Al día siguiente de la elección del 1 de julio, en la sede del Partido Acción Nacional en Tijuana, militancia y simpatizantes que colaboraron en la frustrada campaña política y sirvieron de representantes de casilla para ese partido, se congregaron. Como no queriendo, se comentó que algunos de los candidatos acudirían a pesar del poco ánimo ante la derrota sufrida. Los participantes esperaban que Jorge Ramos, el candidato del segundo lugar de la fórmula al Senado, llegara y agradeciera el trabajo realizado pese a haber perdido estrepitosamente contra Jaime Bonilla, de Movimiento Regeneración Nacional, quien le arrebató el triunfo al PAN, logrando el 57.33 por ciento de los votos contra un tímido 23.62% de la fórmula Gina Cruz-Jorge Ramos. Pero de la expectativa pasaron a la frustración. Pasó una hora, y otra, y otra más, y Ramos no apareció. Desde el edificio del PAN comenzaron a buscar al ex alcalde de Tijuana vía teléfono celular, pero ya no respondió. Ese día se desapareció en la derrota. No ganó y no entrará a la Cámara de Senadores, como sí lo hará su compañera de fórmula Gina Cruz, por haber ocupado el primer sitio en la misma y entrar por segunda mayoría. O sea, la mexicalense ganó perdiendo, pero tampoco apareció en Tijuana para agradecer a los desanimados panistas.