Pobre de mi amigo Pepe,
la suerte lo abandonó.
No tiene plata, no tienen gata,
guisa la papa y hace arroz.
Canija suerte la de José,
hoy solo vive de sueños
y el dueño de esos sueños
son sus amores.
Él tuvo plata a montones,
él tuvo muchos amores,
placeres, manjares y vinos,
pero su mano rota se lo acabó.
Hoy come sopa y frijoles,
cuando se puede y hay.
Los vinos están por las nubes,
su lecho, viejo zaguán.
Canija suerte la de José,
el consuelo que le queda
se abraza a viejo refrán:
lo comido y bailado
te lo llevas al final.
José Palma Herrera
Tijuana, B.C.