¿Hacia dónde vamos?
Unos cuantos años más y habrá terminado la historia de un siglo confuso e incierto que no logró alcanzar lo que justamente se esperaba, o sea, verse orientado en las metas superiores de la cultura y una vida social modelada al amparo de los altos valores del espíritu, ¿y tantos afanes, a dónde nos han llevado? ¿Qué es lo que se ha logrado obtener?
Hacer del mundo un verdadero laberinto con una intrincadísima red de corredores y salas en donde habita un nuevo minotauro; o como una Torre de Babel en donde los nuevos descendientes de Noé, al contrario de los designios divinos de no entenderse, se confunden con sus lengua, lo que impide un entendimiento racional, llevándolos o una encrucijada imposible y malévola en cada recodo del sendero, en donde no habrá más salida lógica que la de los caminos de lo absurdo y la obstinación, así como de la intransigencia por la obstinación e insensatez de los que pueden salvarlo.
Por esta actitud inconsecuente estamos pisando un terreno movedizo y peligroso que puede hundirnos en forma inevitable por inconcebibles despeñaderos. Además sufrimos los vientos huracanados, además de las interminables reyertas y asperezas de las naciones desarrolladas y el angustioso paupérrimo social de los países pobres que venden su libertad por un mendrugo, olvidando, como se ha dicho, que “donde existe dependencia, se esfuma la libertad”.
En un tiempo que ha transcurrido, hemos sido azotados por dos grandes contiendas mundiales las que no hicieron más que cambiar el mapa político del mundo y fijar una nueva distribución de los centros de poder. Tomando del libro de Andrés Rojas, Ciencia Política. 8-27 del 2018.
Atentamente,
Vicente Martínez Méndez
Tijuana, B.C.