El acuerdo, considerado ya un triunfo político para Donald Trump, busca disminuir el déficit que mantiene Estados Unidos con México, al aumentar la manufactura norteamericana e imponer candados para que Banxico intervenga en el tipo de cambio, advierte un especialista. China podría quedar aislada al modificar regla de origen en materias primas y restringir el comercio de los socios comerciales con el gigante asiático
El Acuerdo Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), con el que concluyó la modernización del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), fue anunciado el domingo 30 de septiembre, en el límite de tiempo para que las administraciones mexicana y estadounidense, enviaran los textos del acuerdo que alcanzaron un mes antes a sus respectivos senados.
Pese a los discursos de los líderes de los tres países sobre lo positivo del acuerdo, es claro que constituye un triunfo político para el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, al restringir el libre comercio y cerrar la puerta a acuerdos con países asiáticos, particularmente con China, que enfrenta una guerra comercial con la Unión Americana.
En ese contexto, los artículos publicados en medios alrededor del mundo consideraron al USMCA como el preludio de las medidas que el mandatario estadounidense pretende fijar en negociaciones bilaterales con otras naciones, como Brasil, India, y la propia China.
Bajo otra óptica, el USMCA se consideró como un logro de Canadá y México, quienes mantuvieron el mercado estadounidense, dando certidumbre a las empresas; incluso en el sector automotriz, a pesar de que prospere la Sección 232 con la que Estados Unidos impondría aranceles de 25 por ciento a vehículos por “cuestiones de seguridad”, dado que se estableció una cuota de 2.6 millones de unidades para las exportaciones mexicanas, mayor a las reportadas en 2017, de alrededor de 1.8 millones.
Para adherirse al acuerdo preliminar entre Estados Unidos y México, anunciado el 27 de agosto, Canadá tuvo que abrir 3.5% el mercado de lácteos, que anualmente representa 16 mil millones de dólares entre Estados Unidos y Canadá, y que afectará a productores lácteos, principalmente de Quebec.
Mientras que Estados Unidos cedió manteniendo el Capítulo 19 de Resolución de Controversias, que de haberse eliminado, hubiera afectado políticamente al primer ministro Justin Trudeau, al generar la percepción de que él lo perdía cuando el también primer ministro canadiense Brian Mulroney, lo creó y lo obtuvo hace 24 años, expuso Jesús Seade, jefe negociador del Presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
Explicó que este capítulo, cuyo numeral fue modificado, es un recurso de defensa único en el mundo y plantea la posibilidad de hacer paneles para resolver disputas comerciales entre los socios; sin embargo, omitió decir que éstos se mantuvieron en energía y telecomunicaciones, mientras que en el resto de los sectores, un tribunal nacional resolverá las controversias.
En una entrevista televisiva, Seade abundó que Canadá logró conservar la exención cultural que había tenido desde el TLCAN para implementar medidas de apoyo a actividades culturales, y agregó que ambas concesiones fueron extensivas para México.
EXPORTACIONES MEXICANAS EN PRONÓSTICO RESERVADO
De acuerdo con el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), el USMCA permitirá que las exportaciones mexicanas crezcan 50% en diez años. Es decir, el monto de éstas podría ser cercano a 500 millones de dólares (cifra que prácticamente equivale al total del comercio actual entre ambos países); considerando que en 2017, México exportó mercancías a la Unión Americana por más de 326 mil 866 millones de dólares, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.
No obstante, Jesús Seade indicó que “es imposible calcular cuánto va a ser, depende de qué tan bien nos pongamos las pilas” y qué tanto “aproveche sus oportunidades el sector privado y de qué forma el sector público establece marcos de apoyo y de incentivos para aprovecharlas”.
Para Eliseo Díaz González, investigador de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef), el resultado de las exportaciones mexicanas es incierto, en principio porque el acuerdo ya no es de libre comercio, a diferencia del TLCAN.
