El Partido Revolucionario Institucional está en su peor crisis de la historia. Si bien, anteriormente ya había perdido la presidencia de México en 2000 ante Vicente Fox y en el 2006 contra Felipe Calderón, la forma en que lo hicieron versus Andrés Manuel López Obrador es francamente terrible.
No hubo un solo Estado de la República que su candidato, José Antonio Meade, ganara; en todas las entidades, prácticamente se fue hasta el tercer lugar. Hay casos donde mantuvieron una segunda posición, como Yucatán o Coahuila, pero muy pocos. Como una de las consecuencias más palpables es que la bancada del Senado estará integrada por solo 12 miembros, cuando venían de un número mayor a 50 escaños.
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Lo que me llama la atención es que a estas alturas del juego, los mismos priistas no han hecho un análisis objetivo de la derrota o al menos no se conoce públicamente, lo poco que se ha escuchado son señalamientos más de forma que de fondo. Están pasmados, tiemblan de miedo al intentar decir las cosas como son. Su pánico a ventilar o exhibir objetivamente lo que pasó, lo están confundiendo con su inquebrantable institucionalidad. Por lo visto, “anhelan” otra vez estar 12 años fuera del poder.
¿Cómo es posible que un partido político que hace seis años estaba en la cumbre, hoy, en el mismo lapso de tiempo, esté por los suelos? Hay varias explicaciones, mencionaré solo algunas:
En primer lugar, el papelazo del Presidente Enrique Peña Nieto. Aún tengo muy presente lo que se decía al arribo del mexiquense y su inicio de gobierno, donde se afirmaba que “el gran reformador” había llegado y que los priistas sí sabían cómo hacer las cosas.
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Los resultados son contundentes: Enrique Peña es el mandatario nacional más vapuleado en la historia moderna. Solo dos de cada 10 mexicanos lo aprueban. No sé si a ustedes lectores les pasa lo mismo que a mí, pero hoy en día da exactamente lo mismo si Peña Nieto está gobernando o no. Es de lo más triste percatarse que se convirtió en un cero a la izquierda. Desde hace meses lo que haga o diga es insignificante. Recuerdo hace algunas semanas en la escuela de una de mis hijas, les pidieron realizar un trabajo sobre los presidentes de México, a ella le tocó hablar de Enrique Peña Nieto, sinceramente no supe cómo ayudarla al intentar describir logros de la actual administración.
El segundo factor de la derrota de los priistas fue la corrupción. Que quede claro que no exclusivo del PRI, también los panistas y los perredistas sufren de este mal, pero como se dice coloquialmente, a los tricolores “se les pasó la mano”. Empresarios grandes y pequeños se quejan de que al gobierno de Peña Nieto, les cobraron hasta un 30% de moche por asignación de contratos ya sea de obra, productos o servicios. En pocas palabras, se sirvieron con la cuchara grande.
Y el tercer factor fueron los candidatos a elección popular. Las principales posiciones fueron para gente cercana al Presidente Peña con todo y la carga negativa que generaba. Hicieron a un lado a la militancia, la factura está a la vista de todos. Si revisamos los legisladores que formaran parte de sus mini-bancadas solo encontraremos rostros de personas que trabajaron para el mandatario nacional.
De esta manera, mientras que los priistas por ignorancia, miedo o institucionalidad se niegan a hablar claro y de frente, asignando responsabilidades, las semanas seguirán transcurriendo. No debieran de olvidar que 2019 está a la vuelta de la esquina y los próximos comicios, como los Baja California, llegarán más temprano que tarde.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro
