AMLO le puso cascabel al gato. La bancarrota de la República desató polémica en sectores encumbrados. Lo negaron porque, como explotadores, sí les funciona la maquinaria de manipular precios y tributos, evadir impuestos, burlar las leyes sosteniendo una clase política que cuida perrunamente sus canonjías, desinforma y confunde a la sociedad.
EL PIB crece al 1.9%, pero la población al 1.6%, cifras del INEGI de estancamiento. Los trabajadores, la inmensa mayoría asalariada de mexicanos, pierden poder adquisitivo y sus salarios reales han bajado dramáticamente. El gasolinazo y el imparable precio del gas y transporte son una cascada de incremento de precios. Los que reciben ingresos fijos ven aumentar deudas y mermar su nivel de vida, es una ola de proletarización del trabajo calificado que impulsa en masa la informalidad.
La situación del país es de quiebra. Se sufre de hambre y todos en familia debemos trabajar para sobrevivir.
Vemos la quiebra de credibilidad y confianza en los medios de comunicación “chayoteros”. Los partidos que desgobiernan son impresentables y prometen obras caras y disfuncionales. El sistema podrido de gobernar es mediocre, corrupto y despilfarro.
Un alto gasto oficial cuya nómina absorbe el 80%. La burocracia excesiva, y la dorada con prestaciones increíbles, en un país con índices de desigualdad y pobreza vergonzosos.
Por tanto, la proporción que debería invertirse en infraestructura es insuficiente, y destaca la impagable deuda de más de 10 billones de pesos y sus intereses; un presupuesto que deja sin oxígeno para invertir en sectores estratégicos.
Quiebra en la administración de Justicia. Acudir al Ministerio Público a denunciar un delito es tiempo perdido, aún con evidencias de que hay nombres y videos de criminales. Se burla la ley, se compran las investigaciones, se vende la impunidad al mejor postor y las sanciones son por consigna, influencias y movidas por poderosos hilos: Un país sin Estado de Derecho.
El laberinto de la justicia es infinito, el río de dinero que corre en los juzgados y MP, es un barril sin fondo, una simulación y un fracaso social que desmoraliza a la ciudadanía. Una masa de delitos sin denuncia. La transa es un cáncer, aun con edificios nuevos, sueldos de privilegio, equipo de funcionarios y la pantalla de la “nueva justicia oral”.
El cinismo y corrupción campea en las dependencias que se dedican a ser receptoras de quejas y el desahogo de millones de víctimas invisibles. Desde los delitos más profanos como el robo de una bicicleta, un auto, un mobiliario, hasta asaltos a negocios, la desaparición forzada, el abuso policiaco, la tortura, el crimen de Estado, atropello de derechos humanos y feminicidios.
La previsión del delito es letra muerta cuando niños de tierna edad son abusados, incluso privados de la vida, por sus padres o padrastros y, pese a señalamientos y conmoción que generan estas noticias, las autoridades duermen en sus laureles.
La educación es otra área derrumbada de la nación. El “pase automático” significa un horror, porque ante la falta de habilidades y conocimientos elementales al estudiante lo “brincan” al siguiente grado.
El mínimo de inversión en educación indicado por Unesco es el 9% del PIB, de ahí para arriba. Los países desarrollados dedican el 12% o más, y eso significa escuelas bien hechas, todos los niños y niñas a formarse, alimentos, talleres, laboratorios, bibliotecas, instalaciones deportivas, vinculación con el trabajo. Significa, también, maestros y maestras con vocación, convicción, cultura que son seleccionados con rigor, capacitados y actualizados: una administración transparente de recursos. En México brilla la ausencia de un sindicato, orgullo de la educación, sin líderes venales marca Gordillo.
La bancarrota de la salud, falta de hospitales, médicos, camas, salas de cirugía, material de operación, nosocomios con graves limitaciones: sin material de curación, medicamentos, rayos X, laboratorios, personal. El paciente fallece porque no hay recursos elementales para su atención oportuna.
La medicina preventiva y los programas de nutrición son insuficientes, somos campeones en obesidad, diabetes, depresión, infartos, adicciones demenciales y en crítica salud mental.
Por no hablar de la bancarrota en Seguridad Pública, policías analfabetos de vocación y de sentido de servicio. Existen agentes enfocados en cobro de cuotas al narcomenudeo, un aparato represivo diseñado para joder al pobre y cuidar la opulencia, proteger a narcos y malandros perfumados.
¿Las prisiones? Hacinadas por quienes no pueden pagar un abogado y los peces gordos viven en libertad. No se escapan las privilegiadas iglesias y obispos que protegen pederastas, narcos y la turbiedad de sus donaciones y “limosnas”.
Sí, sufrimos la bancarrota de salarios congelados, explotación y desigualdad brutal que contrasta con privilegios obscenos para las cúpulas.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana. Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com