La renuncia del ex presidente de México Felipe Calderón al Partido Acción Nacional es otro síntoma de la perdición de este instituto político. El PAN desde hace algunos años dejó de ser atractivo, sus dirigentes dejaron de preocuparse por los simpatizantes, solo se concentraron en obtener posiciones de poder y por consiguiente beneficio político y económico, la corrupción se metió hasta sus entrañas y terminó por doblarlos.
Qué tiempos aquellos en que las plazas públicas se llenaban de personas y familias que deseaban un cambio en sus estados, municipios y comunidades. La bandera de honestidad y la esperanza de una verdadera transformación eran lazos y puentes inquebrantables con la población. Ese fue el éxito del PAN, además los candidatos que presentaban eran gente con arraigo, unos verdaderos representantes ciudadanos.
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De ese PAN que muchos añoramos queda poco, por más que se quiera defender lo contrario. Si bien siempre han existido grupos al interior de este instituto político que mueven sus fichas de acuerdo a sus intereses, también es cierto que había espacios para incluir a aquellos que no pensaban como el dirigente en turno. Todo eso se acabó, en el PAN si no piensas como el presidente nacional, gobernador, alcalde, etcétera, simplemente te relegan y marginan.
Cuando llegó Vicente Fox a la presidencia de México empezaron los problemas, no se le consideraba un panista de cepa, por lo cual las diferencias fueron muy marcadas. En pocas palabras el PAN nunca se sumó al Gobierno de Fox y por su lado Vicente Fox nunca se sumó al PAN.
Después vino el mandato de Felipe Calderón, se dijo que ahora sí un panista estaría en la presidencia, pero abusó del poder y definitivamente se le pasó la mano al controlar las decisiones de ese partido al grado de poner y quitar dirigentes nacionales a contentillo.
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Se presentó la derrota contra Enrique Peña Nieto y en la debacle surgió el peor PAN en la historia.
Su dirigente Gustavo Madero se llenó de corrupción y de las peores prácticas políticas, al viejo estilo del PRI optó por pactar con el nuevo gobierno para aprobar reformas a cambio de que se le ayudará a mantenerse en el poder. Se convirtió en la persona que controlaba las gestiones de los gobiernos locales panistas y por supuesto de los moches.
Le siguió de triste recuerdo Ricardo Anaya, quien con una ambición desmedida por hacerse de la candidatura presidencial eliminó o intentó hacerlo de todo aquel que no actuara de acuerdo a sus intereses personales. Aplastó la mermada democracia que quedaba en el PAN y al estilo de Roberto Madrazo (PRI) desde la dirigencia nacional se hizo candidato, el resultado fue que obtuvo menos votos que Josefina Vázquez Mota.
En este contexto renuncia Felipe Calderón, el mismo día que es electo Marco Cortés a la dirigencia nacional. En entrevistas en medios de comunicación ha dicho el ex mandatario que formará un nuevo partido político, parece ser una buena idea por dos cosas, la primera de ellas es que la oposición está desdibujada al borde de desaparecer y por otro lado es un gran expositor y debatiente, de los pocos que pueden hacerle mella a Andrés Manuel López Obrador.
Solo que esta idea tiene un obstáculo, si se empeña que quien encabece ese naciente proyecto sea Margarita Zavala, entonces el flamante nuevo partido político naufragará de la misma manera que sucedió con su candidatura independiente a la presidencia de México.
En Calderón está si quiere trascender desde esa posible nueva trinchera o solamente quedar como una anécdota más de esas que pululan en los cafés políticos.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
