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miércoles, octubre 2, 2024
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Por el bien de todos, primero los ricos

En 1993, poco después de haber egresado de la licenciatura en derecho que estudié en Ciudad Universitaria, cursé en el Instituto Tecnológico Autónomo de México, ITAM, un diplomado en ideas e instituciones políticas y económicas de México. El diplomado valió la pena, las clases nos eran impartidas por funcionarios del área económica del gobierno federal o por investigadores connotados. La idea del diplomado era adentrarnos al análisis histórico y económico de las instituciones mexicanas y del resultado del funcionamiento de éstas, respecto de nuestro desarrollo y crecimiento económico. La hipótesis que intentaban implantarnos como conocimiento era que el desarrollo estabilizador, el Keynesianismo a la mexicana, el estado de bienestar, la política exterior mexicana soberanista, el régimen de economía mixta y el sindicalismo mexicano, habían sido la causa de nuestro subdesarrollo y desde luego, de la crisis económica recurrente de finales de los setentas y la década de los ochentas.

A mí me sirvió para contrastar mis ideas fundadas, justamente, en la premisa de que la única vía posible para lograr el tan ansiado desarrollo, era la que se indicaba en el modelo económico constitucional y meta constitucional mexicano, que emergió en 1917.

El neoliberalismo que me explicaron en aquel diplomado noventero, tímidamente se había instaurado en México, durante el gobierno del presidente Miguel de la Madrid, pero ya en 1993, en pleno sexenio de Carlos Salinas de Gortari, era una realidad que se nos vendía a los mexicanos como la puerta para entrar al grupo de países más ricos.

El modelo neoliberal es el que ha construido el México que hoy tenemos. No hay excusas posibles ni demonios internos a los cuales culpar. El sindicalismo mexicano fue liquidado; nuestra economía se globalizó; el régimen de economía mixta fue desmontado, vendiendo cada una de las empresas públicas mexicanas. El Estado se adelgazó y el peso se liberó; la disciplina inflacionaria se institucionalizó con la autonomía del Banco de México, esto, durante los últimos 35 años.

La idea económica implantada se puede explicar de forma muy sencilla con una frase: por el bien de todos, primero los ricos. No es una broma o un comentario irónico e hiriente de mi parte para descalificar al neoliberalismo, sino la premisa de dicha política económica; me explicó: el neoliberalismo sostiene que si hay tres pesos de presupuesto, dedicarlos a ayudar a los más pobres es inyectarlos a un barril sin fondo y que resulta más provechoso invertirlos en quienes saben generar riqueza, pues si esa riqueza crece y se acumula exponencialmente, terminará por derramar riqueza hacia los más pobres. Para lograr esa derrama, cambiaron la esencia de la Constitución del 17, lo hicieron mediante una sucesión de reformas económicas, pero evitando convocar a un nuevo constituyente y manteniendo la fórmula del estado autoritario. Imposible lograr el objetivo tomándole opinión a los mexicanos, exponiendo abiertamente su premisa del Robín Hood al revés; abriéndose a la democratización del país.

La rebelión de Cuauhtémoc Cárdenas los obligó a mejorar la transparencia del sistema electoral. Antes de la irrupción cardenista, la idea era aprovechar el autoritarismo del partido de estado priista para implantar el modelo exitosamente, como ya lo habían hecho en el Chile de Pinochet, pero aquí, gracias a Cuauhtémoc, quedaron obligados a correr el riesgo sexenal de enfrentarse a una oposición vigorosa y real, para eso tenían a los medios de comunicación de su lado y al presupuesto público, pero lo impopular de las medidas no pudo ocultarse y en el 88, 2006 y 2012, se vieron obligados a realizar fraudes electorales.

Hoy, el neoliberalismo se agotó. El tarro creció y nunca derramó, la concentración de la riqueza y la desigualdad en México es la más alta de la OCDE. La violencia social se desató como reflejo de la desigualdad; una oligarquía se apoderó de los políticos del Prian y manda a capricho, secuestrando al Congreso para garantizar la perpetuidad de su acumulación de riqueza, pero esa oligarquía no pudo doblegar a AMLO, quien tozudo y persistente, mimetizado con los sentires del pueblo, los tiene contra la pared, exhibiéndolos como una mafia que sabotea el bienestar a los mexicanos.

El cambio va a llegar este 18 por la única rendija que nos dejaron: la elección sexenal, y con ello, el cambio de premisa, por el bien de todos; primero los pobres, tal como funciona en los países desarrollados.

 

Jesús Alejandro Ruiz Uribe es Doctor en Derecho Constitucional, ex diputado local, rector del Centro Universitario de Tijuana en el estado de Sonora y coordinador estatal de Ciudadanos Construyendo el Cambio, A.C. Correo: chuchoruizuribe@gmail.com

Autor(a)

Redacción Zeta
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Redacción de www.zetatijuana.com
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