El precio de los combustibles más bajo que en CDMX, pero el mayor costo en transporte público. Economía dolarizada en renta y sector comercio, afectada por la depreciación de 49 por ciento del peso frente al dólar en el sexenio de EPN. Según el Inegi, en febrero de 2018 la inflación en esta ciudad creció 0.96% con respecto al mes previo, y 5.50% a tasa anual. Ambas cifras fueron superiores al incremento nacional de 0.38% en el mismo mes, y de 5.34% a tasa anual
Para un trabajador, elaborar un desayuno tradicional consistente en huevo con jamón acompañado de tortillas, jugo de naranja y un vaso con leche, resulta más caro en Tijuana, Baja California, que en Ciudad de México (CDMX) y Monterrey, Nuevo León.
Ya que para adquirir esos alimentos un residente de Tijuana tuvo que desembolsar 201.30 pesos; 191.81 en CDMX y 178.35 pesos en la Capital regiomontana durante febrero de 2018.
El que los precios de muchos de los productos y servicios sean más caros en Tijuana es una tendencia que se ha observado desde 2014, cuando se implantó la Reforma Fiscal aprobada el año anterior, con la cual la tasa del Impuesto al Valor Agregado (IVA) pasó de 11 a 16 por ciento, dijo Roberto Valero, presidente del Centro de Estudios Económicos de Baja California.
Si bien, la homologación del IVA con el resto del país afectó a toda la franja fronteriza del norte del país, en Tijuana los efectos fueron mayores. La inflación provocada por dicha medida impactó de tal manera que “se tardó casi tres años en ser asimilada”.
De modo que ese es el primer factor económico que responde al por qué esta metrópoli ha tenido la inflación más alta de las principales ciudades de México durante cuatro años. “Y en algunos meses, sobre todo cuando se liberalizó el precio de la gasolina el año pasado, la ciudad registró la inflación más elevada de los últimos 20 años”, apuntó Valero.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en febrero la inflación de Tijuana creció 0.96% con respecto al mes previo, y 5.50% a tasa anual. Ambas cifras fueron superiores al incremento nacional de 0.38% en el mismo mes, y de 5.34% a tasa anual.
Ante tal panorama, José Luis Contreras Valenzuela, miembro del Colegio Nacional de Economistas, estimó que de continuar la tendencia vista en los primeros meses de 2018, la ciudad tendrá una inflación por encima del 8% al finalizar el año, cifra que sería mayor a la de 2017.
Aseguró que la segunda razón del encarecimiento de los productos, principalmente los agropecuarios, radica en que Tijuana está distante de las regiones de producción, a diferencia de Mexicali.
Lo anterior explicaría que en ese lapso, en Tijuana el kilo de limón agrio costó en promedio 33.5 pesos, mientras que en Mexicali, 25.14 pesos. En Monterrey tuvo un precio de 27.42 pesos y en CDMX de 27 pesos.
Otro ejemplo es el kilogramo del tomatillo, por el que los tijuanenses pagaron en promedio 22.05 pesos; los cachanillas 21.30 pesos y los regiomontanos, 19.59 pesos.
INFLACIÓN SEGUIRÁ
El encarecimiento de las gasolinas y el diésel, así como del gas doméstico LP, ha hecho que la inflación en el país esté por encima de la meta de 3.0% (+/- un punto porcentual) establecida por el Banco de México (Banxico), y particularmente se constituye como la tercera variable por la que Tijuana tiene la mayor inflación de las principales ciudades del país.
Datos del Inegi, indican que durante el mes pasado, el precio promedio máximo de la gasolina de alto octanaje (Premium) en Tijuana fue de 19.38 pesos; mientras que en la Ciudad de México 19.56 pesos y en Monterrey, 19.66 pesos.
En tanto, el litro de la gasolina de bajo octanaje (Magna) llegó a venderse hasta 17.97 pesos en la Capital del país, 17.80 pesos en Monterrey, y 17.60 pesos en Tijuana.
Pese a que Tijuana no tuvo el precio más alto en los combustibles en ese lapso, sí reportó el mayor costo en el transporte, por el que sus habitantes tuvieron que sufragar hasta 17.50 pesos. Cantidad que es en promedio 65.71% más cara que en CDMX y 39.31% más alta que en Monterrey, donde el costo promedio del pasaje es de 10.62 pesos.
