El artista visual expone “Sin interdiálogo: de lo figurativo a lo abstracto” en la Sala 3 de El Cubo en el Centro Cultural Tijuana. “Esta exposición creo que es oportuna en la medida de que tengo la oportunidad de mostrar dos momentos de mi producción artística”, expresó el autor a ZETA
Uno de los artistas visuales que ha forjado su trayectoria en Tijuana, transitando entre la figuración y la abstracción, es Roberto Rosique (Tabasco, 19 de febrero de 1956), quien el viernes 27 de abril inauguró la individual “Sin interdiálogo: de lo figurativo a lo abstracto” en la Sala 3 de El Cubo en el Centro Cultural Tijuana.
Aunque ya había expuesto en el CECUT individuales como “Entre la necesidad y el escarnio” (2003) y “Rojo” (2007), y participado en colectivas montadas en el organismo federal como “Diagnósticos urbanos” (2003), Bienal Internacional de Estandartes (2008) y “Obra negra: una aproximación a la construcción de la cultura visual de Tijuana” (2011), Rosique exhibe por primera ocasión en El Cubo.
“Para mí estar exponiendo en El Cubo creo que es un momento oportuno, importante para mi vida”, reconoció el artista en entrevista con ZETA, momento oportuno en que también contó cómo se estableció en Tijuana, para fortuna de la plástica regional.
“LLEGAMOS CON UNA MALETA DONDE TRAÍA MI EQUIPO MÉDICO Y MIS PINCELES”
El responsable fue el temblor del 19 de septiembre de 1985 en la Ciudad de México, donde radicaba Roberto Rosique. Médico oftalmólogo (1978) y Licenciado en Artes Plásticas por la Universidad Veracruzana (1979), un día de enero de 1986, Rosique y su entonces esposa Beatriz Colonna y su hija Abril, emprendieron el viaje.
Aunque primero habían elegido Puerto Vallarta, Jalisco, Rosique confesó a ZETA que se trasladaron en tren de la Ciudad de México a Mexicali, para al siguiente día llegar a su destino final: Tijuana, ciudad atractiva para su profesión de oftalmólogo, pero también como artista plástico.
“Por ese entonces yo trabajaba para una galería en Los Ángeles, una galería que dirigía el pintor Jorge Leanza; él tenía una galería en La Cienega Boulevard en Los Ángeles y yo le mandaba mi obra desde la Ciudad de México, yo tenía un camino más o menos recorrido. Ése fue un poco el atractivo de Tijuana después del temblor del 85, pero primero decidimos movernos a Vallarta, mi esposa y yo.
“En Vallarta era como empezar de nuevo, pero viendo que había un panorama de un camino recorrido en California donde podía haber ingresos y sabiendo que Tijuana era una ciudad en la que yo podía establecerme como médico, pues tomamos la decisión de la noche a la mañana: ‘¡Nos vamos a Tijuana!’. Y aquí llegamos, a mediados de enero de 1986, en el último vagón del tren que viajó de la Ciudad de México a Mexicali, con todo el entusiasmo de la vida; llegamos con una maleta donde traía mi equipo médico y mis pinceles más importantes.
“Llegamos tarde a Mexicali, tuvimos que hospedarnos en un hotel para el día siguiente salir a Tijuana; durante muchos años traía en mi cartera el ticket del tren Pullman, donde viajamos, y en una exposición que hice en Aguascalientes de ‘Entre la necesidad y el escarnio’ (2003), al director del ferrocarril que me hizo la invitación, le comenté mi historia de mi viaje en tren y me dijo: ‘déjame el ticket para fotocopiarlo’, le dije ‘quédate con él’; se quedó con él y lo pegaron al lado de la exposición”, evocó la anécdota Rosique entre risas y nostalgia.
Pero luego de empezar a ejercer su profesión de médico oftalmólogo, inmediatamente se integró a la comunidad cultural de Tijuana:
“Llegué a aquí sin ganas de quedarme, pero Tijuana es una ciudad que te atrapa, te da tanto que se vuelve imprescindible para tu vida. Me fui involucrando en la comunidad cultural al grado que ya no me interesó cruzar a Norteamérica y establecerme allá, además de que la galería que dirigía el pintor Jorge Leanza la cerraron tiempo después”.
Luego de involucrarse en la comunidad cultural tijuanense, Rosique también recordó su primera exposición individual en la ciudad:
“Mi primera exposición individual, ‘Cambios’, la hice en la Casa de la Cultura de la colonia Altamira, donde ahorita hay un café, como en el 88, 89; se tituló ‘Cambios’ porque cambié de lo abstracto a lo figurativo y empecé a replantearme la idea de los indocumentados”.
