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jueves, octubre 3, 2024
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BUD, primera advertencia

Fue el pasado 25 de mayo que el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) pronosticó que la temporada de lluvias y ciclones tropicales en el pacífico, traería consigo 18 fenómenos naturales. La temporada dio inicio antes de lo esperado, con una depresión tropical, sin embargo, fue el 6 de junio cuando se formó el primer huracán denominado “Aleta”.

Lo que no esperaban es que, antes de que “Aleta” se disipara, el huracán “Bud” llegó como primera llamada para Baja California Sur y los más 32 mil habitantes en zonas de riesgo y alto riesgo que habitan en los cinco municipios del Estado.

Fue desde el pasado 9 de junio que autoridades iniciaron con el monitoreo constante de lo que inició como tormenta tropical, pues de acuerdo al inicio de su trayectoria, señalaba que el impacto sería directo en tierras sudcalifornianas.

“El reciente boletín de la Conagua informa que la Depresión Tropical Tres-E, se encuentra al sur de las costas de Guerrero, con desplazamiento hacia el Oeste-Noroeste. Con pronóstico de incrementar el potencial de tormentas puntuales intensas en Michoacán, Guerrero, Veracruz, Oaxaca y Chiapas. De continuar con su trayectoria, estaría como Tormenta Tropical cerca de nuestra entidad el día 14 de junio, a 145 km al nornoroeste de Isla Socorro, Colima, 320 km al sur de Cabo San Lucas, Baja California Sur”, fue el primer aviso de la Subsecretaría de Protección Civil de Baja California Sur hacia la población.

La trayectoria de “Bud” no cambió en ningún momento y cumplió con su primer objetivo, que era tocar tierra en la Península de Baja California.

Apenas pasaron dos días de que “Bud” amenazara con aproximarse, cuando se dio inicio a que todos los sudcalifornianos atendieran la “alerta verde” de este fenómeno, mismo que consistía en podar árboles que obstruyen cables de energía eléctrica, proteger ventanas con cinta, limpiar azoteas, desagües, canales y coladeras.

Dos días más, la amenaza de “Bud” se sentía cada vez mayor; ante ello, los códigos cambiaron para activar la alerta amarilla.

“Es importante que todos estén listos para atender cualquier situación que se prevea; es necesario indicarle a la población que debe de tomar medidas de seguridad y prevención en su hogar y en su entorno. Activamos alerta amarilla, lo que significa que deben fijar todos los objetos que en su momento pueden salir y provocar un accidente, que se pueden convertir en algún misil, como son tinacos, como son tanques de gas, como son techumbres, todo eso debe de estar protegido y resguardado de la mejor forma y de la mejor manera. Además es necesario que sus pertenencia personales, sus documentos más importantes, ponerlos en bolsas plásticas y sellarlas; de igual manera contar con una linterna de baterías y un radio que tenga sus pilas, verdad, agua y alimentos no perecederos, básicamente”, indicó Carlos Godínez León, subsecretario de Protección Civil de Baja California Sur.

“Bud” no solo fue la primera llamada para todos los que forman parte del plan hidrometeorológico de este Estado, es decir, a los grupos de acción y emergencia, si no que fue principalmente la primera llamada para todos aquellos ciudadanos que sufren las consecuencias de estos fenómenos tropicales en sus viviendas.

Isabel Amador Amador, quien habita en una de las zonas de riesgo del municipio de La Paz, expresó el temor que tiene de los fenómenos tras experiencias pasadas.

“A mí, apenas me mencionan los huracanes y me pongo nerviosa, no me gustan porque ya pasamos lo del ‘Odile’; y neta, no se nos cayeron las torres. Mi casa se cayó, todo se mojó esa vez, nos la pasamos en un cuartito, estábamos mis cuatro hijos, mi esposo y yo; mi hermana con sus hijos. Imagínese en un cuartito, oyendo zumbar el aire, caer las láminas; no, no, es una impresión, neta que no, y cada vez que mencionan que va haber huracanes, imagínese cómo se pone uno”, comentó.

Los ciclones en los últimos años han representado una amenaza constante para este Estado, basta con que los ciudadanos puedan recordar a: Liza, en 1976; Juliette, en 2001; Ignacio y Marty, en 2003; John, en 2006; Henriette, en 2007; Julio y Norbert, en 2008; Jimena, en 2009; Paul, en 2012; Odile, 2014; Newton, en 2016; y Tormenta Tropical Lidia, en 2017, para referenciar el poder destructivo que tienen estos fenómenos naturales.

Pese a ello, entre más pasa el tiempo, mayores son las estadísticas que indican el riesgo en el que se encuentran habitantes, esto derivado principalmente del aumento de la población que habita en zonas de costas, laderas y cañadas, áreas que están expuestas al impacto directo de las consecuencias de los fenómenos naturales.

Autoridades han exhortado a que la ciudadanía se mantenga informada, sobre todo, consciente de las amenazas de los fenómenos naturales con el fin de que pueden enfrentarse; esto como estrategia fundamental para disminuir los impactos negativos que puedan traer.

En Baja California Sur existen más de 150 zonas donde habitan ciudadanos que están en condiciones de riesgo y alto riesgo; por lo que atender el llamado oportuno tras los fenómenos, es de vital importancia.

Los principales servicios que se ven afectados con el impacto de cualquier fenómeno tienen que ver con las comunicaciones terrestres, aéreas y marítimas; además de los servicios de agua potable, energía eléctrica y telecomunicaciones.

Por ello es importante que todo habitante tenga a bien identificar en qué tipo de asentamiento se encuentra su vivienda y cuáles son los riesgos que corre en ella, porque “Bud”, como se indicó, tan solo fue la primera llamada.

Autor(a)

Redacción Zeta
Redacción Zeta
Redacción de www.zetatijuana.com
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