Hirokazu Kore-eda es un maestro del cine, como lo ha demostrado en las siete ocasiones que ha protagonizado el Festival de Cannes.
Esta cinta, que mereció la Palma de Oro, no es la excepción. Marcada por sutilezas, la historia de una familia que sobrevive a su marginalidad en Tokio, en la pocilga de una anciana a la que refieren como la Abuela (Kirin Kiki), al borde de una situación de calle, se complica con la mirada aguda del realizador que traza el camino y nos lleva, como espectadores, ingenuos hacia el final.
Osamu, el papá (Lily Franky); Nobuyo (Sakura Ando); la madre, Aki (Mayu Matsuoka) y el hijo, Shota (Jyo Kairi), hacen trabajos poco deseables y roban para subsistir. En eso se topan con Yuri (Miyu Sasaki), una niña al parecer en el abandono, y deciden socorrerla.
Poco a poco vemos a la pequeña integrarse a la familia, pero resulta complicado, si no es que imposible, anticipar lo que viene.
Una sucesión de delitos en medio de la pobreza, las burlas del destino y la tragedia personal definen la evolución de estos personajes que crecen frente a nosotros con menos diálogo y más emoción, filtrándose en gestos y miradas, con la destreza de los actores bien aprovechada por un director francamente fuera de serie.
Al mismo tiempo hay aquí una lección de humanidad tras otra, de tolerancia hacia la miseria y de asombro ante lo conmovedora que puede ser la vida expuesta así, con el ojo sincero de Kore-eda, sin duda uno de los mejores realizadores del momento. ****
Punto final.- “La Favorita”, qué actuaciones, vaya historia desagradable contada con suma inteligencia. Ya les contaré próximamente.