Alex Cifuentes continuó testificando este miércoles y aseguró que el capo sinaloense Joaquín Archivaldo Guzmán Loera fue torturado por el Ejército mexicano, después de ser arrestado en Nayarit, y hasta lo colgaron de un helicóptero para que confesara dónde ocultaba los cargamentos de droga.
“Lo arrestó, de hecho [el Ejército]. Le machucaron las manos, lo amarraron de los pies y le dieron vueltas en un helicóptero”, aseguró este día el narcotraficante colombiano ante el jurado que se lleva a cabo contra el ex líder del Cártel de Sinaloa en la Corte del Distrito Este de Nueva York.
Cifuentes, el décimo colaborador de la Fiscalía en este juicio, se refirió con esta anécdota a una de las historias que Guzmán Loera contó personalmente a los interesados en producir el filme sobre su vida. Para corroborar su dicho, el Chapo les habría mostrado sus manos, que supuestamente fueron golpeadas duramente con las culatas de los rifles de los soldados.
“¿Vio las cicatrices en las manos?”, le preguntó a Cifuentes el abogado defensor Jeffrey Lichtman. “No las miré”, respondió, sin embargo, el capo colombiano. Según la agencia EFE, el colombiano reveló por primera vez esta anécdota durante una reunión con la Fiscalía estadounidense en septiembre de 2018.
Cifuentes, de 50 años de edad y quien se volvió la “mano derecha” del Chapo cuando se mudó a la Sierra de Sinaloa, afirmó que El Chapo le contó a los productores del filme que los militares no lograron obtener evidencias en su contra y por eso lo dejaron libre. Sin embargo, no dijo fechas de este supuesto hecho.
La reunión entre Guzmán Loera y los productores, “una de muchas”, se realizó en una casa de seguridad del Cártel de Sinaloa, en su bastión Culiacán. Cifuentes mencionó que una de sus tareas era colaborar en el desarrollo de ese proyecto cinematográfico y que el mismo Chapo tenía el plan para ser “director” de la dramatización sobre su vida.
Según Cifuentes, la idea surgió de su esposa Angie, quien “Se lo recomendó al señor Joaquín porque lo sacaban mucho en las noticias y en todos lados”. El objetivo final era obtener ganancias económicas y al capo “le encantó la idea”, dijo el testigo, asegurando que ya habían contactado al productor colombiano Javier Rey.
Otra propuesta que el Guzmán Loera tenía en mente era escribir un libro sobre su vida, para el cual ya habían proporcionado información y facilitaron la colaboración de familiares, afirmó Cifuentes. “El borrador se lo entregó a ‘Jimy”, el secretario de su hijo Iván [Archivaldo Guzmán Salazar]. Eventualmente se le entregó el borrador a los abogados de Joaquín”, continuó el cooperante.
Según el relato de Cifuentes, la guerra entre el Cártel de Sinaloa y los hermanos Beltrán Leyva le impactó tanto al Chapo en su negocio de drogas que acumuló un “déficit en 2008 de más o menos 20 millones de dólares”, empatando su testimonio con el de los abogados de Guzmán Loera, quienes afirman que el sinaloense no era un hombre tan rico, como lo definió durante un par de años la revista Forbes.
Los abogados han mencionado que este, en cambio, disfrutó de la publicidad y que incluso infló sus relatos cuando fue entrevistado por la revista Rolling Stones, pensando en desarrollar su proyecto filmográfico. “Estoy de acuerdo”, respondió Cifuentes en el contrainterrogatorio, cuando el litigante Lichtman le preguntó si pensaba que su expatrón vivía en “condiciones primitivas” en las montañas del Triángulo Dorado.
El colombiano contó, también, que cuando vivió con el Chapo en la sierra de Sinaloa supo que en sus casas no había siquiera un televisor moderno, que su mesa de noche eran “tablas de madera” y que tenía sillas de plástico. Sin embargo, esta misma semana se contradijo, ya que Cifuentes describió comodidades en esas viviendas.
Tenían televisión satelital, lavadoras, secadoras, cocinas, refrigeradores y usualmente tenían vidrios polarizados para “no llamar la atención del Ejército”. Pero en esos años en que el Cártel de Sinaloa supuestamente enfrentaba pérdidas económicas, se gastaban hasta 200 mil dólares cada mes para alimentar a decenas de pistoleros, agricultores y otros empleados, según contó el cooperante.
Cifuentes aseguró durante su testimonio de ayer martes, que el Chapo le dijo haber pagado un soborno de 100 millones de dólares a Enrique Peña Nieto cuando éste aún era presidente de México. a cambio de protección. Además, confirmó que en febrero de 2016 dijo a fiscales estadounidenses que “el general Naranjo” de Colombia recibía una mensualidad para dar protección a su familia, así como un pago de 50 mil dólares a la Fuerza Aérea colombiana para obtener información sobre la navegación y ubicación de embarcaciones de las autoridades.
También recordó cuando junto a su hermano Pacho -asesinado después- se reunió con un hombre que él creía era un agente de la Agencia Antidrogas estadounidense (DEA, por sus siglas en inglés), en un restaurante cercano a un aeropuerto, y a quien le dieron una caja de teléfono celular llena de dólares. “No sé si fue soborno o regalo”, dijo Cifuentes.
-Con información de agencias.