Con ovaciones, vítores y tres minutos continuos de aplausos de un público fronterizo de pie, fue agasajado el reconocido flautista Horacio Franco y su orquesta Capella Barroco de México durante su histórico concierto que fue como un viaje a los siglos XVII y XVIII, el sábado 20 de octubre de 2018, justo el día en que el Centro Cultural Tijuana (CECUT) conmemoraba su XXXVI Aniversario, mientras que el artista mexicano celebraba 40 años de trayectoria.
De pantalón rojo y camisa negra con franjas delgadas también rojas, Horacio Franco regresó a Tijuana, luego de que la última vez que había tocado en la ciudad había sido durante el concierto del XXXV Aniversario del CECUT, ocasión en que el flautista ejecutó algunas piezas junto con Nortec.
“Muchísimas gracias por estar aquí; en verdad muchísimas, muchísimas gracias al CECUT y sin duda al público tijuanense”, fueron algunas de las palabras que exclamó Horacio Franco en el teatro del CECUT ante 575 personas que respondieron a la imperdible gala para disfrutar al virtuoso flautista y su inseparable orquesta, quien también tuvo elogios para Tijuana y su gente:
“Desde hace casi 20 años que vengo a esta ciudad; ¡cómo se ha dignificado, se ha embellecido¡ pero la gente sigue siendo la misma, gente maravillosa, en verdad, un público sensible; una ciudad culturalmente muy vibrante, con una amalgama de culturas y de influencias maravillosas y sobre todo de gente muy trabajadora, de gente muy sensible al arte, de grandes artistas plásticos, de grandes genios y estupendos colegas en la música, estupendos colegas en todas las áreas artísticas”.
Ese día, Horacio Franco fue dispuesto a convidar un memorable concierto con obras para flauta, cuerdas y continuo que compuso el célebre Antonio Vivaldi (1678-1741); incluso Franco ejecutó “Concerto en Sol Menor Op. VIII no. 8, RV. 332” (allegro, largo, allegro) que Vivaldi escribió para violín, pero que el artista mexicano adaptó ingeniosamente para la flauta.
El viaje barroco que propuso Horacio Franco incluyó obras como “Concierto en Sol Mayor, Op. X no. 6, RV 437” (allegro, largo, alegro); “Concierto en La Menor, P. 83 RV 445” (allegro, larghetto, allegro); y “Concerto en Re Mayor, Op. X no. 3, RV 428 ‘Il Gardellino’” (allegro, largo, allegro).
Intercambiando en cada obra las diversas flautas dulces que llevaba para la ocasión, Horacio Franco complementó la gala con piezas que Vivaldi heredó a la historia del arte musical, entre ellas “Concerto en Sol Menor, Op. X no. 2, RV 439, ‘La Notte’” [Largo. “Fantasmi” (Presto). Largo. Presto. “Il sonno” (Largo). Allegro]; y “Concerto en Do Mayor, P.79 RV 443” (allegro, largo, allegro molto).
Sin la varilla, literal, propia de un director orquestal y de frente al público, Horacio Franco dirigía de manera magistral a los músicos de la orquesta Capella Barroco de México con movimientos de cabeza y codos, o volteando a ver a los instrumentistas hacia los flancos, pero sobre todo los sonidos de su flauta de pico se erigían como la batuta del inolvidable concierto.
Entre los músicos de la orquesta Capella Barroco de México que acompañaron a Horacio Franco figuraron Raquel Masmano (concertino), Omar Felgueres (violín), Eduardo Espinosa (violín), Augusto Alarcón (violín), Francisco Méndez (viola), Owen Aguilar (violoncello), Rogelio Franco (contrabajo) y Daniel Ortega (bajo continuo).
Por cierto, cuando algunos oyentes del público aplaudían entre un movimiento y otro de una pieza, es decir entre un allegro y largo o entre un largo y allegro, por ejemplo, Horacio Franco solo sonreía para, por supuesto, continuar presurosamente con la obra completa.
Aunque el programa concluiría con “Concerto en Sol Menor Op. VIII no. 8, RV. 332” de “Il cimento dell’a armonia e dell’invencione” (allegro, largo, allegro), no pudo faltar obviamente el encore que Horacio Franco anunció tras los tres minutos de aplausos que el público tijuanense le entregó de pie en el teatro del CECUT: Entonces el flautista mexicano correspondió con uno de los tres conciertos para flautino que Vivaldi escribió, “Concerto en Do Mayor” (allegro molto).
Para clausurar la velada barroca, Horacio Franco todavía tuvo una sorpresa más al ejecutar el primer movimiento (de cuatro) de un concierto de Vivaldi que fue descubierto en 2011 y editado en los siguientes años, obra que –advirtió el artista-, ya había sido ejecutada previamente en la Ciudad de México, aunque resultó obviamente un estreno ese día en la frontera norte de México:
“Es un concierto para flauta flancés, es un concierto de una serie de cuatro conciertos que estaban perdidos, de Vivaldi y eran conciertos como exóticos; uno se llamaba ‘L’Inghilterra’, otro ‘La Spagna’, otro ‘La Alemania’ y éste se llama ‘El gran Mogol’, que se refiere a la India; es un concierto muy exótico, es un concierto para flauta que se descubrió en el 2011 y vamos a hacer el estreno en Tijuana”, exclamó el artista entre aplausos interminables.
Tras las ovaciones perennes al final del concierto barroco, Horacio Franco se presentó sonriente minutos después en el vestíbulo del teatro del CECUT para, generosamente, firmar autógrafos y conceder selfies, el día en que el organismo celebraba su onomástico 36 y 40 años de trayectoria que festejaba el artista.