Ése fue el inicio de Roberto Rosique, el artista plástico, para fortuna del arte bajacaliforniano. “‘Cambios’ itineró por todo el Estado, de ahí se fueron dando exposiciones aquí y al otro lado”, recordó quien a partir de entonces ha expuesto su obra a través de más de un centenar de colectivas e individuales, desde “Master of Baja California” en el Instituto Latinoamericano de la Universidad de La Jolla (La Jolla, 1998); “Tijuaneros” en la Casa del Benemérito de las Américas “Benito Juárez” (La Habana, 2000); “Tijuana, La Tercera Nación” en la Feria Internacional de Arte Contemporáneo ARCO 05 (Madrid, 2005); pasando por “Trenza-Trazo” en el Museo Nacional de Bellas Artes y la Universidad Politécnica de Valencia (Taiwán y Valencia, 2007), “A Declaration of Immigration” en el Museo Nacional de Arte Mexicano (Chicago, 2008), hasta llegar a Bienal de Arte Contemporáneo de América del Sur, en la sede de la Unasur (Buenos Aires, 2015).
LA FIGURACIÓN Y SU CONTEXTO
Después de una trayectoria de más de tres décadas como artista plástico y más de un centenar de participaciones en colectivas y exhibiciones individuales, Roberto Rosique aclara en una ficha informativa que da la bienvenida en la Sala 3 de El Cubo: “Sin interdiálogo…” es una exhibición “sin pretender esta muestra sea una retrospectiva o síntesis de mi producción”, su propuesta consiste en exponer dos vertientes que ha abordado en su producción artista: la abstracción y la figuración.
“La intención del título, ‘Sin interdiálogo: de lo figurativo a lo abstracto’, es que no hay una división entre lo que yo digo, porque finalmente es producto de mi ejercicio creativo, y quizá la división tajante que ya está establecida, que es la propia figuración y la propia abstracción, pues lo que yo intento es mostrarle a la comunidad o al público es que eso es irrelevante, el arte no tiene por qué limitarse bajo esos formatos y menos en estos tiempos expandidos en el arte, ésa es la razón de estas dos muestras”, complementó Roberto Rosique en entrevista con ZETA.
Médico oftalmólogo, en su obra plástica Rosique recurre a la tradición renacentista y de siglos posteriores del estudio del cuerpo humano, aunque más allá de la reproducción fidedigna de la anatomía, propone un contexto que va de lo realista a lo ficticio, el organismo y su tiempo:
“Lo figurativo, en esta muestra, atiende a la narrativa del cuerpo que señala la complejidad de sus estructuras internas en coexistencia con elementos euclidianos a manera de una historia real y otra ficticia, tal como un constructo social de interdependencias, y como ejemplo también de este contexto fronterizo heterogéneo y explosivo saturado de acontecimientos verídicos y simulados”, advierte Rosique en la entrada de la Sala 3 de El Cubo.
En la primera parte de la exposición, dan la bienvenida obras figurativas donde la anatomía del cuerpo humano con diversos complementos narrativos abunda en “La pierna izquierda de San Sebastián” (120 x 90 centímetros), “Nacer o no nacer, es el dilema” (220×200), “Hecho en Tijuana” (290 x 200) o “Hecho en Tijuana” (290 x 200) y “Del confort a la realidad mundana” (290 x 200).
“Es la primera vez que abordo un tema que tenga que ver con la medicina en mi trabajo, fue así como mantenerme separado totalmente de esta otra área de producción”, advirtió en la entrevista con este Semanario.
Claro, el médico oftalmólogo también reconoció su pasión por el estudio de la anatomía humana desde la tradición renacentista y épocas siguientes que fueron definitivas para la medicina moderna:
“Yo siempre he sido un amante de la ilustración médica de siglo XVI, XVII y XVIII, soy un coleccionista de esas imágenes, por lo que implica la perfección del dibujo anatómico, el conocimiento, la observación”.
Pero las imágenes realistas del cuerpo que propone Rosique siempre van acompañadas de otros elementos reales o ficticios que integran una narrativa nueva, más allá de lo que habita en el interior de los organismos:
“A partir de esas imágenes retomo algunas de ellas y las contemporanizo, utilizo algún pretexto para de alguna manera hacer una alusión con el contexto; o sea, utilizo el cuerpo como un recipiente que contiene órganos, elementos, a manera de una analogía con la ciudad, son dos tipos de recipientes; en el cuerpo tiene que haber una organización para que funcione de manera pertinente, lo mismo sucede en una ciudad”.
El artista plástico insistió en que su trabajo figurativo para nada tiene que ver solo con una reproducción inequívoca de los órganos y sistemas:
“Yo intento hablar de lo cotidiano en una ciudad a través del cuerpo humano, no estoy haciendo descripciones anatómicas, no estoy hablando de patologías, el cuerpo humano es un elemento del cual yo parto para hacer mi analogía con la realidad en la que yo vivo”.
En todo caso, las obras figurativas de Rosique en torno al cuerpo humano también narran la ciudad de Tijuana, su tiempo y contexto.
“El título mismo de la pieza ‘Hecho en Tijuana’ pues más directo no puede ser en relación a nuestro contexto aguerrido y agresivo; estas piezas -decía el autor señalando obras como ‘Nacer o no nacer, es el dilema’ y ‘Del confort a la realidad mundana’-, hablan no nada más de mostrar un embarazo atérmino, sino pone en cuestión y el dilema de nacer o no nacer, y nacer en qué contexto y situación, tiene que ver con esta realidad social, que yo vivo y es lo que intento a través de este trabajo”.
