Es la historia de los grandes estadistas del siglo XX y XXI que titulan sus autobiografías: “Camino a la Esperanza” (Walesa), “El Largo Camino hacia la Libertad” (Mandela), “Tengo un Sueño” (“I Have a Dream”, Luther King); “La Revolución Tranquila” (Pepe Mujica).
En 2024, si Dios lo permite, Andrés Manuel López Obrador podrá plasmar en alguna autobiografía, su experiencia y vida política sobre el viacrucis de gobernar un país como México, inquieto e inquietante.
“Cállanos la boca”, escriben muchos que han sido sus adversarios, Vicente Fox, expresidente de México, entre otros. Como le dijera don Carlos Slim a Donald Trump cuando “ganó” la presidencia de USA: “No es lo mismo ser borracho que ser cantinero”.
Sin renunciar a ser una revista de información y análisis, la Revista Proceso, en su primera edición de julio de 2018, anota sobre AMLO: “Poder o No Poder”. Y en interiores recuerda el decálogo de López Obrador, como una cuasi Utopía (un lugar por alcanzar).
La Conferencia Episcopal Mexicana (CEM), el mismo domingo 1 de julio, emitió un mensaje de reconocimiento al proceso electoral 2018, en el que pide a los mexicanos católicos y de buena voluntad, unirse democrática y libremente al plan de gobierno del presidente electo Andrés Manuel López Obrador.
De aquí a diciembre, cuando asuma el poder el nuevo presidente (2018-2024), poco se podrán percibir de los cambios estructurales que urgen a la gente. Unos 30 millones de votantes, son la cuarta parte de los 120 millones de mexicanos. Casi 60 millones en la pobreza.
Tan pronto pasó el sexenio del Presidente Enrique Peña Nieto (2012-2018), cada quien vio lo que vio en su pueblo, colonia, ciudad, Estado, país. Muchos comunicadores dieron su vida por dar a conocer las verdades, no del Presidente, sino de tantas cosas que se mueven a pesar del Presidente de la República.
Recuerdo “Traffic”, la película conmovedora en la que se habla parte de la vida del Zar antidrogas de USA, mientras él se desvive de aquí para allá en todo el mundo, para perseguir al crimen organizado y al narcotráfico; su hija, adicta a la heroína, sucumbe en el Barrio Logan o Logan Height, en el Condado de San Diego, California.
Sin la ayuda de todos los mexicanos, el Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador, podría terminar en un “fracaso” o una desilusión, como se lo ha expresado de buena voluntad el expresidente Vicente Fox. Imagínelo usted iniciando su mandado en el sexenio (2000-2006), teniendo como director de la Policía Federal Preventiva al pseudo general Francisco Arellano Noblecía; el mismo que siendo comandante judicial del exgobernador sonorense (1973), Carlos Armando Biebrich Torres, en contubernio con Hermenegildo Cuenca Díaz, el secretario de la Defensa Nacional, ordenaron la masacre de Río Muerto, en el Valle del Yaqui, para presionar la renuncia de Biebrich a la gubernatura. Hecho consignado en la obra de Jesús Blancornelas, “Crónica de una Infamia”.
En ese tiempo, 1973, el presidente del PRI, Porfirio Muñoz Ledo, “premió” a Cuenca Díaz con la gubernatura de Baja California. Que no vivió ni un año tras morir de un “infarto”, eso inventaron después de una comida a la que asistió como gobernador electo.
La historia política de México, unos la conocen muy bien, otros la vamos conociendo. Es dramática desde el asesinato de Madero y su hermano Gustavo A. Madero, a quien sus enemigos políticos le sacaron los ojos con crueldad. Obregón mata a Carranza y luego matan a Obregón; y Lázaro Cárdenas expulsa a Calles a San Diego, Ca.
Grandes políticos, como Luis Donaldo Colosio Murrieta, se quedaron en el camino de la esperanza, y a otros los han sacrificado en plena actividad política, como al diputado Belisario Domínguez y a otros reformadores de sus partidos.
Tatiana Clouthier es quien me parece que narra en su libro “Maquío, mi padre”, la anécdota cuando se aparece en pleno velorio (1989), en Culiacán, Sinaloa, el secretario de Gobernación -entonces- Fernando Gutiérrez Barrios, a quien con firmeza, pero con coraje, la esposa del Maquío le pide “si tiene vergüenza, retírese de aquí, usted no tiene nada que estar haciendo aquí en este lugar”.
Germán Orozco Mora reside en Mexicali. Correo: saeta87@gmail.com