La misma cantidad de letras.
La misma represión gubernamental.
El mismo modus operandi .
La misma impunidad.
La misma forma violenta.
El mismo delito.
El mismo terror nacional.
La misma orden, repeler y matar.
La misma sangre inocente caída.
La misma causa, rebelión juvenil.
El mismo oscuro pasado.
La misma censura y mentira del poder, el mismo daño moral.
Las mismas familias marcadas por siempre.
La misma espera sobre la verdad.
La misma vergüenza mundial.
El mismo destino en el 68 y 2014.
La misma ofensa, la misma brutalidad.
Mismo dolor, mismo plan, mismo llanto y caos.
La misma orden de un funcionario.
El mismo cambio de investigación.
Las víctimas sorprendidas y traicionadas.
El mismo movimiento ejército – policía – ley.
La misma conspiración ¡Eran comunistas!
El mismo sueño truncado a jóvenes, el mismo odio a la ley.
La misma historia se tiñó de rojo, la misma barbarie en todo su apogeo.
El mismo tiempo esperando justicia, el mismo delito.
La misma espera de la verdad.
La misma línea, repeler al pueblo.
Sería largo señalar lo que fue y originó tal causa de éstas dos operaciones a estudiantes. Han pasado 50 años, más cuatro de las dos y no hay síntomas o señales de hacer justicia, la corrupción, la impunidad y la antidemocracia en tales gobiernos de estas dos barbaries han hecho retrasar y descubrir lo que desemboque con los responsables.
2 de octubre y septiembre, fechas memorables y de búsqueda de la ansiada responsabilidad que no llega.
Ojalá no se repita por tercera vez esta brutalidad gubernamental contra estudiantes, que su arma sólo era estudiar, aprender y manifestarse, pues la constitución los apoya. Tlatelolco y Ayotzinapa, se enteraron futuras generaciones de normalistas para que sepan que el poder gubernamental y se pongan alerta. Estudiar y ser alguien no debe de ser censurado por la ley, esté quien esté en el poder. Se les recuerda y algún día sabremos la verdad y será pronto.
Atentamente.
Leopoldo Durán
Tijuana, B.C.