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domingo, octubre 6, 2024
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Sicario 2. Día del soldado

En medio de toda la trifulca de esta secuela -y vaya que hay una trifulca entre México y Estados Unidos- está Isabel Reyes, una adolescente estupendamente interpretada por Isabela Moner, quien es, nada más y nada menos, que la hija del hombre que asesinó a la familia de Alejandro, “El Sicario”. La niña ahora está bajo su cautiverio. Ya se imaginarán.

Sin embargo, esta es apenas una subtrama en la película que, dirigida por Stefano Sollima, explora la manera no cómo un gobierno ataca el problema del narcotráfico con el sistema judicial al margen, como vimos en la primera entrega. Aquí somos testigos, desde la butaca, de la manera en que un país de plano se entromete en los problemas de otra nación para crear el caos, sin importarle siquiera la más catastrófica de las consecuencias.

Para esto, el Estado norteamericano cuenta con Matt Graver (Josh Brolin), el agente estadounidense listo para transgredir todo con tal de lograr su objetivo, para lo cual se hace valer de un sicario a quien solo conocemos como “Alejandro” (Benicio del Toro), cuya parquedad se explica tras la trágica muerte de su familia a manos de un capo.

Curiosamente la víctima ahora es esta jovencita y el escenario es McAllen, donde hace unos días vimos cómo la administración de Donald Trump pretendió usar a los niños de indocumentados como carnada para desincentivar la migración ilegal al vecino país y forzar, de paso, una política migratoria que obedeciera a sus intereses.

Ahora no sabemos cuál será la suerte de Isabel en este complejo entramado donde sobran las balaceras y los bombazos, como expresiones de la interminable violencia en la frontera México-Estados Unidos que después de sitios como Djibouti y el Golfo de Somalia, es donde se desarrolla verdaderamente la acción.

Mientras que el director de la primera entrega de “Sicario”, Denis Villeneuve, pareció concentrarse más en los personajes y sus oscuras motivaciones, Sollima parece apostarle a la adrenalina para enfatizar la brutalidad que utiliza el crimen organizado para afianzarse en un terreno y exterminar al rival cuando se ve amenazado. Irónicamente la “amenaza” en este caso es artificial y viene desde el norte como una mera provocación, donde la moral parece ya ser un concepto en desuso.

Eso es, quizás, lo que más sacude la conciencia, ver cómo el gobierno de una potencia es capaz de provocar una “narcoguerra” sin importarle las consecuencias y, a su paso, victimizar menores con tal de salirse con la suya. Después de todo, aquí no valen las reglas.

Del Toro, Brolin y Money se dan un mano a mano con actuaciones convincentes donde una mirada cínica contrasta con una expresión de profunda tristeza, haciendo a un lado el diálogo, a veces, para expresar el mensaje.

El peligro siempre inminente se ve en el rostro de la chica que parece conocer su destino mientras el sicario aprieta el gatillo y guarda silencio, como si para matar mucho fuera preciso decir poco.

Tal vehemencia saca adelante un largometraje al que le sobran balas y explosiones, pero que tiene, en definitiva, una historia que contar. Y al final, termina haciéndolo bien. *** y media.

Punto final.- Lo peor de “Sicario 2” es el subtítulo.

Autor(a)

Gabriela Olivares
Gabriela Olivares
gabriela@zeta.com
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