Al respecto, Contreras Valenzuela señaló que la topografía accidentada, las malas condiciones de las vialidades y la deficiencia en la movilidad en Tijuana afectan principalmente al sector de la población que menos tiene y que diariamente sufraga en promedio 47 pesos.
“Las cuotas excesivas en el pasaje de Tijuana obedecen también al oligopolio en el transporte colectivo, así como a la falta de contundencia de la autoridad correspondiente para regularlo. Tenemos el caso del Sistema Integral de Transporte de Tijuana (SIIT). Un proyecto ambicioso y benéfico para la ciudad, que por intereses ajenos no ha funcionado como debería ser”, indicó.
Éste también hubiera favorecido directamente a la población que se traslada en transporte público, facilitando la movilidad y el precio que las personas pagan por ir de su casa al centro de trabajo y/o escuela, consideró el economista.
En algunas metrópolis del país, como CDMX, el transporte colectivo está subsidiado, y en otras, las distancias son cortas y hay mejor infraestructura vial que permite que la tarifa mantenga cuotas más baratas.
Respecto a lo anterior, Roberto Valero aseguró que la optimización de recursos permite que en la Capital del país como en otras ciudades, se destine una parte del presupuesto para apoyar al transporte público, “en ocasiones se piensa que con ello se apoya a los transportistas, pero a quien realmente se está ayudando es a la gente que utiliza el transporte público, que no puede pagar el precio que cuesta trasladarse en el mercado”.
Por otro lado, el encarecimiento de las gasolinas en Tijuana (Magna +1.11 pesos y Premium +1.08 pesos) de diciembre de 2017 a febrero de 2018, también le pega a los bolsillos de al menos 50% de los hogares bajacalifornianos que poseen un vehículo, comentó Valero.
En cuanto al precio del gas doméstico, Tijuana lideró el encarecimiento de este energético en febrero. Un tanque de 20 kilogramos se comercializó en promedio en 431.4 pesos, casi 2 pesos más que en Mexicali, 46.8 pesos más que en CDMX y 82 pesos más que en Monterrey.
Misma tendencia en el gas LP por litro, que en Tijuana y Mexicali se vendió en 11.60 pesos, en CDMX en 10.28 pesos y en Monterrey, 9.31 pesos.
Ello también contribuyó a que el precio del kilo de tortilla de maíz también sea el más caro en Tijuana y en la Capital bajacaliforniana -19 pesos-, comparado con los 16 y 14 pesos que costó en Monterrey y CDMX, respectivamente.
ECONOMÍA DOLARIZADA; RENTAS EN DIVISA ESTADOUNIDENSE
El cuarto factor por el que en los últimos años Tijuana ha registrado la inflación más alta del país, es su economía dolarizada, en la que destacan las rentas de inmuebles en dólares americanos, lo que ha sido aprovechado por el mercado inmobiliario, Tijuana aparece dentro de las ocho ciudades del país que se consolidaron como las más importantes para el sector en 2016.
En tanto, Baja California se ubicó dentro de las cinco entidades con mayor oferta de vivienda en dólares, según un informe elaborado por la compañía Lamudi.
Respecto a ello, el economista Roberto Valero dijo que al cotizar en dólares una gran cantidad de vivienda en Tijuana, su encarecimiento está ligado a los vaivenes del tipo de cambio, y las personas que compran o rentan un inmueble en moneda americana, son afectados por la depreciación del dólar.
“En lo que va del sexenio de Enrique Peña Nieto, el peso se ha depreciado 49% frente al dólar. Con Peña Nieto inició la depreciación acelerada de la moneda”, sostuvo.
El Congreso del estado trató de legislar y prohibir que las rentas se fijaran en dólares, sin embargo, cuestiones de mercado han mantenido dolarizado el sector inmobiliario, y aun cuando se paguen en pesos, las rentas están indexadas en dólares, añadió.
La actividad comercial también está muy influida por los dólares, como la adquisición de aparatos electrónicos y muchos de los productos que se venden en la ciudad son importados de Estados Unidos.
Por otro lado, Contreras Valenzuela argumentó que aunado a la dolarización de los inmuebles, las casas en Tijuana son consideradamente más caras que en Mexicali, ya que también hay menos espacios para vivienda que en la Capital bajacaliforniana.
