Confieso que pensaba votar por Margarita Zavala. Tengo simpatía por ella y amistad con varias personas que trabajan a su alrededor, su salida me dejó literalmente como “huérfano electoral”. Ahora estoy obligado a sufragar por alguien que no era mi opción inicial. Ni hablar.
Más allá de compartir las razones por las cuales no tengo definido mi voto, pretendo en este artículo explicar, desde mi punto de vista, por qué Margarita Zavala no prosperó en su intento por llegar a la presidencia de México.
Ella debe tener claro que fue un fracaso este intento, si no construye un análisis objetivo y puntual de las razones por las que abandonó la carrera presidencial, su carrera política estará a la deriva.
Es evidente que existieron factores internos y externos que la llevaron a perder puntos en todas las encuestas al grado de tomar esa decisión extrema.
Uno de los factores que ella no podía controlar fue el proceso del PAN para elegir candidato presidencial, simplemente no la dejaron avanzar, fue evidente que Ricardo Anaya le cerró todos los espacios, obligándola a renunciar a su partido. En ese momento, Zavala era la candidata mejor posicionada al grado de ser la única que le podía ganar a Andrés Manuel López Obrador. Las circunstancias, así como las peores prácticas vistas en el PAN, la orillaron a buscar la ruta independiente.
Pero se presentó otro problema, generado por las autoridades electorales; para convertirse en candidato(a) independiente en México, el camino está lleno de obstáculos, es por demás complicadísimo; quien aspira, tiene que conseguir casi un millón de firmas por todo el país y superar el 1% por Estado en más de 17 entidades. Una vez que se logra “brincar” la fase de firmas, el candidato independiente lucha contra una inequidad que más bien parece una película de terror. Los recursos económicos son por demás insuficientes (en comparación con los partidos tradicionales), así como los spots para radio y televisión, donde la pauta que les corresponde es paupérrima.
Existieron más factores no controlados por Zavala, pero estos fueron los más determinantes.
Pero también hubo errores y situaciones internas que la obligaron a tomar esa decisión y que son de su responsabilidad. Una de éstas es que la campaña de Margarita nunca tuvo una estrategia clara o definida, no arriesgó en tomar decisiones que hicieran conexión con el electorado. No supo correrse con firmeza hacia la derecha o inclusive hacia el centro. Sus planteamientos nunca fueron lo suficientemente claros o mínimamente visibles. Sin estrategia, el rumbo se perdió fácilmente. La candidata inició la contienda con 15 puntos, pero terminó solo en cuatro. Al paso que iba, era probable que cayera al quinto lugar.
Otro error fue la falta de capacidad para afrontar el primer debate presidencial. Sus habilidades para contrastar y plasmar ideas fueron de muy bajo nivel. Simplemente no motivó a nadie y generó más dudas que certezas.
El último punto es la influencia de su familia. Los seres más queridos no deben estar en una campaña y menos en el primer círculo, porque sus opiniones serán con el corazón o con el hígado, según sea el caso, simplemente la objetividad se pierde. La sangre gana.
Cuando Margarita Zavala renunció a la candidatura independiente, mi primera reacción fue pensar que su carrera política había terminado. Al paso de los días creo aún que puede resurgir, pero dependerá del frío análisis que haga.
Estoy seguro que Margarita regresará como las flores que en invierno se marchitan, pero que en primavera nos iluminan.
En ella y solo en ella estará cómo quiere florecer.
Alejandro Caso Niebla es consultor en políticas públicas, comunicación y campañas; se ha desempeñado como vocero en la Secretaría de Hacienda y Secretaría de Desarrollo Social en el Gobierno Federal, así como como Director de medios en la Presidencia de la República. También fungió como Director de Comunicación Social en el Gobierno del Estado de Baja California. @CasoAlejandro