En definitiva, no es solo una percepción de quien estas letras escribe. Por el contrario, es una sensación, casi creencia y casi generalizada en casi todos los empleados del Estado: el jefe, el gobernador Francisco Vega de Lamadrid ha sido uno de los peores patrones.
Habrá pocos empleados del gobierno panista que puedan o quieran contradecir la anterior premisa. Salvo los encumbrados y cubrientes funcionarios de primer nivel, y no todos, serán los únicos que festejen y justifiquen lo defectuosamente hecho en la administración en turno.
Pero lejos de los cómplices de Kiko y, si es que existe, alguno que otro confundido fanático, no hay en la nómina del gobierno del Estado quien piense que el gober ha hecho un buen papel, ya no digamos en la sociedad que mal gobierna, sino para el propio obeso cuerpo de la nómina.
La última cachetada del gobernador fue en al finalizar 2018, cuando por falta de solvencia y buenas finanzas, la mayoría de los empleados oficiales se quedaron sin sus pagos de sueldos y aguinaldos. Y qué decir de los maestros jubilados quienes padecen desde años el abandono de Kiko, cuyo gobierno solicitó y adquirió un préstamo de 2 mil millones de pesos para hacerle frente a tal deuda pero que nunca llegó a los profesores.
Y qué de los Policías Ministeriales que en ninguna estación de gasolina les aceptan las tarjetas a nombre del Estado por falta de liquidez y en su necesidad de trabajar, deben poner de su cartera para el combustible de las patrullas.
O bien, a cuánto empleado de confianza se le ha obligado, en algunos casos con la amenaza de frente, para que defiendan, promuevan y comenten –a fuerza– las publicaciones del gobernador y su esposa Brenda Raucho en sus redes sociales. Cuántos más han sido forzados para que sus fines de semanas los dediquen a las campañas panistas o cumplan con ese requerimiento que se exige desde la Oficialía Mayor del Gobierno del Estado de registrar en beneficio del PAN a 40 posibles votantes por cada empleado.
En suma, el gobierno de Kiko ha lastimado a todos y cada uno de los empleados estatales. Por eso, cuando la catorcena pasada cada trabajador estatal firmó su nómina de pago, les pareció extraño que se les entregara en la mano una carta casi de amor y amistad firmada por el jefe Kiko.
“En este inicio de año, me dirijo a ti para saludarte y agradecerte el trabajo que tú y miles de compañeras y compañeros… han desarrollado.
“…esta administración… se ha conducido con honestidad, transparencia y basada en una política de rostro humano… Hemos enfrentado grandes retos y también limitaciones financieras, generadas principalmente por la alta inversión que el Gobierno del Estado canaliza para sostener el rubro educativo.
“Como Gobernador, estoy trabajando muy duro para que se canalicen a Baja California los recursos que bajo un principio de equidad le corresponden… Trabajando en equipo hemos alcanzado muchos logros, como contar con educación gratuita desde preescolar hasta preparatoria; haber duplicado las escuelas de tiempo completo; abatir los índices de pobreza, así como estar en los primeros lugares de generación de ejemplo y en captación de inversiones que generan crecimiento económico y bienestar, por mencionar algunos.
“Aún falta por hacer, por lo que es momento de cerrar filas y mirar de frente. Unidos podremos trabajar mejor para servir a la gente…. Agradezco y reconozco tu lealtad, vocación y esfuerzo que haces todos los días como servidor público. Deseo que este 2019 esté pleno de éxitos y satisfacciones para ti y tu familia. De corazón muchas gracias”.
Y en la misiva se despide con un “atentamente tu compañero y siempre tu amigo”.
Cómo culpar a quien crea que la epístola de Kiko es un acto deliberadamente de cinismo.