En cuanto a la técnica del dibujo sobre acrílico en su obra figurativa y los matices del negro y blanco salpicados de color rojo, detalló:
“El color tiene un sentido y tiene que ver con el drama que me interesa, me interesa que esto tenga un drama: esto no puede ser festivo, necesito que el color se mantenga soterrado y si acaso lo único que veamos como color es la impronta del rojo en algunas piezas; y la técnica: es el dibujo que yo siempre he hecho, dibujo con la tinta y el acrílico, hay un boceto previo hecho obviamente con grafito, de hecho algunas piezas todavía tienen contenidos de grafito”.
Finalmente, Rosique invitó al espectador a poner atención a su obra figurativa para descubrir la diversidad de narrativas que propone allende la anatomía hiperrealista.
“Con la figuración lo que se tiene a la mano es el poder narrativo, con el cual se cuestiona, se denuncia, se inventan historias; que la gente no se quede nada más con la belleza que puede tener una línea o el impacto que te da la imagen misma, porque esto no resulta tan agradable visualmente para mucha gente”.
ABSTRACCIÓN CON OBJETOS
La segunda sección de “Sin interdiálogo…” está integrada esencialmente de obras abstractas, cuyos acrílicos bidimensionales y tridimensionales están compuestos también con objetos geométricos o incluso maderas.
“La abstracción plástica junto al agregado de otros componentes (objetos) -como una condición que deje atrás el silencio concluyente de la tradicionalidad abstracta-, le confiere opciones para que generen narrativas que puedan confabularse con el imaginario del espectador”, advierte Rosique en la ficha informativa durante el recorrido de la exhibición.
Los acrílicos emblemáticos de “Sin interdiálogo…” figuran por sus colores amarillos, grises, terrosos y ocres, como los circulares “Mundi fractus 1”, “Mundi fractus 2”, “Mundi fractus 3”, o los rectangulares “Spatiumet figura” (122 x 244) y “Genetrix natura (aqua et terra: Vitam)” (122 x 244), cuyas obras sintetizan su propuesta abstracta, con sus respectivos objetos que penden desde lo alto de la Sala 3 de El Cubo.
“Tradicionalmente la abstracción es silente, no hay nada qué narrar, entonces, mi reto no es quedarme en el limbo de la abstracción convencional, sino ir más adelante de la abstracción, de ahí el término que usé un tiempo de post abstracción, darle pretextos a la obra abstracta para que tenga posibilidades narrativas y lo que hago es agregarle elementos a la pieza, le agrego objetos, y estos permiten un diálogo de forma, no nada más de las formas geométricas, sino el elemento mismo para que el espectador desde su imaginario pueda encontrarle un discurso, darle una lectura; en ese sentido creo que estoy proponiendo una abstracción que está fuera de todo rango, por lo menos de lo establecido en la región”, considera Rosique.
“Una obra abstracta no describe nada, no cuenta ninguna historia, no es narrativa, es una obra que solamente se sustenta en el juego de formas, en el equilibrio cromático, en la estructura que el artista le da, por lo tanto, lo que predomina en una obra abstracta es lo emotivo; pero estas piezas tienen todas un elemento de más, ese elemento es el que permite un discurso distinto, esos rectángulos que están insertos en la pieza sugieren atmósferas distintas”.
Sobre la comunión entre los acrílicos abstractos con objetos enfrente que forman una misma obra, el cofundador de la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Baja California en 2003, argumentó:
“La mayor parte de estas obras tienen que ver con la tierra. La relación con los objetos está fundamentalmente en la atmósfera de fondo que es abstracta, que es una abstracción hecha a través de lo que se conoce como accidente dirigido; o sea, ponemos los pigmentos y dejamos que lo demás lo haga solo el tiempo, se distribuyen y van quedando las atmósferas, y sobre eso entonces viene ya cómo agrego un elemento para darle un sentido y un discurso.
En “Sin interdiálogo…”, independientemente de que te puede provocar algo la abstracción, mi interés es justamente que te motiven esos elementos, a que el espectador pueda ir encontrándole su propio discurso, su lectura, su traducción, ese es el sentido; y eso se sale del rango de la abstracción convencional, va un poquito más allá en ese sentido”, describió Roberto Rosique.
Tras exhibir en el CECUT luego de más de tres décadas puliendo una trayectoria desde Tijuana y por primera ocasión exponiendo en El Cubo, el artista manifestó:
“Es cierto que ya no soy el muchacho que llegó a Tijuana hace 32 años, sigo con mucho espíritu creativo, sigo produciendo, ya no con el mismo ímpetu, pero esta exposición creo que es oportuna en la medida de que tengo la oportunidad de mostrar dos momentos de mi producción artística”.
“Sin interdiálogo…” estará en exhibición hasta el 9 de septiembre de 2018 en la Sala 3 de El Cubo en el CECUT, en horario de 10:00 am a 7:00 pm de martes a domingo y con diversos costos de entrada; los domingos el acceso a El Cubo es libre.