Una institución bancaria de la ciudad acusa al empresario Rodolfo Luis Mario Valtierra Ramírez, quien también fuera ex presidente de la Asociación de la Industria Maquiladora de Otay. Sus denunciantes aseguran que realizó una transacción de 43 mil dólares con un cheque sin fondos y que evadió los llamados del Ministerio Público. ZETA buscó a Valtierra y le explicó el tema durante cuatro semanas; se comprometió dar una respuesta, pero no lo hizo
La denuncia presentada ante la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE), refiere que en septiembre de 2015, Rodolfo Luis Mario Valtierra Ramírez, en su calidad de gerente general de una empresa, entregó un cheque sin fondos, recibió a cambio una transferencia de 43 mil dólares y después la desapareció. Igual que al dinero.
Sin éxito, desde hace tres años, la institución bancaria y la Policía Ministerial han realizado diversos trámites judiciales para tratar de localizar al empresario y llegar a un acuerdo para que la deuda sea saldada, con la idea de no recurrir a otras medidas legales más agresivas.
Sin embargo, en este tiempo, la investigación judicial tampoco ha concluido, ni la presunta responsabilidad del señalado. La autoridad no ha podido esclarecer el caso, debido a que justifican una falta de personal para poder localizar al empresario y continuar la investigación.
Abogados especializados en temas de fraudes, explicaron que este tipo de delitos son muy frecuentes, debido a las “bondades” que otorga la Ley o la institución encargada de impartir justicia, ya que “no le dan la misma importancia que a delitos mayores o los relegan, sobre todo habiendo ahora demasiados casos de homicidios”.
Por eso los procesos se alargan, hasta que la parte ofendida desiste del hecho, razón por la cual se debería poner mayor atención en estos casos, al incurrir en un engaño en el que muchas veces las pruebas presentadas, no son contundentes para fundamentar el delito.
LOS HECHOS DEL DENUNCIANTE
De acuerdo con el abogado Roberto Alejandro Estrella Guzmán, apoderado legal de la institución bancaria -de la cual se omite su nombre por limitaciones internas de la institución-, el empresario Rodolfo Luis Mario Valtierra Ramírez, como representante y gerente general de Productos Decorativos de América, acudía constantemente a dicho banco para realizar transacciones de divisas.
La forma de operar entre ambos era que si el empresario llevaba dólares a la institución bancaria, ahí mismo el banco le depositaba una transferencia electrónica a la empresa por la cantidad de dólares que presentaba el empresario, y éste le entregaba un cheque, o ahí mismo de su cuenta sacaba el dinero.
Cada quince o diez días intercambiaban divisas, cantidades entre 40 mil y 50 mil dólares, lo cual generó que con el tiempo se creara una relación de “confianza” entre la institución financiera y el empresario.
Sin embargo, el 17 de septiembre de 2015 la situación fue diferente, ese día, Valtierra le vendió al banco 48 mil dólares y al pactar el tipo de cambio, entregó 5 mil dólares del total, y el restante, 43 mil dólares, lo consignó en un cheque a nombre de la empresa a la que él representaba y de la que presuntamente era dueño.
Por lo tanto, el banco le depositó a la cuenta de la empresa 778 mil 560 pesos, el total de los 48 mil dólares convertido en pesos.
Para reponer los 43 mil dólares que tenía que entregar, hizo y firmó el cheque 0000085, consignado con fecha de cobro para el 23 de diciembre del mismo año, a cuenta de banco en Banbajío, pero no se pudo cobrar en la fecha establecida y fue sellado por la Cámara del Banco y devuelto al no tener fondos.
De ahí siguieron una serie de llamadas telefónicas para contactarlo y exponerle la situación con la intención de que fuera resuelta. Sin embargo, el implicado les pedía unos días para hacerlo y les fue dando largas.
El abogado Estrella Guzmán destacó que esta situación se prolongaba constantemente por la confianza que tenían entre ambas partes, no le presionaban para que pagara la deuda porque creían que todo se resolvería de la mejor manera, hasta que un día “el señor dejó de contestar su celular”.
