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lunes, septiembre 30, 2024
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Ruy Sánchez y la poesía “como la exploración de lo terrible”

Ganador del Premio Mazatlán de Literatura 2018 con “Los sueños de la serpiente” (Alfaguara, 2017), el escritor explicó a ZETA la forma siempre poética de narrar a propósito de su nueva entrega: “Para mí la poesía no es algo que tú añades a la prosa, sino que es la esencia misma de la escritura”

Con la memoria en el limbo, recluido en una clínica psiquiátrica, un hombre trata de reconstruir su vida escribiendo en las paredes de su celda algunos retazos de vagas remembranzas, pero el collage de recuerdos poco a poco va tomando forma hasta parecerse a la historia del siglo XX, incluida la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética.

Se trata de un mexicano centenario que en algún momento de su juventud estuvo enamorado de Sylvia Ageloff, la fémina que fue seducida y traicionada por Ramón Mercader para acercarse a León Trotsky y asesinarlo el 21 de agosto de 1940 en Coyoacán, en la Ciudad de México.

Se está ante “Los sueños de la serpiente” (Alfaguara, 2017; Premio Mazatlán de Literatura 2018) de Alberto Ruy Sánchez, novela a través de la cual el poeta mexicano narra no solo la historia del desmemoriado mexicano y Sylvia Ageloff, Trotsky o la Guerra Fría, Frida Kahlo y Diego Rivera, las ilusiones y desconciertos, sino también el deseo y el mal en la política y la historia del Siglo XX.

Aunque el tema del deseo había sido tratado en su célebre “Quintero de Mogador”, Alberto Ruy Sánchez manifestó en entrevista con ZETA la razón fundamental por la que decidió abordar el mal en su nueva propuesta:

“El deseo en muchos de sus aspectos principales está en el ‘Quinteto de Mogador’, pero me faltaba el deseo y el mal. Entonces, el deseo y el mal tenían que ser explorados y ya sabes, el deseo y el mal donde más abundan es en la historia y en la política”, reveló.

 

LA ESTRUCTURA O UN COLLAGE DE RECUERDOS

Como la memoria, “Los sueños de la serpiente” es un collage de relatos siempre poéticos que desarrollan una idea con los respectivos personajes y contexto histórico del Siglo XX, donde Sylvia Ageloff y Trotsky vuelen a la mente del desmemoriado mexicano. La estructura de collage distingue la obra de Alberto Ruy Sánchez.

“Yo pienso mucho las estructuras, me interesan mucho. Todo mi ‘Quinteto de Mogador’ tiene como modelo los azulejos artesanales para poder hacer un collage de nueve formas literarias distintas, cómo combinarlas, uso la técnica de los azulejeros; en ‘Los sueños de la serpiente’ lo que me puse a estudiar fue las técnicas del collage, me puse a ver qué mecanismos hay, porque el libro es un collage. Entonces, como en un collage, recortas de diferentes contextos, esta pieza aquí, esta pieza allá.

“Yo recorté elementos todo el tiempo, hay una versión del libro de 800 páginas, aunque impresas son 300, en realidad son 200 páginas, pero yo tengo una versión de manuscritos de 800 páginas, o sea, cuatro veces más el libro; recorté, quité historias, algunas las utilizaré después, otras no.

“La carta que hace Sylvia Ageloff cuando el asesinato aquí está convertida en 17 páginas, pero era una novela breve casi de 90 páginas, yo pude haberla publicado como una novela breve, pero la sinteticé, la corté y la dejé en 17, que es uno de los capítulos del libro”.

¿Cuál es el principal riesgo al tratar de armar un rompecabezas?

“Hay muchos riesgos, por supuesto, pero el riesgo más grande es que te salga una porquería, te salga un batidillo; por lo menos a mí siempre me preocupa mucho la geometría de la composición, en todos mis libros hay un estudio de la composición, yo incluso dibujo todo; en mis libros de poemas hago partituras.

“Para mí es muy importante justamente el cuidado armónico y que la composición geométrica no mate la parte vital, sino que la parte viva siga estando viva, la parte espontánea tenga su manera de existir a pesar de que la tijera te diga ‘córtale aquí’, a veces tienes que dejar cosas, a veces cortar otras; y luego, tiene que haber una coherencia, porque también estás contando una historia, y esto del hilo dentro del laberinto, es  muy curioso porque toda la gente que me ha dicho ‘esto es complicado pero uno se orienta, no te pierdes’, entonces, pues eso es lo que es la vida. En la vida pasas de un espacio a otro, de una persona a otra, de un ámbito a otro y, si tienes cuidado, pues encuentras el sentido de todo”.

En torno a la estructura perfecta de piritas que finalmente conforman un cubo, Ruy Sánchez compartió:

“La idea de la naturaleza que en su evolución de magma se convierte en una forma perfecta, yo lo pienso más bien en relación a la geometría de la novela; toda la novela comienza con el desconcierto, es un libro formalmente sobre el desconcierto que va tomando forma al final, y es la forma de un cubo, que es el cuarto en el cual está encerrado este hombre y sobre cuyas paredes él escribe; entonces, la pirita es algo que comienza en una forma concreta, aparente o formalmente caótica, que va tomando la forma de un cubo perfecto, tan perfecto que además es la conversión de la memoria y de la identidad de la persona”.

