Teje laborioso el poeta
versos henchidos de amor
para honrar a su amada
deshojando el corazón
bajo luna de invierno.
Va bordando su poema
con hilos de oro y de plata
que brotan como caireles
desde el fondo del alma
ante el brillo de las estrellas.
En su rostro le borda
filigranas de colores
con dulces recuerdos
y besos que sus labios
convierten en jardín.
El poeta recorre caminos
que lo llevan hasta el cielo
donde bebe su espíritu
dulces gotas de rocío
que lo convierten en dios.
Lourdes P. Cabral
San Diego, California.