En la vida fuiste abriendo surcos
como siempre, valiente y cumplidor,
porque tu compromiso de maestro
fue siempre ser un sembrador.
En las peores condiciones que tuviste,
sembraste los números y letras;
tu ejemplo fue vital en tus alumnos
al recoger lo mejor de la cosecha.
Hoy, erguido, revisas el pasado
viendo orgulloso todo lo cumplido.
¡Mira maestro, todo lo logrado,
algún día serás reconocido!
A ti, digno maestro jubilado,
la sociedad te debe un monumento
por ese esfuerzo no recompensado,
en la vida serás siempre un ejemplo.
Eduardo Enrique Parra Romero
Tijuana, B.C.
Correo: jomian1958@hotmail.com