Lo que les pareció más “preocupante” fue cuando el banco mandó elementos de su personal para que visitaran la empresa, que tenía domicilio en la zona Industrial de Otay, pero “la sorpresa” fue que el local estaba cerrado y el negocio no existía, “prácticamente cerró y dejó de operar a los días de que el señor cobró el dinero”.
Entonces, desde el banco, consideraron que “todo estaba planeado” y, después de agotar todas las formas para contactar y localizar al empresario, el 4 de febrero de 2016 decidieron interponer la denuncia 955/16/211 ante el Ministerio Público por el delito de fraude, en la que se reclaman los 43 mil dólares que nunca pagó el señor.
Con orden de investigación en mano, el Ministerio Público se dio a la tarea de localizarlo, por conducto de la Policía Ministerial, pero no han podido encontrarlo en ningún domicilio.
El abogado Alejandro Estrella resaltó que tiempo después se logró contactar a Valtierra vía telefónica, haciéndoles saber que sí tenía la intención de pagar, que lo estaba considerando, pero no lo ha hecho hasta el momento y “tampoco ha querido comparecer a la denuncia ante el Ministerio Público”.
Detalló que la Policía Ministerial tuvo contacto telefónico con el hombre al que están investigando, incluso quedaron de verlo para declararlo el miércoles 10 de octubre, “pero no llegó y no contesta el teléfono”.
INSISTEN EN EL DELITO DE FRAUDE
Por tratarse de una deuda, el abogado considera que el asunto no es de carácter civil ni mercantil, sino que se convierte en un asunto penal desde el momento de que el señor tenía conocimiento de que ese cheque no podía ser cobrado el día que se pactó, al no haber fondos.
“Él, en su carácter de gerente general tenía pleno conocimiento de que en la cuenta de banco no había dinero, incluso estaba en ceros, como se puede observar en el estado de cuenta que expidió la Comisión Nacional Bancaria de Valores -documento mostrado a este Semanario-, remitido en esos periodos que se hizo la situación”, dijo.
Por lo tanto, se configura inmediatamente el delito de fraude “porque estaba consciente de que se estaba aprovechando de que el banco no sabía que no había fondos suficientes, pero él sí lo sabía, porque no solamente era el gerente, sino el dueño. Lo sabía, recibió el dinero y a los días desapareció la empresa”, agregó.
El abogado reiteró que esta persona, quien ha desempeñado cargos o ha sido parte de “organismos honorables de la ciudad” como el Cuerpo de Bomberos, el Padrón de Consultores de Protección Civil y del Patronato de Cruz Roja, también tiene dos antecedentes por la misma situación realizada en otros dos bancos.
Situación que es materia de investigación en la carpeta que se encuentra abierta en el Ministerio Público y de la cual no ofreció mayores detalles por tratarse de “pruebas” para la propia investigación.
Además, tiene una serie de litigios en los Juzgados Civiles de Tijuana en contra de la empresa a la que él representaba, y están registrados en el Boletín Judicial.
NO LOCALIZADO
El abogado Alejandro Estrella agregó que este caso se ha complicado debido a que el empresario nunca les ha dicho dónde vive, por lo tanto, ha sido difícil de ubicar; en el registro público aparece una residencia en Otay a donde han ido agentes ministeriales, “pero no salen para abrir la puerta y no se ha presentado”.
Agregó que la Policía Ministerial tiene “buen rato” tratando de localizarlo, sin embargo, tampoco ellos han ejercido la suficiente “presión” bajo la excusa de que no cuentan con el suficiente personal para hacerlo y todo contacto que han podido tener con el acusado ha sido a través del teléfono.
El hecho, advirtió, es que lo tienen que localizar para explicarle que es parte de una denuncia y que tiene derecho a defenderse, protocolo que se tiene que llevar a cabo de esa manera porque por la fecha en que se presentó el presunto delito, corresponde llevar el proceso bajo el sistema tradicional de justicia.
ZETA se puso en contacto telefónico desde hace cuatro semanas con Rodolfo Luis Mario Valtierra Ramírez, quien declaró encontrarse fuera de la ciudad, pero dispuesto a hablar a su regreso. Versión que mantuvo durante 21 días, hasta que en la cuarta semana, optó por dejar de responder las llamadas.