En apoyo a damnificados de Lomas del Rubí
La derecha moderada o extrema, que nunca ha perdido una elección en Colombia, puede ser históricamente derrotada pacíficamente en las urnas por el movimiento Colombia Humana, encabezada por el doctor en economía y medio ambiente, Gustavo Francisco Petro, senador, alcalde de Bogotá, talentoso orador, activista de base del M19; hijo de maestro rural y migrante ítalo, y en su juventud, torturado por el Ejército.
Nunca había pasado a una segunda vuelta electoral un candidato presidencial de izquierda francamente socialdemócrata, tampoco se había registrado la participación del 53% de la población en la primera vuelta, en su decisión para seleccionar al próximo presidente 2018- 2022, con un listado de 35 millones de colombianos. El 17 de junio se decidirá quién de los polos ideológicos sucederá a Manuel Santos, que con el costo de los sobornos, como a Peña Nieto de Odebrecht, dedicó su capital político a establecer precarias condiciones de paz con las FARC.
Pero lo más destacable se vincula al clima electoral pacífico, con esta condición de diálogo en La Habana por casi un cuatrienio santista, para transitar de la guerra a la lucha social y política. Esta situación de reconciliación política es un gran logro a pesar de las resistencias de la ultraderecha del jefe paramilitar, abogado del corporativismo, clientelismo y compra de votos del expresidente Álvaro Uribe, ligado al capo Pablo Escobar, y con riqueza súbita, significa en 2018, el mayor avance de Colombia.
La derecha retardataria uribista, como las de Latinoamérica, con sus prácticas de infundir miedo en el electorado desinformado y limitado, vemos como increíble rémora que apoyan a sus más crueles explotadores.
Y con un árbitro hecho a modo para modificar las tendencias con trucos desde los más obscenos hasta la sofisticación de los programas fuente en las computadoras que suman y restan votos a discreción de los “jueces” manipuladores del conteo. Esta verdadera delincuencia organizada no es ninguna fantasía o invento, el fraude se practica en las esferas del poder mundial como un recurso técnico artero y criminal, como los “pozoleros” de cuello blanco que destrozan las democracias por las cúpulas que detentan enormes privilegios al concentrar la riqueza, el poder, la información y la cultura.
Hoy, a pesar de ese lastre, las sociedades se han despertado y sacudido. En Colombia, como en México, están rebasadas las farsas electorales por la conciencia de un pueblo victimado por la corrupción e ineptitud de la clase política anclada al feudalismo y las mafias.
Iván Duque, el candidato de la ultraderecha, es considerado por la gran mayoría de los colombianos, como un títere de Uribe y traidor al presidente Santos, y solo tuvo el 39%, el equivalente a 7.5 millones de votos.
En las siguiente semanas de negociaciones de Petro, que alcanzó el 25.1% de la votación, con 4.85 millones de votos, construirá un polo de centro izquierda con los seguidores libres. Sergio Fajardo que logró 23.9% equivalente a 4.5 millones de votos, subrayó que el 60% de los colombianos votó en libertad y en oposición a la narco política. Otro gran paso.
El frente común de las fuerzas “progresistas” está contra la corrupción, el extractivismo, la concentración del capital y la tierra; la improductividad, la evasión de impuestos por la oligarquía terrateniente y la falta de planeación de urbana. Así como en México…
El extractivismo es causa del retraso y estancamiento económico en un país. Con esa práctica no pasamos de la exportación de materias primas, como el petróleo crudo, las minas, el carbón altamente contaminante que genera calentamiento global, sin industrializar con tecnología propia y recursos humanos calificados y naturales. Este salto económico con políticas de valor agregado y empleos bien pagados, conduce a crear un mercado interno con creciente poder adquisitivo e ingresar en una espiral virtuosa de la economía y el equilibrio sociocultural.
La socialdemocracia, tanto de Petro como de Fajardo y De la Calle (semejante a AMLO), los une la prioridad de educar y brindar salud, energías limpias, democratizar el capital, invertir en infraestructura para la productividad agropecuaria, industrializar los recursos naturales y crear una clase media incluyente en urbes con transporte subterráneo y cultura con amor a la vida y la convivencia pacífica.
M.C. Héctor Ramón González Cuéllar es Académico del Instituto Tecnológico de Tijuana.
Correo electrónico: profe.hector.itt@gmail.com