En Baja California, autoridades de salud y asociaciones civiles suman esfuerzos para garantizar el tratamiento de los niños diagnosticados con algún tipo de cáncer. Les facilitan medicamentos gratuitos, apoyos de transporte y estancia, todo lo necesario para que la falta de recursos no aumente el riesgo de perder la batalla contra la enfermedad
“No hay mayor compromiso que el de un papá con un niño enfermo, y no hay mayor traición que un papá que le niega el tratamiento a su hijo”, aunque no es común, sí hay casos donde los padres deciden no someter a tratamiento a sus hijos enfermos de cáncer, comentó el oncohematólogo pediatra, Mario Alberto Ornelas.
En Baja California los tumores se diagnostican cada vez más a tiempo, los médicos están más conscientes para detectar los síntomas y hacer algo al respecto, comentó.
En 2017 se detectaron 69 casos nuevos, 39 de leucemia y 30 de tumores sólidos; de ellos, 41 casos fueron en Tijuana, 16 en Ensenada, 7 en Mexicali; y cinco de otras regiones, de acuerdo a información de la Secretaría de Salud, solicitados a través de la Plataforma Nacional de Transparencia.
Igualmente, en 2018 se registraron 67 casos nuevos, 28 por leucemia y 39 tumores sólidos; 34 de ellos en Tijuana; 18 en Mexicali; 9 en Ensenada; 1 en Tecate; y 5 de otros poblados.
“Otro motivo por el que cada vez los niños llegan más pronto, es que también estamos dando pláticas en escuelas, entonces los maestros se convierten en un aliado de nosotros y a la par de que llegan más pronto, los niños se van curando más”, dijo Ornelas.
Cada vez hay mejor equipo, hay más médicos, hay más capacitación, y sobre todo, hay más personas alertas en cuanto a la salud infantil, hay más concientización por parte de la comunidad en general, con el fin de obtener mejores resultados.
“Tenemos un porcentaje de éxito arriba del 75%, de cada 100 niños que llegan aquí al Hospital General, 75 llegan a curarse, la mayoría de ellos”, agregó.
Hasta el momento el nosocomio local tiene en tratamiento a 62 niños activos, la mayoría de Tijuana, y el resto de Ensenada, Tecate, San Quintín y San Vicente, dos de Chiapas, uno de Mexicali y uno de Oaxaca; y 240 en vigilancia, quienes ya terminaron su tratamiento y están reintegrándose a la comunidad.
La leucemia es el tipo de cáncer más común, mientras que los linfomas, cáncer en los ganglios y los tumores de cerebro son los más peligrosos, explicó Ornelas, pero todos tienen una alta probabilidad de curación dado a que un niño tiene un organismo sano y en constante regeneración, porque “un niño no fuma, no toma, no tiene enfermedades de transmisión sexual, no se desvela y tienen un organismo más fuerte que un adulto”.
Además, el hospital pone a los médicos, las autoridades ponen el tratamiento, y el Patronato Pro Hospital General pone la casa estancia, transporte y despensas, para los que vienen de lejos, y ninguno se vea en la necesidad de abandonar el tratamiento.
LA CASA ESTANCIA
Desde hace 3 años, el Patronato Pro Hospital General, que preside la señora Salma Amaya, inauguró la casa “Mi estancia, un lugar mientras recupero mi sonrisa”, para todos aquellos niños con cáncer y sus cuidadores, que vienen de fuera de la ciudad a recibir su tratamiento en el nosocomio.
“Aquí se le abren las puertas a todos los niños que reciben tratamiento oncológico en el Hospital General de Tijuana. Se reciben a niños de San Quintín, de Maneadero, de Ensenada, del Valle de Mexicali, Tecate, Rosarito inclusive hasta niños de Tijuana”, detalló, porque además de su cercanía con el hospital, cuentan con los protocolos para saber cómo actuar en caso de una emergencia.
El 65% de los niños con cáncer en el Estado se atienden en el Hospital General de Tijuana, y hasta hace unos años la deserción del tratamiento era una constante por la falta de recursos para el transporte y el hospedaje, pues había ocasiones en que las familias juntaban para la consulta, pero si ocurría una eventualidad, debían quedarse en la calle por falta de dinero.
“Parte de la adquisición del terreno fue gracias al señor Abel Vicencio, el señor sufrió de cáncer y él dijo que cuando falleciera, quería dejar un legado a los niños con cáncer. Las hijas empezaron a buscar dónde ayudar y gracias a Dios, dieron con Patronato”, comentó.
La estancia tiene capacidad para 16 familias, el pacientito y un tutor, cada módulo con dos habitaciones, cuenta con un baño para los adultos y uno para niños, un desayunador, lavandería, la cocina, alacena, un cuarto de televisión y un área de juegos.
