Madres deportadas que radican en Tijuana, tuvieron la oportunidad de reunirse con sus hijos y algunos de sus familiares, el viernes 27 de julio, en esta ciudad; algunas incluso, después de varios años de no verse.
Esta experiencia de vida se vio materializada durante el foro “La otra cara de la deportación”, que organizó la asociación Dreamer’s Moms, que encabeza Yolanda Varona, quien también es madre deportada y activista en pro de las madres que se encuentran separadas de sus familiares.
Durante el evento, algunos de los hijos y familiares presentes, quienes arribaron de algunas de las ciudades de Estados Unidos, donde radican con sus padres, compartieron las experiencias y dificultades que han tenido que sortear luego de que sus madres fueron deportadas a México.
La mayoría de ellos coincidió en que lo primero que deviene, es un golpe emocional fuerte, al saber que sus madres ya no estarán con ellos por algunos años y la incertidumbre de no saber si van a poder compartir con sus progenitoras, los momentos más importantes de sus vidas: cuando obtienen un logro académico o deportivo, se gradúan de la escuela, cumplen años, las reuniones de fin de año, el festejo del día de la madre, entre otros.
Pamela Martínez, una de las jovencitas que participó en el evento, refirió que para ella es muy triste lo que sucede, derivado de las políticas migratorias que llevan a cabo en el país vecino; en su caso se dijo convencida de que “las madres no hacen nada malo (para que las deporten), y si lo hacen, es algo mínimo y por necesidad, por brindarles una mejor vida a sus hijos”.
Por su parte, otro de los jóvenes argumentó que las autoridades estadounidenses deberían ponerse, “un momento en nuestros zapatos y que se pongan a pensar sobre las consecuencias y su potencial forma de destruir miles de familias con sus leyes migratorias”, por lo que mandó un mensaje para que “lo consideren y hagan más flexibles esas leyes”.
Yolanda Varona compartió a ZETA que el objetivo primordial de este foro fue el simple hecho de que los niños que sufren estas deportaciones de sus madres, pudieran expresarse y para que las autoridades puedan escucharlos de viva voz.
Destacó que las madres deportadas han aprendido a ser “resilientes y fuertes”, pero los niños y jóvenes aún no, porque muchos de ellos no entienden lo que es la deportación; por ello era muy importante que “hablaran y se desahogaran”, para que más gente los escuchara y supiera qué pasa en realidad con sus vidas.