Durante los meses de noviembre y diciembre de 2018, la región Tijuana-San Diego ha sufrido un grave rezago, principalmente por tres razones, pero aunque toda el área se ha visto afectada, es nuestra ciudad la más perjudicada. Por una parte, el cambio de gobierno federal típicamente trae ajustes, sobretodo en las dependencias que ponen en pausa sus decisiones, esperando quiénes han de firmar los documentos, quién se responsabilice de las órdenes y que se den a conocer los nuevos criterios que entrarán en aplicación e inclusive en algunos casos hasta la denominación y papelería se tiene que cambiar.
Coincide con una nueva ley de ingresos y un presupuesto de egresos que por sí solos influyen grandemente en la economía y el ritmo del país. Por otro lado, aunque el argumento central del gobierno del estado en la falta de pago a los maestros es que la Federación dejó de cumplir con sus obligaciones de entrega de recursos a la entidad, la realidad es que los paros que los profesores han venido realizando afectan de manera directa e indirecta la economía, porque los ciudadanos no pueden hacer sus trámites al llegar y encontrar cerradas las dependencias tomadas por los educadores, provocando retrasos, vueltas, pérdida de tiempo y mayor consumo de gasolina.
Seguramente también deberán estarse viendo severamente afectadas las familias que no tienen en dónde dejar a sus hijos, por lo que quizá están faltando a sus trabajos o erogando pagos a quienes se hagan cargo de los niños que no pueden ir a la escuela ante la ausencia de los maestros. Por supuesto, también es grave que los alumnos no reciban normalmente sus clases, lo que crea un rezago del que muy posiblemente nunca se recuperen.
El tercer caso de rezago ha saltado a la vista de la peor forma posible, cuando con motivo de intentar ingresar a Estados Unidos a costa de lo que fuera, los integrantes de la “caravana migrante”, provocaron graves afectaciones a la dinámica del cruce de personas, vehículos y mercancías en la Frontera Tijuana-San Diego, existiendo la latente posibilidad de que el escenario de bombas lacrimógenas, balas de goma, niños expuestos a todo eso y mucho más se repita o se produzca en otra modalidad, pero con el mismo efecto de provocar el cierre de garitas.
Además del daño económico que causaron esos hechos, las peores consecuencias son los efectos colaterales, al perderse millones de dólares y pesos al cancelarse citas médicas y todo tipo de movimientos comerciales e industriales que alteran o suspenden, dándose por supuesto también graves pérdidas en perjuicio de comerciantes e integrantes del mundo gastronómico, en virtud de que los turistas extranjeros dejaron de ir a Tijuana y de que los mexicanos dejaron de ir a San Diego.
Todos salimos afectados. El gobierno recauda menos impuestos y en consecuencia cuenta con menos recursos para brindar los servicios públicos, además de que tendrán que invertir más en campañas para atraer a inversionistas y a turistas, lo que merma el dinero que se dedicaría normalmente o que estaba presupuestado para otras necesidades que teníamos los ciudadanos.
La ley del valor de la imagen dice que cuesta mucho crearla, pero desafortunadamente es muy fácil perderla y para volverla a lograr es aún más difícil, sobre todo cuando hay una amenaza latente de nuevas agresiones.
Pero como no se trata sólo de lamentarse, es crucial que nos organicemos para ver cómo abatimos el rezago en la economía, en el turismo y en la educación. Tenemos que hacer todo lo posible para que todo regrese al lugar que le corresponde, pero además debemos de aprender de estas experiencias y tomar medidas para que no se vuelvan a repetir.
Todo es cuestión de abatir el triple rezago.
Alberto Sandoval es Fundador de Alianza Civil, A.C., Presidente del COMOSC y Secretario del CEFAB.
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