El Partido Verde Ecologista de México en Baja California está en el caño electoral. No solo por sus pésimos resultados en las justas de votos y urnas, sino porque su actuar y su poca transparencia lo llevan al top de los partidos políticos peor posicionados.
Si no fuera suficiente, la marca de la derrota por las pasadas elecciones, donde el Verde obtuvo un ridículo efecto en las casillas; hace unos días, el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información Pública de Baja California (Itaip), hizo válida una multa a Fausto Gallardo García, exdiputado y dirigente estatal del partido.
La multa para Gallardo fue en su calidad de secretario general del partido, por la cantidad, también no menos ridícula, de 12 mil 90 pesos, por violar sistemáticamente la Ley de Transparencia, la cual debe acatar de manera obligatoria.
El pasado 16 de agosto, en la sesión del Consejo del Itaip, se aprobó el acuerdo (REV/401/2017) en contra del “Ecologista”. Expediente que por cierto, inició desde el año pasado. Pero el tortuguismo y la poca productividad del Instituto de Trasparencia es otra historia.
En la sesión, los consejeros explicaron que el Partido Verde fue multado gracias a que se negó a hacer público, gran cantidad de su información de oficio. Por ejemplo, ocultaron los montos y la periodicidad en la entrega de honorarios que, sobra decirlo, eran entregados en completa secrecía y discreción.
También, el partidillo que no pudo ni mantener su registro local desde 2016, no quiso hacer públicos los sueldos, las comisiones, apoyos económicos, gratificaciones y viáticos de cada uno de los integrantes del su Comité Directivo Estatal.
Tampoco, el “Verde” transparentó sus ingresos económicos recibidos, los cuales, por cierto, ascendieron a 14 millones 27 mil 770 pesos en 2016, el último año que recibió prerrogativas por parte del Estado.
Según el Itaip, Fausto Gallardo no solamente tendrá que pagar la multa, sino que tendrá que entregar la información, de no hacerlo, será multado de nuevo.
El PVEM participó en 2018, en Baja California, gracias a su registro nacional, además de que se trató de una elección federal; pues como arriba ya se dijo, fue tan minúsculo su poder electoral en 2016 que no pudo completar el mínimo de votos requeridos para mantener su inscripción y con ello, seguir recibiendo los millones de pesos que cuesta a los ciudadanos, un partido político.
Hoy por hoy, el Partido Ecologista ni se renueva, ni se recicla; está en la mugre electoral, opaco y sin recursos, con multas y sin futuro. El partido huele mal, muy mal.