Advertencia: desde hace días, después de haber arrancaron las campañas electorales (el 30 de marzo), usted será sometido a una exposición radiactiva de promesas y juramentos de decenas de políticos y candidatos. Las habrá todo el tiempo, la gran mayoría, promesas de campañas descabelladas e inverosímiles que se cocinan bajo la demagogia y la imprecisión, en la incongruencia, sobre todo en la burla.
Son pues, estos días en que los candidatos se inyectan una dosis de bondad y obediencia. La temporada en que de repente les da por hablar con la gente, sonreírles y abrazarlas; bajarse de sus camionetas oficiales (ya que muchos de ellos son chapulines que dejaron un cargo público para buscar otro). En fin, los candidatos y políticos se colocan una máscara de gentileza y sensibilidad social, se enternecen con los ancianos y los niños.
Pero como se dijo al principio, el teatro de las campañas se presenta junto a un guion de interminables promesas, muchas de ellas irracionales y hasta ridículas. Por ejemplo, la que hizo Alejandro Arregui, candidato del PRI al Senado de la República, durante su visita a la ciudad de Tecate: trabajará en pro de los tecatenses para coadyuvar al crecimiento de la economía local al igual que lo hará en cada uno de los municipios del Estado a partir de un amplio diagnóstico para impulsar su desarrollo.
El priista, quien abandonó hace semanas su diputación local para convertirse en candidato, juró que cuando sea senador, “trabajará… para coadyuvar al crecimiento de la economía local” y para ello va a “regresar el IVA al 11%”, entre otras linduras. ¿De verdad? Si fueron los legisladores del propio PRI quienes desde 2014, aumentaron varios impuestos, entre ellos, el IVA del 11 al 16 por ciento en la frontera ¿Dónde estuvo el candidato desde entonces? Cuando desde su partido y sus compañeros se han negado si quiera a discutir la disposición fiscal defendida hasta el cansancio por su candidato presidencial José Antonio Meade, quien fue además el secretario de Hacienda del Gobierno Federal. Patrañas.
O qué tal la promesa de Jorge Ramos Hernández, candidato al Senado por Al Frente por México, coalición encabezada por el PAN, quien jura que de llegar a ser senador, la seguridad va a terminarse, además que no se permitirá la corrupción entre los agentes de la policía.
Una más para no generar indigestión en el lector:
Erika Santana, candidata del PRI en el Distrito 6 de Tijuana, se manifestó inconforme por pagar el peaje entre Playas de Tijuana y Rosarito, a donde decidió irse a vivir.
“Todos los días pago ocho peajes en la caseta… Como diputada federal, haré las gestiones necesarias para que los residentes de Tijuana dejemos de pagar peaje dentro de nuestra propia ciudad”, declaró en un comunicado.
“Y no será un tema de ‘a ver cuándo lo hacemos’. En mi primera semana como legisladora, buscaré una reunión con Benito Neme Sastré, director de Caminos y Puentes Federales, para resolver el tema. No para analizarlo, ni platicarlo, para resolverlo”. ¿Con Benito Neme? ¿Cuándo sea diputada? Por favor, pero si ese funcionario dejará de serlo el 1 de octubre cuando tome protesta el nuevo Presidente de la República, a días de que ella -si es que sus promesas le alcanzan para ganar– se instale como diputada.
¿Alguien les cree?