Política Breve y de Emergencia
La consulta pública instruida por el presidente electo Andrés Manuel López Obrador sobre la obra del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM) ha abierto un debate “público” nacional, sólo comparable con los últimos argumentos de los candidatos presidenciales previo a la elección del 1 de julio.
Muchos, definitivamente, son los intereses individuales de grupos y hasta los de la Nación, que están involucrados en la obra de infraestructura más costosa y grande que nuestro país haya proyectado en los últimos 40 años. El valor presupuestado es de 13 mil millones de dólares hasta su operación al 10 por ciento, más de la mitad de ese recurso sería financiado por el gobierno federal; no son casuales las discusiones en uno y otro sentido en cuanto a la permanencia o no del proyecto, y menos si ahora se trata de tomar la decisión a partir del resultado de una consulta.
A partir de ayer, jueves 25 de octubre, y hasta el próximo domingo 28, en 538 municipios de las 32 entidades del país los mexicanos podremos acudir a manifestar nuestra opinión con respecto a dos opciones a partir de una pregunta: “Dada la saturación del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, ¿cuál opción piensa usted que sea mejor para el país?: A) Reacondicionar el actual aeropuerto de la Ciudad de México y el de Toluca y construir dos pistas en la base aérea de Santa Lucía. B) Continuar con la construcción del nuevo aeropuerto en Texcoco y dejar de usar el actual Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México”.
Es curioso como las argumentaciones y contraargumentaciones en uno y otro sentido de la discusión pasan por los extremos de maneras tan espontáneas, que no se encuentra la esencia fundamental de lo defendido ni tampoco de los defensores. Desde quienes consideran inadecuado y hasta erróneo el consultar a la ciudadanía sobre una decisión de gobierno, hasta quienes consideran que la consulta constituirá el origen de la debacle económica en su edición “error de octubre 2018”, al equipararla hipotéticamente con la fatídica crisis mexicana de la transición de 1994.
Algunos defienden sus posturas complicada y complejamente afirmando que ciertas definiciones deben estar reservadas para los “técnicos en la materia”, porque es imposible para el que no está formado ingenierilmente opinar, y mucho menos decidir sobre la pertinencia de las opciones (desde luego implícita está en su alocución su imposibilidad práctica de explicarse); y claro, con esa actitud quisieran mínimamente retrotraer a la sociedad mexicana digamos un siglo, por aquello de que la “sociedad no está preparada para la democracia”.
Es escandaloso como, ya sea en aras de una defensa partidista con tufo a frustración electoral o por obligación contractual económica, hoy se rechaza abiertamente la consulta de asuntos públicos para la toma de decisiones de gobierno cuando antes era esa precisamente una de sus banderas políticas fundamentales.
Y como el ataque es intenso, va toda la fuerza de los medios tradicionales de comunicación, hasta desbordar los límites del respeto y volver al insulto fácil, ese que no funcionó cuando la soberbia les decía que no tenían riesgo en su apuesta, pero la abrumadora diferencia en las urnas demostró su equivocación. ¿Y qué si la consulta favorece a la continuación de las obras de Texcoco? Los niveles de desesperación de los defensores del proyecto en marcha evidencia que verdaderamente consideran poco confiables sus argumentos, tanto que ni ellos lo creen.
Lo invito a participar del ejercicio nacional de consulta del NAICM, 28 serán las mesas receptoras de opinión que estarán en Baja California del 25 al 28 octubre en horario de 8:00 horas a 18:00 horas. Estoy seguro que esta será la primera de muchas decisiones trascendentes que habremos de tomar los mexicanos en los próximos años.
Que la historia lo registre.- En 1994 el Plan de Activación Urbana, un conjunto de obras que redimensionarían la infraestructura de Tijuana, fue sometido a consulta pública; a pesar de los férreos ataques y patrocinios de sus detractores, la sociedad lo aprobó.
Botón rojo.- ¿Vamos a recibir adecuadamente en Baja California a la Caravana Migrante o solamente nos vamos a quejar? Pregunta seria dedicada para los gobernantes.
Salvador Morales Riubí es político tijuanense, ha sido funcionario municipal y estatal. Actualmente es empresario y consultor en temas de salud y relaciones públicas.
Correo: smriubi@yahoo.com