La labor del Patronato no termina ahí, pues se encargan de proveer al niño de todo lo que necesita y que el Seguro Popular no les puede dar, por ejemplo, parches anestésicos para adormecer la zona donde va el catéter, alimento orgánico, estudios especiales para determinar el daño en células, entre otros.
“MI VIDA ESTÁ EN PAUSA”
Hace tres meses Montserrat, originaria de un ejido en las afueras de Mexicali, se enteró que la más pequeña de sus tres hijos –Airam, de 12 años- tenía leucemia, pero no fue hasta que comenzó a recibir el tratamiento oncológico en la Fundación Castro Limón (FCL) que entendió la magnitud del problema.
“Como dos semanas antes (del diagnóstico) me dijeron que la niña estaba muy amarilla, pero yo pensé ‘pues está creciendo, es lo normal’, porque estaba comiendo bien. Ocho días después una prima que es enfermera me volvió a decir ‘esa niña está muy amarilla, no es su color normal’, fue cuando ya me puse a pensar en que eran varias veces que me lo decían”, platicó.
Al entender que en realidad no era una situación normal, llevó a Airam a revisión médica donde al principio se pensó que sólo tenía anemia, hasta que el pediatra le explicó lo que en realidad era.
“El día que llegamos aquí (FCL) hubo un evento, yo la dejé y me fui a comer, y cuando regresé y la vi con los demás niños con cáncer fue cuando dije ‘mi hija está aquí, en lugar de que estuviera en la escuela, en lugar de estar jugando como los demás niños’, fue cuando las sicólogas hablaron conmigo y me ayudaron a calmarme”, recordó.
Montserrat está consciente de que siempre tendrá miedo a que algo salga mal, pero es más la esperanza, la fe y la confianza en los médicos, lo que le ayudan a vivir esta etapa al lado de su hija.
Airam, por su parte, cuenta que quiere ser estilista cuando sea grande, quiere poner uñas postizas, inventarse peinados y maquillar, tiene miedo de no curarse, extraña a sus amigos, a sus hermanos, pero sabe que no está sola, y que además de su mamá, hay todo un equipo detrás de ella, luchando para que salga adelante.
“En estos momentos todo mi tiempo es con ella, no tengo tiempo para hacer nada más o pensar en nada más. Me dice un amigo que es como si mi vida estuviera en pausa, y sí, es verdad, en estos momentos mi vida está en pausa. Hasta que ella se recupere, no voy a hacer otra cosa, ella es lo principal, ella y mis otros dos hijos, pero en este momento, ella”, finalizó.
APRENDER A DETECTAR LOS SÍNTOMAS
El doctor Mario Alberto Ornelas recomendó a padres de familia, maestros, y cualquier persona que esté en constante contacto con niños, que se mantengan al pendiente de los síntomas que pudieran presentar para detectar la enfermedad a tiempo.
Entre los síntomas más comunes está la fiebre sin causa, dolor de cabeza muy intenso y persistente, palidez extrema sin causa, y “bolitas” encima del músculo en cuellos, axilas, brazos, abdomen y ganglios, y si los presenta, acudir de inmediato con el pediatra para descartar que sean abscesos de grasa o musculares.
Además, puede haber crecimiento del abdomen, de extremidades o incluso testicular, en el caso de los varones, “hemos tenido niños que llevan meses con el testículo creciendo y que no dicen nada porque les da pena, les van regañar, les van a decir que se van a quedar ciegos o ‘cochinos’ por andarse tocando, porque hay mucho tabú todavía”, dijo.
NO TODO TERMINA CON EL CÁNCER
Una vez que el niño es curado de cáncer, entra a una etapa de vigilancia o remisión, explicó el especialista, etapa que dura 5 años en los que el menor es monitoreado regularmente para verificar que el tumor no reaparezca en alguna otra parte de su cuerpo, para esto se le hacen radiografías y se revisa que el resto de los órganos siga bien, sin algún daño causado por el tratamiento, verificando que el niño crezca y tenga un peso adecuado.
“Desde la altura, hasta la fertilidad, su desarrollo sexual, prevención de caries, la salud de sus ojos, son factores que se ponen bajo la lupa, así como una atención de sicología es importante para el niño durante la vigilancia médica”, añadió.
Por otra parte, el especialista invitó a la comunidad a donar sangre, ya que ésta y plaquetas, es lo que más se necesita durante el tratamiento contra el cáncer infantil, y puede ayudar a salvar la vida de un niño, todo lo demás se tiene o existe la manera de conseguirse, pero la sangre es esencial ante una emergencia, “siempre hay un niño que ocupa, sobre todo si va iniciando el tratamiento”.