En ese sentido, recordó que el objetivo de la administración de Trump para modernizar el tratado fue disminuir el déficit comercial que ese país mantiene con sus socios, y se esperaría que conforme a lo anunciado por el político neoyorquino, se fortalezca la manufactura en Estados Unidos, y eventualmente disminuya la importación de productos mexicanos hacia aquella nación.
Las nuevas reglas de origen para producción de vehículos ligeros aumentaron del 62.5 a 75% el valor del contenido regional, y establecen que entre 40 y 45% del contenido sea hecho en zonas donde los trabajadores perciban 16 dólares por hora.
Así se pretendería que México se especialice sobre todo en la producción de autopartes, dejando a Estados Unidos y Canadá con vehículos terminados, previó el investigador de El Colef, quien añadió, la frontera podría verse beneficiada al incrementar la producción de autopartes; sin embargo, éstas son de menor valor agregado y salario.
“Si llega a crecer el comercio, como están diciendo las cámaras empresariales, va a ser en sectores de baja remuneración y eso hace que extendamos esta situación que vemos en México, de más personas que tienen un salario por debajo de la pobreza”, expuso.
Ante ello, cobra mayor relevancia el Capítulo 16 en materia laboral, en el que se establecen compromisos respecto a la aplicación efectiva de los derechos laborales, y que van en sentido a diversas disposiciones de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), tales como garantizar el derecho de los trabajadores a participar en actividades de negociación colectiva y a formar o afiliarse al sindicato de su elección; establecer organismos independientes e imparciales para registrar elecciones sindicales; resolver disputas relacionadas con contratos colectivos; y garantizar la transparencia de los contratos colectivos.
En el nuevo acuerdo, “México se compromete a aplicar efectivamente su legislación laboral y a no incumplirla de una manera que afecte el comercio o la inversión con sus socios comerciales”, como respuesta a la acusación de que por mucho tiempo ejerció el “dumping” laboral.
Roberto Zepeda, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), comentó a ZETA que las medidas de las reglas de origen en el sector automotriz y de libertad sindical pretenden contrarrestar los contratos de protección detectados en esa industria.
“Habrá que ver hasta qué punto se relocalizan esas industrias, porque en México no se cumple con la Ley laboral. Investigaciones han demostrado que hay muchos contratos de protección, lo que impacta en los salarios, con contratos más bajos”.
Además, se pronunció a favor de que el respeto a los derechos de los trabajadores repercuta en el outsourcing, y si bien, las nuevas disposiciones en materia laboral representan un reto para el país, juzgó adecuado que haya un Estado de Derecho con el que pueda disminuir la impunidad.
El catedrático del Centro de Investigaciones Sobre América del Norte (CISAN) estimó que la industria automotriz mexicana se verá afectada en unos años, cuando las exportaciones mexicanas lleguen a la cuota de 2.6 millones de vehículos que podrían exportarse sin aranceles a Estados Unidos, de aplicarse la Sección 232.
Respecto a la preocupación externada por la Cámara Nacional de la Industria del Hierro y el Acero (Canacero), sobre la caída del 30% de las exportaciones de acero hacia EU, que ha llevado a que las empresas mexicanas disminuyan su producción y se verá reflejado en la plantilla laboral, Zepeda opinó que el gobierno norteamericano reducirá el arancel del 25%, a razón de que “es ilógico que tengas un acuerdo comercial con un país y le estés imponiendo aranceles”.
Por otro lado, Eliseo Díaz González, investigador de El Colef, observó que en el nuevo acuerdo existen modificaciones en otras reglas de origen que consideran las materias primas utilizadas dentro de los componentes. “No sé qué va a pasar con las maquiladoras que utilizan muchas materias primas, sobre todo de Asia”.
MAYOR SINCRONIZACIÓN EN POLÍTICA MACROECONÓMICA
Entre los 30 capítulos que conforman el USMCA, destaca el 20, de Política Macroeconómica, cuyo objetivo es fortalecer la cooperación entre las partes respecto a las políticas macroeconómicas y evitar manipular los tipos de cambio para impedir un ajuste efectivo en la balanza de pagos o de obtener una ventaja comercial desleal.
