En dos años, de hecho en mucho menos, el Presidente Enrique Peña Nieto envió al Poder Legislativo y ahí le aprobaron, sus llamadas “Reformas Estructurales”, incluida la Energética. En dos años, Francisco Vega de Lamadrid, gobernador de Baja California, endeudó al Estado y comenzó a entregar a empresas privadas convenios y contratos para la construcción de obras. En dos años, el alcalde de Tijuana, Juan Manuel Gastélum Buenrostro, ya había rentado patrullas, camiones de basura y echado a perder la inversión del Sistema Integral de Transporte de Tijuana (SITT).
En dos años se pueden realizar muchas acciones de gobierno en cualquiera de los ámbitos, para perjudicar el erario de la Nación, el Estado o el Municipio, de igual forma que en dos años se pueden llevar a cabo estrategias, políticas públicas y acciones de gobierno para beneficio de los más.
En los próximos meses, en Baja California iniciará formalmente el proceso electoral estatal para que en junio de 2019 se realicen los comicios para renovar Gobierno del Estado, Congreso del Estado y las cinco alcaldías. Será una elección atípica, dado que los periodos de gobierno de quienes resulten ganadores, serán por dos años.
El objetivo de hacer una elección de gobernantes de corta duración, es empatar las elecciones estatales a las federales intermedias. Entonces, que en BC se realicen procesos electorales cada tres años. Quienes serán electos en 2019, concluirán su periodo en 2021; cuando en el ámbito federal se realicen las elecciones para la renovación de la Cámara de Diputados, en Baja California se elegirán alcaldes por tres años, diputados locales por tres años y gobernador por seis años.
La particularidad en el Estado es que quienes hoy día son diputados y alcaldes, tendrán la posibilidad de optar por la reelección en 2019. Si alguno de los diputados cree que ha hecho un excelente trabajo, cercano a las causas sociales, del lado de la sociedad y con responsabilidad en la supervisión del Poder Ejecutivo, seguramente querrá continuar dos años más en el cargo.
Lo mismo los alcaldes, aquel de los cinco que crea que ha cumplido a su sociedad, que ha administrado adecuadamente los recursos y bienes del Ayuntamiento, y actuado para beneficio de los más y sin intereses ni trampas, ni corrupción de por medio, podrá con la frente en alto pedir el voto para quedarse en la presidencia municipal por dos años más.
Afortunadamente no es el caso del gobernador Francisco “Kiko” Vega, ya que sale en 2019, al cumplir sus seis años de mandato.
El próximo mandatario de Baja California, pues, será por un periodo de dos años. Y en dos años se pueden hacer muchas acciones para bien, y muchas para mal de la entidad.
Sin embargo, los políticos tradicionales, ensoberbecidos aún por los votos que tuvieron en el pasado (la votación del 1 de julio acabó con el bagaje político electoral de muchos), o por los captados hace unos días, prefieren esperarse a la gubernatura por seis años, en lugar de aprovechar la de dos.
Algunos consideran que dos años no son suficientes para llevar a cabo un plan de desarrollo para el Estado de Baja California, otros creen que es poco tiempo para hacer lo que quieren hacer, unos más dicen que no vale la pena quemarse una campaña, enfrentarse con otros poderes, con otros actores y con otros partidos, para solamente estar dos años al frente del gobierno.
La realidad es que al más tradicional estilo, con esa actitud evidencian que lo suyo es obtener el poder por el poder, y no precisamente tener la oportunidad de administrar los recursos de la entidad durante dos años, para hacer el bien a los bajacalifornianos.
Cosa contraria, la gubernatura de dos años debería ser más atractiva para quienes quieren cambiar la forma de hacer política en Baja California, un reto para demostrar a los políticos acartonados, corruptos o voraces, que en dos años se pueden proyectar y echar a andar estrategias y políticas públicas para hacer que el Estado avance en materia de seguridad, de justicia, de combate a la impunidad y a la corrupción.
La gubernatura de dos años debe ser tomada como una gubernatura de transición, de cambiar las formas y las reglas de hacer política en el Estado para avanzar hacia una administración transparente, eficaz, de rendición de cuentas, de justicia y desarrollo, que beneficie a los bajacalifornianos y no solo a unos cuantos, como ha venido sucediendo.
Quien aspire a gobernar BC por dos años, debe sentar las bases para que los corruptos sean castigados, para que todos los excesos que se cometieron (y se cometen) en la actual administración sean revisados y, en caso de encontrarse ilícitos, estos sean castigados. Debe servir para cambiar las reglas de hacer gobierno, de entregar contratos y licitaciones, de invertir y desarrollar, de tal manera que los bajacalifornianos tengamos certeza que las transacciones gubernamentales se hacen para beneficio del Estado y sus habitantes, no para la bonanza económica de compañías que entregan “moches” a funcionarios, o les pertenecen a partir de testaferros.
En dos años, con el apoyo de la sociedad y el trabajo responsable del Congreso del Estado, que también se renovará, se puede limpiar el sistema de corrupción que se ha instaurado para gobernar en Baja California, y establecer uno nuevo, sin opacidad y sin espacio para la corrupción. En dos años se pueden poner candados para que los gobernantes que en el futuro lleguen al poder estatal, no tengan oportunidad de cometer actos de corrupción y excesos como los que se señalan actualmente.
Aunque parezca difícil, dado que la actual administración se ha empeñado, avalada por sus diputados, en minar las finanzas estatales, en dos años se puede iniciar y llevar a cabo un plan de saneamiento financiero para rescatar la capacidad crediticia del gobierno, regresar el margen para la inversión pública y reestructurar la forma de distribuir el presupuesto entre los tres poderes y los organismos descentralizados.
En dos años, se puede perseguir a los corruptos y llevarlos a proceso judicial. En dos años se puede dar participación ciudadana a grupos organizados para la supervisión de los actos de gobierno. En dos años se puede abrir un gobierno y llevarlo a la sociedad. En dos años se pueden hacer muchas acciones para beneficio de todos en Baja California.
Por eso aquel político que prefiera esperar a la gubernatura de seis años en lugar de la oportunidad en la de dos, es probable que no esté pensando en el buen gobierno tanto como en el beneficio personal.
De una vez, Lector, empiece a ver, a escuchar, a sopesar, porque el próximo año habrá elecciones en Baja California, y en un gobierno de dos años, o nos terminan de hundir, o inicia la recuperación.