude.

 

Gregorio Cárdenas Hernández nació en la Ciudad de México. Podríamos decir que solo 15 días duró su carrera criminal, pero eso le bastó para entrar a los anales de la historia como el asesino serial más popular de México.

De niño, Goyo sostuvo una relación enfermiza con su madre, Vicenta Hernández, una mujer dominante que lo reprimió hasta su adolescencia. Pese a ello, el altísimo coeficiente intelectual de Goyo hizo que fuese un estudiante destacado. La encefalitis que de niño padeció causó, sin embargo, un daño neurológico irreversible; a raíz de su enfermedad, Goyo padeció de enuresis y empezó a dar muestras de crueldad hacia los animales: se ensañaba torturando polluelos y conejos. Se casó con Sabina Lara González, de quien se divorció poco después.

En realidad, el origen de sus odios lo ubicaba cuando él tenía 18 años de edad y fue acosado de estupro y obligado a casarse con Sabina Lara González, una chica a la que después califico de “mujer de conducta frágil y liviana”. La boda fue en Texcoco con Sabina embarazada, aunque abortó al día siguiente de la boda. Tres años después Goyo obtuvo el divorcio acusándola de adulterio.

A sus 27 años, Goyo estudiaba Ciencias Químicas; era un alumno tímido y esmerado, que utilizaba gruesos lentes. Pero eso no le impidió obtener una beca de PEMEX, que le permitió continuar sus estudios. Independizado de la sombra de su progenitora, Goyo rentó una casa en Mar del Norte No. 20, en Tacuba, cerca del Centro Histórico de la Ciudad de México. Allí vivía, cuando la noche del 15 de Agosto de 1942, a bordo de su automóvil Ford, recogió en la calle a una prostituta de 16 años llamada María de los Ángeles, alias “Bertha” a quien llevó a su domicilio hacia las 23:00 horas y después de sostener relaciones sexuales con él, la joven fue a lavarse al baño de la casa de Goyo, instante que él aprovechó para estrangularla con un cordón. Una vez muerta, Goyo llevó el cadáver al patio y allí, la enterró.

Ocho días después, la madrugada del 23 de agosto, Goyo salió de cacería otra vez. En esta ocasión, la prostituta elegida tenía 14 años. A ella le sorprendió que su cliente tuviera una amplia biblioteca en su casa. De hecho, tras llevarse a cabo el acto sexual, se dedicó a mirar algunos de los libros de Goyo. En eso estaba cuando él atacó con el mismo cordón con el que había matado a su víctima anterior. A las cinco de la mañana, ocupaba otro sitio el patio de la casa de Mar del Norte. Fue identificada originalmente como Raquel González León, pero esta chica apareció viva meses después. Para entonces, su hermano había muerto de un infarto por la impresión y la víctima había sido enterrada con su nombre ¿Quién era la mujer ultimada esa noche por Goyo? su identidad jamás se supo.

Los lapsos se iban acortando. Goyo esperó solamente 6 días antes de ir la noche del 29 de Agosto a buscar una nueva compañía femenina. La encontró en Rosa Reyes Quiroz, otra menor de edad que no llegó a acostarse con él. Para entonces, Goyo había descuidado su entorno: su laboratorio estaba en desorden, los libros fuera de su lugar, había ropa sucia por todas partes y el polvo empezaba a acumularse en todos lados.

Esto provocó cierta desconfianza en Rosa, quien se dirigió al laboratorio para curiosear sobre su cliente. Allí, mientras veía unos matraces y algunos tubos de ensayo Goyo la atacó. Rosa presentó resistencia. La lucha fue violenta, pero Goyo más fuerte triunfó. Sin embargo, la expresión de horror en el rostro de Rosa lo impresionó. Turbado, cavó de inmediato la fosa correspondiente. Se dio cuenta que ya no quedaba mucho espacio en el patio, así es que la amarró de pies y manos. A las 4 de la mañana concluía su faena.

El último crimen ocurrió con letra cuatro días después, el dos de septiembre. Goyo cortejaba constantemente a una jovencita llamada Graciela Arias Ávalos, estudiante de bachillerato de Ciencias Químicas de la UNAM, quien aceptaba su amistad. Graciela era una alumna modelo y su padre, un conocidísimo abogado penalista, de nombre Miguel Arias Córdoba.

 

Benigno Licea González es Doctor en Derecho Constitucional y Derecho Penal. Fue Presidente del Colegio de Abogados “Emilio Rabasa”, A. C. Correo: liceagb@yahoo.com.mx

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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