Díaz González recordó que ésa ha sido una demanda recurrente de Trump en cuanto a China, misma que expresó en algunas ocasiones para el caso de México; de modo que este punto es delicado y puede ser controversial, ya que se “compromete el comercio y la soberanía monetaria”, así como los márgenes de política macroeconómica del gobierno mexicano.
Aun cuando México tiene un tipo de cambio libre, el Banco de México (Banxico) ha intervenido en el mercado cuando la depreciación del peso se dispara de cierto margen de flotación, “esas intervenciones de Banxico violarían esos principios” y el país podría ser acusado de estar interfiriendo en el tipo de cambio, en caso de una mayor volatilidad.
En opinión de Roberto Valero Berrospe, presidente del Centro de Estudio Económicos de Baja California, este capítulo lleva dedicatoria para la nueva administración, dado que se habla de que es un gobierno de izquierda y, en el pasado, las izquierdas de México han tendido a controlar el tipo de cambio.
Sobre los capítulos 4 y 11, referentes a Anticorrupción y Compras Públicas, respectivamente, México se compromete a consolidar el Sistema Nacional Anticorrupción y a promover la transparencia e igualdad de oportunidades entre proveedores y mecanismos de revisión de contratación pública, lo cual resultaría benéfico de llevarse a cabo.
Algo similar ocurriría en materia ambiental, cuyo Capítulo 18 establece “el compromiso de prevenir y reducir la basura marina; promover la gestión forestal sostenible; evitar la caza de ballenas con fines comerciales; y tipificar como delito grave el tráfico transnacional internacional de especies silvestres protegidas”. No obstante, el cumplimiento de tales medidas dependerá del seguimiento que se les dé, comentaron Díaz González y Valero Berrospe.
TLCAN FRACASA COMO POLÍTICA DE DESARROLLO EN MÉXICO
En 1993, cuando el entonces Presidente de México, Carlos Salinas de Gortari anunció el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en una conferencia en el Tecnológico de Massachusetts, en Estados Unidos, lo definió como “un acuerdo de creación de empleos, de mejoras salariales y de reducción de la migración”, que buscaba “promover el crecimiento económico y reducir las brechas de desarrollo entre México y sus socios comerciales”.
Pese a que las exportaciones hacia Estados Unidos y las inversiones de ese país crecieron en México, el tratado comercial falló como una herramienta de desarrollo, pues es “netamente empresarial” y benefició a unos cuantos, señaló Valero Berrospe.
Expuso que entre 1994 y 2018, el peso se devaluó en más de mil por ciento, la migración aumentó, generando una mayor dependencia de las remesas que envían los mexicanos, y, aunque se crearon más empleos, los salarios en algunos sectores se encuentran por debajo del nivel que tenían en 1993, acentuándose la desigualdad salarial entre los tres países.
Lo que ha ocurrido discrepa con lo manifestado por el entonces secretario de Comercio, Jaime Serra Puche, quien prometió que “se igualarán los salarios con nuestros socios comerciales”.
Además, el Tratado profundizó la desigualdad entre los estados ricos y pobres de la República, como Oaxaca, Guerrero y Chiapas, a los que se les había dicho que mejorarían. Los estados con producción agrícola redujeron su participación en el mercado, debido a que la importación de alimentos aumentó del 19 al 42%, aseguró el economista.
De 1994 a 2016, el Producto Interno Bruto per cápita creció a 1.2% al año, cifra inferior al 3.6% que tenía el país antes del acuerdo, lo que representa uno de los cinco más bajos de América Latina; en tanto que no se han respetado las salvaguardias ambientales y se ha permitido la operación de empresas contaminantes.
El economista consideró que el TLCAN generó mayores expectativas económicas que el USMCA, “se suponía que eliminar las barreras mejoraría la vida de los mexicanos”, anotó.
Sin embargo, el país no se benefició de la llegada de las maquiladoras, entre otras razones porque México no ha invertido en educación, innovación tecnológica ni mayor infraestructura. “Tenemos el discurso del gobierno, de los políticos por un lado, pero los beneficios para la población en general no se están reflejando”, finalizó el especialista.