Datos del Índice de Precios de Inegi, detallan que el costo promedio de la renta de vivienda en Tijuana es el segundo más alto de las ciudades analizadas en este reportaje, con un precio de 4 mil 916 pesos. Solo detrás de CDMX, donde se pagan en promedio 5 mil 019.79 pesos. En tercer lugar se ubica Monterrey, con 3 mil 150 pesos, y al final, Mexicali, con mil 903 pesos.
CARESTÍA ATENTA CONTRA CLASE MEDIA Y PERPETÚA DESIGUALDAD SOCIAL
Roberto Valero y José Luis Contreras Valenzuela coincidieron en que los altos niveles de inflación registrados en Tijuana han disminuido el poder adquisitivo, el cual mantiene un rezago histórico, “significa que los bajacalifornianos compran 80% menos que hace seis años”, consideró Valero, a razón de que el crecimiento del salario no ha sido acorde con el aumento de éste, aun cuando el discurso oficial celebró el 21 de noviembre de 2017, el incremento de casi 8 pesos del salario mínimo (de 80.4 a 88.36 pesos).
La población consume menos algunos productos alimenticios o los desaparece de su dieta, ya que su poder adquisitivo no les permite acceder a ellos, dado que el salario base de cotización es de 341.3 pesos diarios, equivalente a 3.9 veces el salario mínimo, con base en información del Instituto Mexicano del Seguro Social en Baja California.
Lo anterior está en línea con lo reportado por el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), el cual refiere que al cuarto trimestre de 2017, en Baja California aumentó 2.8% el número de personas cuyos ingresos laborales son menores al valor de la canasta alimentaria, comparado con el mismo periodo de 2016.
El informe detalla que, a nivel nacional, el ingreso laboral per cápita real mostró una disminución anual de 2.5% entre el cuarto trimestre de 2017 y el mismo periodo del año previo, al pasar de mil 711.62 a mil 669.31 pesos.
De igual forma, se observa una disminución de 1.4% respecto al tercer trimestre de 2017. El ingreso laboral per cápita real en el cuarto trimestre de 2017 es mayor que el mismo periodo de 2014, pero menor al reportado en el mismo lapso de 2007.
Por lo que, de 2008 a 2016, creció el número de pobres en el país, al pasar de 49.5 millones a 53.4 millones.
Por otro lado, Valero expuso que el alza en la inflación ha empobrecido a la clase media de Tijuana, ciudad que tenía el liderazgo nacional en este sector de la población, sobre todo por su fuerte interacción con California.
“El encarecimiento de productos le pega directamente al bolsillo de la clase media, y se olvida que es ésta el motor de la economía”, al ser la que puede pagar créditos, productos y servicios que incentivan el mercado interno.
Asimismo, opinó que el problema de la inflación actual es que está impulsada por las malas decisiones de gobierno, y no generada desde el mercado. “Todavía en diciembre, el secretario de Hacienda decía que el alza en la gasolina no era inflacionaria, cuando desde principios de 2017 se vio lo contrario”.
Acusó que hay un mal manejo de las políticas públicas para el control de la inflación, y que es erróneo haber elevado la Tasa de Interés de Referencia del Banco de México 25 puntos base el mes pasado, con el fin de controlar el encarecimiento de los productos, puesto que la gente no está consumiendo más.
Desde su perspectiva, se tendría que establecer junto con la iniciativa privada una estrategia de incentivos fiscales para mejorar los salarios de los trabajadores, quienes tendrían mayor dinero para adquirir productos e impulsar el mercado interno.
“Al consumir más, el erario recaudaría más, pues muchos productos están gravados, de modo que el gobierno recibiría el impuesto mediante el consumo”, puntualizó.
Por otra parte, Contreras Valenzuela declaró que para contrarrestar la disminución en el poder adquisitivo, 6.8% de la Población Económicamente Activa está buscando trabajar en actividades adicionales que incrementen su ingreso: “El número de personas que trabajan más de 48 horas a la semana está en su mayor nivel de la historia”, y advirtió, cada vez más jóvenes se incorporan al mercado laboral para contribuir con el gasto familiar, dejando de lado su educación y perpetuando así la desigualdad social.