El domingo 9 de diciembre de 2018, falleció el editor, traductor, tipógrafo, diseñador de ediciones, editor y poeta Martí Soler, a la edad de 84 años, quien perteneció a la generación de jóvenes exiliados en México tras la Guerra Civil Española (1936-1939) y el posterior franquismo.
Cuando llegó con su familia a México en 1947, Martí Soler era apenas un adolescente. Nació en Gavà, Barcelona, el 30 de julio de 1934 y cursó sus estudios primarios en su ciudad natal durante la dictadura de Francisco Franco en España. “Fue una vida de ciertas restricciones económicas, pero finalmente con el acceso a una buena biblioteca, que era la de mi padre Josep Soler Vidal y a la biblioteca municipal”, contó el autor a ZETA en 2014, cuando celebró sus 80 años.
Con dos años cursados en la Facultad de Arquitectura en la Universidad Nacional Autónoma de México, Soler incursionó en la edición de libros, siendo sus maestros Alexandre Alphonse Marius Stols, Alí Chumacero, Joaquín Díez-Canedo y Arnaldo Orfila.
Cuando cumplió 25 años (1959), entró a trabajar en el Fondo de Cultura Económica (FCE), donde permaneció hasta 1966, para después acompañar a Arnaldo Orfila Reyna y fundar Editorial Siglo XXI, donde laboró hasta 1993; en 2003 se reincorporó al FCE como gerente editorial, con el objetivo de actualizar el catálogo.
“Martí Soler es un editor de la vieja escuela consagrado a esa ‘religión secular’, cuyo nombre debemos escribir con mayúsculas: El Trabajo Bien Hecho”, expresó David Huerta cuando el entonces Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, el Instituto Nacional de Bellas Artes y el FCE, le rindieron un homenaje en 2014, en la Sala Manuel M. Ponce de Palacio de Bellas Artes.
“Mi papel es simplemente asesorar a las diversas instancias del Fondo tanto en el área editorial como en las otras áreas, porque estoy casi-casi como un observador que tiene que ir viendo por dónde más o menos debe andar el Fondo”, expresó Martí Soler a ZETA sobre su papel como gerente editorial del FCE.
Autor de “Variaciones de voz y cuerpo” (FCE, 2014), en su oportunidad, no dudó en sentenciar a este Semanario sobre la violencia en el país:
“El problema de la violencia es resultado de que no se ha logrado sacar de la pobreza a tal proporción de la población, hay que seguir esforzándonos para sacar de la pobreza a la gente, porque eso implica o el resultado es violencia, disgusto, enojo.
“La pobreza es un problema que no se ha solucionado y se ve en todo el país, eso implica que hay una posibilidad de violencia y de corrupción, porque el narcotráfico lo que hace es agenciarse a la gente que no tiene trabajo, o que su trabajo no le rinde lo suficiente, compra a la gente para seguir con ese estatus de violencia; para mí el problema es social, desde luego, y tiene que atenderse desde abajo y también desde la escuela”.