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miércoles, octubre 2, 2024
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Hace un año

Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, estuvo en Puebla. Luego pasó un tiempo al sur de Veracruz. Supe de sus andanzas en un ranchito de Colima. Pisa-y-corre a Sinaloa entre ir y venir. En fin, lo cuento no porque lo ande siguiendo. Ya quisiera entrevistarlo. Pero de veras, casuales pero muy serios informantes me envían correos electrónicos. Rápidamente comunican cuándo lo vieron. Nunca arrastrando la angustia del perseguido. Ni siquiera queriendo esconderse. Tampoco misterioso. Cero fatiga. Siempre bien limpiecito. Buena ropa. Nada de trajeado. Casual. Fino. Clásica Versage o Giorgio Armani. Los informes recibidos de cada lugar armonizan en dos puntos: Uno, fue visto bajar o subir a una Suburban color vino con capacete negro. Naturalmente, vidrios polarizados. Y dos, siempre acompañado de una treintañera de muy, pero muy buen cuerpo y chula, chulísima. Maquillaje sin caer en la exageración. Pelirrubia. Vestido elegante. Tantean, de buena marca. Me dijeron que no llega a lo ceñido ni estrafalario para resaltar sus hechuras.

Adolfo Aguilar Zinser

Este próximo 15 de junio es notable en la historia gubernamental, policíaca y mafiosa. Hace un año visitó la República de El Salvador el Presidente Vicente Fox. Lo acompañó el Licenciado Adolfo Aguilar Zínzer, entonces Consejero de Seguridad Nacional y antes del Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas, en su campaña presidencial. Como quien dice, tan convenenciero que si no era con Chana fue con Juana.

Era viernes. En uno de esos reposos a veces valor entendido, los periodistas rodearon al señor Zínzer. Con mucho protagonismo y poca sinceridad declaró: “Hay una investigación de fondo, muy detallada, a cargo de la Procuraduría, para llevar a cabo la detención de ‘El Chapo’”. Ni siquiera mencionó su nombre.

Estaba rodeado por la magia de las grabadoras y micrófonos. Recargadas en sus hombros. Pegadas al anguloso rostro. Cerquita de los oídos. Encima los reflectores de video y fotos. Debió sentirse lo máximo. Así, muy muy, soltó una frase refiriéndose a los funcionarios de la Procuraduría: “Estaban cerca de atraparlo…” Ya encarrerado subió enseguida el tono de voz corrigiendo: “¡Están cerca de atraparlo!”. Nada de pronunciar el nombre del Procurador Rafael Macedo de la Concha. Por lo menos de cortesía.

Semanas antes el Presidente de la República declaró casi lo mismo. Tal vez le salió lo eufórico cuando el Ejército Mexicano detuvo al ex-gobernador Mario Villanueva Madrid en Quintana Roo. Seguramente pensó “¡Sigue ‘El Chapo’ Guzmán”. Y entonces, como antes con Cuauhtémoc, Zínzer le hizo segunda a Vicente Fox.

Penal de Puente Grande, Jalisco

Seguramente Joaquín Guzmán Loera supo de tales declaraciones. No me consta. Pero imagino que ni las tomó en serio. Debió soltar una risilla cuando vio la prensa o al señor Aguilar Zínzer en la televisión. Tal vez pensó “…cuando se me aparezcan los militares o anden cerca, entonces voy de ‘volada’ a confesarme y arrepentirme del mal hecho para no morir en pecado mortal”. Porque eso sí, es muy católico. No tanto como para ir a la Nunciatura Apostólica. Me contaron que “El Chapo” tiene más amigos sacerdotes en Sinaloa y no precisamente por darles buenas como Ramón y Benjamín en Baja California.

Antes de ser apresado en 1993, ya tenía bien medidos y sobornados a los policías. Ahora con mayor razón luego de fugarse en 2001 de Puente Grande. Por más faramalla en la Procuraduría es harto sabido: Solamente Francisco Javier Camberos “El Chito” le ayudó a escapar. Era empleado del penal. Afuera le esperó su hijo en un Volkswagen usado y los dos se fueron sin escolta ni convoy. Eso ridiculizó a las autoridades del penal primero y a la PGR después, que para lavarse las manos detuvo a 59 empleados penitenciarios inocentes. Se gastó un dineral transportándolos desde Guadalajara hasta el Distrito Federal. Otra gran billetiza arraigándolos y alimentándolos en un hotel cercano a la Procuraduría. Sus familiares hicieron el mismo viaje y contrataron abogados. Les costó una notable cantidad. Estuvieron cerca de ellos. Mientras, la PGR se zambutió en el ridículo. En lugar de organizar una efectiva persecución, embarraron a los empleados. Estoy seguro, todos ignoraban cómo un modesto empleado fue tan osado para sacar de la prisión a “El Chapo”. Joaquín se quedó pasmado cuando “El Chito” le dijo más o menos “…ahora o nunca”. Y al mafioso no le quedó mas.

Ocho años se la pasó prisionero Guzmán Loera. Primero en Almoloya. Mucha vigilancia y pocas libertades. Pero actuó con inteligencia y prudencia. Logró su traslado a Puente Grande. Primero, para vivir mejor. Y segundo, con libertad para comprar su salida por las buenas o las malas. Tampoco corrió prisa en Guadalajara. Tuvo de todo. Mujeres con amor del bueno, comida casera y no del “rancho” inapetecible de la prisión. Ropa y tranquilidad.

“El Chapo” no se escapó por maldad. Estaba confiado en ser libre por obra y gracia de la justicia. Pero cuando vio el torcimiento de las leyes para jeringarlo, sus abogados le hablaron claro: Ni sobornando podría salir. Había consigna para mantenerlo encerrado. Fue cuando sus sentimientos y los de “El Chito” se encontraron. “No es justo”, debieron pensar y por eso la escapatoria.

Legalmente Joaquín las llevaba de ganar. No pueden acusarlo de haber participado en el asesinato del Cardenal Juan Jesús Posadas y Ocampo. Al contrario, a él lo perseguían y no andaba buscando matar a nadie. Y sobre el narcotráfico se cuidó mucho. Era y es cierto su mando en cultivo, cosecha, compra y venta de droga. También son ciertas las ejecuciones realizadas por los hombres de su cártel. Pero él nunca metió las manos. Solamente ordenó. Y de todo, no hay pruebas. Por eso el gobierno estadounidense no lo reclama tanto como a Eduardo y Francisco Javier Arellano Félix.

Joaquín sabe perfectamente: Si lo capturan jamás será liberado. La fama del narcotráfico es más grave que la culpa. Por eso creo que Joaquín hará hasta lo imposible por no regresar a las celdas. Estoy seguro: Lo dicho hace un año por Aguilar Zínzer no le preocupa. Solamente tiene una angustia: El Ejército Mexicano.

 

Tomado de la colección Dobleplana de Jesús Blancornelas, publicado por última vez en junio de 2002.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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