Hacia finales de los ochenta e inicios de los noventa, John Hughes fue el maestro de la comedia orientada al público juvenil, desde el clásico “The Breakfast Club” hasta “Home Alone”, pasando por “Pretty in Pink”.
En años recientes, películas como “The Fault in Our Stars” y “Paper Towns” han aprovechado la exitosa fórmula de las novelas que dieron origen a películas con un éxito mediano en la taquilla, precisamente dirigidas a los adolescentes. Algunas han sido peores que otras, claro.
Sin embargo, en el caso de “Love, Simon”, se tiene una película que bien pudo haber hecho Hughes y la razón es sencilla de explicar: sin grandes pretensiones, construye muy bien el dilema interno de un chico que es gay, pero sigue enclosetado mientras trata de sobrellevar las presiones de la secundaria, en su mayoría de índole social.
Claro que tiene una familia que de seguro lo comprenderá, y un buen grupo de amigos, pero este chico aún no está listo para revelar su “gran secreto” ante su micro-mundo en Atlanta, Georgia.
Pero lejos del conflicto desgarrador y brillantemente expuesto en cintas como “Moonlight” y “Call Me By Your Name”, la complejidad en esta historia comienza cuando Simon Spier (Nick Robinson) empieza a tener contacto por internet con otro joven gay que va a su escuela, aunque desconoce su identidad, pues él tampoco se ha atrevido a comentar su homosexualidad en el círculo familiar y escolar.
El problema que relaja todo este drama comienza cuando un chico descubre el misterio alrededor de Simon y amenaza con gritarlo a los cuatro vientos, si no le consigue una cita con su amiga Abby (Alexandra Shipp). Después de todo la idea aquí es hacer una cinta nada densa, divertida, ligera aunque muy bien actuada por Robinson y Clark Moore como el amigo sarcástico que nunca falta.
Lejos de ser la propuesta del año, este largometraje, sin embargo, tiene su chiste, con buenos personajes, bien llevados además por la dirección de Greg Berlanti, mejor conocido por la serie “Dawson’s Creek”.
Y lo mejor de todo es que tampoco repite la fórmula tan facilona de “Paper Towns” y demás ejemplos destinados a ser filmes que uno ve para olvidarlos. ***
Punto final.- Viene “Gemini”. Parece que vale la pena. Por el tráiler, digo…