Ya la saga de “El conjuro” se ha vuelto un éxito rotundo, sobre todo entre los seguidores del Género H, y esto, primeramente, se debe a la destreza y visión de James Wan para hilvanar con sumo ingenio las historias de los Warren, pareja norteamericana que se hizo famosa por sus intervenciones en casos de posesión desde la muñeca “Anabelle” -que incluso yace en un museo en el sótano de su casa- hasta el sonado caso de “Amityville” en Long Island.
Ahora es el turno de Corin Hardy de probarse como un director capaz de contar bien la historia de Valek, personaje que vestido con su hábito (bien personificado por Bonnie Aarons) acecha a una familia inglesa en “El conjuro 2”.
A diferencia de dicha cinta, “La monja” -que explica el origen de Valek- tiene una narrativa que a veces parece poco convincente y, mientras que los sustos y esos sobresaltos que nunca faltan ahí están, la película carece de compromiso con lo que expone.
Así tenemos a Irene (Taissa Farmiga), una novicia que acompaña al Padre Burke (Demián Bichir) a Rumania, para realizar una investigación ordenada por el Vaticano sobre el suicidio de una monja en la antigua Abadía de Santa Carta.
En el camino se encuentra con Frenchie (Jonas Bloquet), un joven aventurero que conoce la ruta hacia el viejo convento benedictino rodeado por misterio y rumores de posesiones demoníacas. En cuanto llegan comienza toda la trifulca de apariciones, espíritus malignos y una lucha no por sobrevivir, sino para salvar el alma y acabar con un portal que tendría la capacidad de liberar el mal.
Llama mucho la atención ver a Taissa, hermana de Vera Farmiga -quien interpreta a Lorraine Warren en esta serie- en el papel de la Hermana Irene, pues ella, al igual que la conocida parasicóloga y médium que según “El conjuro” ha sido atormentada por este ser demoníaco en diversos momentos de su vida. Veremos más adelante si este casting fue mera consecuencia, o si estuvo planeado con sumo cuidado por la visión que Wan tiene a futuro.
El caso es que ahora sabemos quién es la “monja” y de dónde salió. Lástima que la claridad con que se desarrollan los tenebrosos hechos en la abadía no empata con el nivel de suspenso que se requería, y al cual nos habíamos acostumbrado después de los dos filmes de “El conjuro”.
A esto agreguémosle algunos diálogos poco afortunados como la aclaración que Frenchie hace de su origen francés-canadiense durante su encuentro cercano con Valek y la presencia poco convincente de Daniel (August Maturo), un niño al que el sacerdote no logró salvar mediante un exorcismo.
Estos pasajes, un tanto innecesarios, debilitan el desarrollo de la trama que peligra cada cinco minutos, aunque por supuesto sí tiene suficiente fuerza para causar temor, tensión y uno que otro grito leve, aclaro.
A final de cuentas “La monja” se mantendrá acaso como un episodio más de “El conjuro”, sin repetir la hazaña de sus largometrajes predecesores, aunque abriendo la puerta para la siguiente, entre que tal vez podría ser, por ahí, qué pasa con Maurice. ** y media.
Punto final.- Que ya comenzó el rodaje de “El conjuro 3”.