El 11 de junio, en Singapur, el líder supremo de Estados Unidos tuvo una reunión con el dictador loco de Corea del Norte, dos días después de una desastrosa cumbre del G-7 en Canadá, durante la cual, Trump aisló a cada uno de sus principales aliados. Trump y Kim Jong-Un, tenían mucho que ganar, aunque los problemas de Corea del Norte son existenciales, y el único del Presidente Trump es político. Asfixiado bajo sanciones, el señor Kim necesitaba aire. Trump, quien sigue pasando de fracaso a fracaso, necesitaba un evento que pudiera vender a los estadounidenses como un éxito. Ambos hombres lograron sus objetivos.
Trump llegó a Singapur después de unas jornadas complicadas, ya que días antes, en la reunión del G-7, Trump enfureció a los aliados y calificó al primer ministro de Canadá como “débil”. Notablemente, el señor Trump pidió la reintegración de Rusia en el G-7, incluso cuando él está siendo investigado por un fiscal especial de los EE. UU., por la asistencia de Vladimir Putin a su campaña presidencial. La promoción de Trump para Putin fue un giro argumentativo, digno de la película de espionaje “The Manchurian Candidate”, con el Presidente Trump jugando públicamente el papel de agente ruso.
La buena noticia para México es que después de su viaje a Canadá, Trump ahora ha encontrado un pueblo que odia más que a los mexicanos, ¡los canadienses! Ellos, por supuesto, están reciprocando; pero los mexicanos no deberían encontrar alivio en esto, porque nada de ello es bueno para el futuro del TLCAN.
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Respecto a la reunión Trump-Kim Jung-Un, nunca han existido dos políticos fracasados quienes necesitaron más llevarse bien. La mejor analogía para esta reunión es que fue como una tertulia entre dos promotores inmobiliarios en quiebra, ninguno de los cuales se comprometerá, pero ambos tenían que convencer a sus acreedores que sus bolsillos no estaban vacíos, incluso cuando no pudieran llegar a un trato.
Bajo las circunstancias, la declaración de la cumbre fue un diálogo de retórica recíprocamente vacía; dos mentirosos prometiéndose honestidad futura. Desde la reunión, la Casa Blanca ha presentado la declaración compartida como algo más. En realidad es algo menos: una hamburguesa de nada servida con una gran orden de deshonestidad, sofocada por el narcisismo dictatorial y mejor comido con los ojos cerrados. El almuerzo perfecto para los partidarios estadounidenses del señor Trump.
El presidente estadounidense también debilitó drásticamente los compromisos de seguridad de Estados Unidos con Corea del Sur y Japón. Eso no es todo, el señor Jong-Un aparentemente recibió una promesa de Estados Unidos de normalización diplomática y una invitación a visitar la Casa Blanca, tradicionalmente un honor que no está ofrecido a los peores dictadores del planeta, como ciertamente lo es Kim Jong-Un. La Casa Blanca necesitará un exorcismo después de esta visita.
¿Dónde deja esto a México? El coloso del norte está más aislado que nunca, pasando de una crisis a otra. Trump sigue demostrando más amor y afecto por los enemigos tradicionales de Estados Unidos que por nuestros aliados históricos y, lo más importante, por nuestros vecinos. En todo el mundo, el señor Putin tiene libertad para entrometerse, mientras su marioneta estadounidense permanece en poder. El TLCAN espera las próximas malas noticias de Washington.
Estados Unidos está a la deriva, pero con su muestra de banderas y desfiles en Singapur, Trump ha reforzado sus perspectivas de mantener su mayoría en el Congreso, en las próximas elecciones.
¡Pobre México en estos días! Tan lejos de Dios, tan cerca de Estados Unidos, de Trump…
Andrew S.E. Erickson es un orgulloso ex residente de Tijuana, ex diplomático de los Estados Unidos, con Maestría del Colegio Nacional de Guerra, y un fuerte creyente de la importancia de las buenas relaciones entre mexicanos y estadounidenses.