Foto: Cortesía

“CADA CONTENIDO NECESITA UNA FORMA DISTINTA, SIN PREOCUPARME POR LOS GÉNEROS”

“Los sueños de la serpiente” es una obra donde abunda la poesía, novela, autobiografía, ensayo, historia y relato. Por eso llega el momento de inquirir a Alberto Ruy Sánchez:

¿Tienes alguna conclusión sobre tu idea de los géneros literarios?

“Más que una conclusión es un punto de partida. Yo siempre he sentido que tengo que escribir lo que necesito escribir, lo que necesito crear, lo que necesito decir, con una forma especial para ese contenido; cada contenido necesita una forma distinta, sin preocuparme por los géneros.

“El problema de los géneros es un problema del editor o de quien comercialice, y de lo que me doy cuenta es que ni siquiera es un problema del lector; a los lectores no les importa tanto cómo va a ser clasificado por los universitarios o por los editores, o por los libreros. El lector se enfrenta a lo que tú le ofreces de una manera completamente natural y, cuando tú tienes algo que decir, usas los recursos de lo que la gente llama en nuestra cultura géneros, pero que es algo completamente nuevo, no siempre se pensó la escritura en forma de los géneros actuales.

“Por otra parte, para mí la escritura siempre es documental; los cinco libros del ‘Quinteto de Mogador’ están basados en más de 600 entrevistas con mujeres sobre el deseo, y más de 100 hombres; son documentales, pero la forma que da cuenta de esa documentación es una forma que corresponde a la intensidad de los testimonios que recogí. Entonces, más que un problema de fidelidad a un género, es problema de fidelidad a una realidad.

“Ya es algo muy común romper los géneros, pero hace treinta años no; a mí nunca me ha importado en qué género se clasifica, pero soy consciente de qué texturas estoy moviendo, o sea, el ‘Quinteto de Mogador’ comienza con una inmensa concentración poética y mi plan fue que lo narrativo se fuera metiendo de tal manera sin que desapareciera lo poético, pero al darle más cuerpo va tomando también lugar y se va haciendo evidente lo implícito, que es la reflexión que hay desde lo poético; o sea, la poesía también tiene ideas, y lo narrativo, por supuesto, pero ya al final del ‘Quinteto de Mogador’, ‘La mano del fuego’, es un ensayo sobre el amor, por eso se llama incluso ‘Un Kama Sutra involuntario’, pero hay un trascurso de lo poético a lo ensayístico. Todos esos recursos aquí en ‘Los sueños de la serpiente’ están utilizados de una manera pues no quiero decir más madura, sino como diciendo ‘ya tengo los instrumentos para poder moverme en las maneras en que yo quiera’.

“Estoy completamente en contra del término ‘no ficción’, yo creo que eso es una gringada, más que una gringada es una cosa protestante, es creer que todo se divide entre lo falso y lo verdadero, el fetichismo de lo verdadero porque yo lo digo o por seguir las reglas de un periodismo equis, nosotros sabemos que eso es completamente irrelevante; y por otro lado, ‘Madame Bovary’ te explica mejor cómo es la vida social de la Francia del Siglo XIX que los ensayos que hay sobre la moral y las costumbres de la época.

“Nosotros tenemos la palabra ensayo, ¿por qué les molesta a los gringos? Porque en la palabra ensayo siempre hay ‘el que se ensaya’, no borras a la persona, y los gringos quieren borrar a la persona: ‘sé objetivo, bórrate, no digas yo, borra’.

“Cuando me dicen, por ejemplo, ‘una novela de no ficción’, me están diciendo ‘esta es una novela, pero le juro por la virgencita que es verdad’, o sea para mí decir ‘no ficción’ quiere decir ‘le juro por mi mamacita y por la virgencita que es verdad’; o sea, es un acto de fe, no es algo objetivo. Entonces, creo que el ensayo es realmente una de las grandes posibilidades que tenemos para tratar la realidad”.

 

“LA NATURALEZA DE LA ESCRITURA ES LO POÉTICO”

La poesía abunda siempre en la narrativa de Alberto Ruy Sánchez. Por “Los sueños de la serpiente” transcurre no solo la historia del Siglo XX y sus desilusiones, sino las digresiones siempre poéticas del autor.

¿Cuál es el papel de la poesía al narrar la exploración de la historia del Siglo XX no de una forma lineal, sino con las digresiones poéticas que propones en “Los sueños de la serpiente”?

“Para mí la poesía no es algo que tú añades a la prosa, sino que es la esencia misma de la escritura; es decir, contar la historia de una persona que ya perdió la memoria, ha perdido la consciencia de sí mismo y que está tratando de recuperar su identidad es algo que no puedes contar en palabras comunes; entonces, más que añadir poesía lo que hago es escuchar las voces de las personas que han estado en situación similar. Yo creo que la naturaleza de la escritura es lo poético, la escritura más lineal es una impostación, es una pose que culturalmente estamos acostumbrados a pensar como natural, pero lo natural es la poesía.

“Tengo una idea muy tenaz de que cada novela es una experiencia, y por lo tanto, si tú vas a hablar del desconcierto de una persona y de las ilusiones del Siglo XX, sobre todo, la forma tiene que decírtelo, no solamente el contenido, sino que la forma comunica; entonces, hacer una novela sobre el desconcierto, que sea como un laberinto pero que haya un hilo claro que te permita seguir y orientarte a través del laberinto, sin que sea un relato lineal, sino que sea un relato poético, pero no la poesía solamente como lo bello, sino la poesía también como la exploración de lo terrible”.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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